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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 312eliminación de esa realidad, que, o bien enmascara al mentiroso, o bien le obliga a hacer real suafirmación.Mientras que <strong>los</strong> afiliados no creen en las declaraciones formuladas para el consumo públicocreen de la forma más ferviente en <strong>los</strong> clichés standard de explicaciones ideológicas, en las clavesde la Historia, pasada y futura, que <strong>los</strong> movimientos totalitarios tomaron de las ideologías <strong>del</strong> sigloXIX y transformaron, a través de la organización en una realidad actuante. Estos elementosideológicos en <strong>los</strong> que las masas han llegado a creer de cualquier manera, más bien vaga yabstracta, son convertidos en mentiras de hecho de una naturaleza omnicomprensiva (la dominación<strong>del</strong> mundo por <strong>los</strong> judíos en lugar de una teoría general acerca de las razas; la conspiración de WallStreet en lugar de una teoría general acerca de las clases) e integrados en un esquema general deacción en el que se supone que solamente lo «moribundo» —las clases moribundas de <strong>los</strong> paísescapitalistas o las naciones decadentes— se alza en el camino <strong>del</strong> movimiento. En contraste con lasmentiras tácticas <strong>del</strong> movimiento que cambian literalmente de un día para otro, se supone que estasmentiras ideológicas han de ser creídas como verdades sagradas e intocables. Son rodeadas de unsistema cuidadosamente elaborado de «pruebas» científicas, que no tienen por qué ser convincentespara <strong>los</strong> totalmente «no iniciados», pero que todavía atraen a una vulgarizada sed de conocimiento«demostrado» la inferioridad de <strong>los</strong> judíos o la miseria de las personas que viven bajo un sistemacapitalista.Las formaciones de élite se distinguen de <strong>los</strong> miembros ordinarios <strong>del</strong> partido en el hecho de queno necesitan tales demostraciones y ni siquiera se supone que hayan de creer en la verdad literal de<strong>los</strong> clichés ideológicos. Estos son fabricados para responder a una búsqueda de la verdad entre lasmasas, que, en su insistencia en explicaciones y demostraciones, todavía tienen mucho en comúncon el mundo normal. La élite no está compuesta de ideólogos; toda la instrucción de sus miembrosestá encaminada a abolir su capacidad para distinguir entre la verdad y la falsedad, entre la realidady la ficción. Su superioridad consiste en su capacidad inmediata para disolver cada declaración dehecho en una declaración de fines. A diferencia <strong>del</strong> afiliado de la masa, que, por ejemplo, precisa dealguna demostración acerca de la inferioridad de la raza judía antes de que se le pueda pedir conseguridad que mate a judíos, las formaciones de élite comprenden que la declaración, todos <strong>los</strong>judíos son inferiores, significa, todos <strong>los</strong> judíos deben ser asesinados; saben que cuando se les diceque sólo Moscú tiene un Metro, el verdadero significado de la declaración es que todos <strong>los</strong> metrosdeberían ser destruidos, y no se sienten indebidamente sorprendidos cuando descubren el Metro deParís. El tremendo shock de desilusión que sufrió el Ejército rojo en su penetración conquistadorapor Europa sólo pudo ser curado mediante campos de concentración y un exilio forzado para unagran parte de las tropas de ocupación; pero las formaciones de la Policía que acompañaron alEjército se hallaban preparadas para el shock no mediante una información diferente y más correcta—no existe en la Rusia soviética una escuela secreta de entrenamiento que proporcione <strong>los</strong> hechosauténticos sobre la vida en el exterior—, sino simplemente por un entrenamiento general en eldesprecio supremo por todos <strong>los</strong> hechos y todas las realidades.Esta mentalidad de la élite no es un mero fenómeno de masas, no es una simple consecuencia deun desarraigo social, de un desastre económico y de una anarquía política; necesita una cuidadosapreparación y cultivo y forma una parte más importante, aunque menos reconocible, <strong>del</strong> curriculumde las escuelas de la jefatura totalitaria, <strong>los</strong> Ordensburgen nazis, para las unidades SS, y <strong>los</strong> centrosde entrenamiento bolchevique, para <strong>los</strong> agentes de la Komintern, que el adoctrinamiento sobre laraza o las técnicas de la guerra civil. Sin la élite y su incapacidad artificialmente inducida paradistinguir a <strong>los</strong> hechos como hechos, entre la verdad y la falsedad, el movimiento nunca podríamoverse en la dirección para realizar su ficción. La sobresaliente cualidad negativa de la élitetotalitaria es que jamás se detiene a pensar cómo es realmente el mundo y nunca compara lasmentiras con la realidad. Su más preciada virtud, en consecuencia, es la lealtad al jefe, que, como untalismán, asegura la victoria definitiva de la mentira y de la ficción sobre la verdad y la realidad.La categoría más alta en la organización de <strong>los</strong> movimientos totalitarios es la <strong>del</strong> círculo íntimoen torno <strong>del</strong> jefe, que puede ser una institución formal, como el Politburó bolchevique, o unacamarilla cambiante de hombres que no desempeñan necesariamente un cargo, como quienes

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