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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 340hubiera sido posible «quemar <strong>los</strong> puentes» y realizar algunos de <strong>los</strong> objetivos <strong>del</strong> movimientototalitario 90 .Las formaciones de élite <strong>del</strong> movimiento nazi y <strong>los</strong> «cuadros» <strong>del</strong> movimiento bolcheviquesirven al objetivo de dominación total más que a la seguridad <strong>del</strong> régimen en el poder. De la mismaforma que la reivindicación totalitaria de dominación mundial es sólo en apariencia la misma que lade la expansión imperialista, así la reivindicación de una dominación total sólo parece familiar alestudioso <strong>del</strong> despotismo. Si la diferencia principal entre la expansión totalitaria y la imperialista esque la primera no reconoce distinción entre el país propio y un país extranjero, entonces ladiferencia principal entre una policía secreta despótica y una policía secreta totalitaria es que laúltima no persigue <strong>los</strong> pensamientos secretos ni utiliza el antiguo método de <strong>los</strong> servicios secretos,el método de la provocación 91 .Como la policía secreta totalitaria comienza su carrera tras la pacificación <strong>del</strong> país, siempreparece enteramente superflua a todos <strong>los</strong> observadores marginales o, por el contrario, les conduce acreer equivocadamente que existe alguna resistencia secreta 92 . La superfluidad de <strong>los</strong> serviciossecretos no es nada nueva; siempre se han sentido obsesionados por la necesidad de demostrar suutilidad y de conservar sus puestos después de haber concluido su tarea original. Los métodosutilizados para este propósito han hecho <strong>del</strong> estudio de la historia de las revoluciones una empresamás que difícil. Parece, por ejemplo, que no existió una sola acción antigubernamental bajo elreinado de Luis Napoleón que no fuera inspirada por la misma Policía 93 . Similarmente, el papel de<strong>los</strong> agentes secretos en todos <strong>los</strong> partidos revolucionarios de la Rusia zarista sugiereconsiderablemente que sin sus acciones provocativas «inspiradoras» el curso <strong>del</strong> movimientorevolucionario ruso habría sido mucho menos fructífero 94 . La provocación, en otras palabras, ayudótanto a mantener la continuidad de la tradición como a quebrantar una y otra vez la organización <strong>del</strong>a revolución.Este dudoso papel de la provocación puede haber sido una de las razones por la que ladesdeñaron <strong>los</strong> gobernantes totalitarios. La provocación, además, es claramente necesaria sólo bajola presunción de que la sospecha no resulta suficiente para detener y castigar. Ninguno de <strong>los</strong>gobernantes totalitarios, desde luego, soñó siquiera con unas condiciones en las que tuviera querecurrir a una provocación con objeto de atrapar a alguien a quien considerara enemigo. Másimportante que estas consideraciones técnicas es el hecho de que el <strong>totalitarismo</strong> definióideológicamente a sus enemigos antes de apoderarse <strong>del</strong> poder, así que las categorías de <strong>los</strong>«sospechosos» no fueron establecidas a través de la información de la Policía. De esta forma, <strong>los</strong>judíos en la Alemania nazi o <strong>los</strong> descendientes de las antiguas clases poseedoras en la Rusia90 Véase nota 62.91 MAURICE LAPORTE, Histoire de l’Okhrana, París, 1935, llamó certeramente al método de la provocación «lapiedra fundamental» de la Policía secreta (p. 19).En la Rusia soviética, la provocación, lejos de ser el arma secreta de la Policía secreta, ha sido empleada como elmétodo público ampliamente difundido <strong>del</strong> régimen para calcular el estado de la opinión pública. La repugnancia de lapoblación a aprovecharse de las periódicas invitaciones a la crítica o a reaccionar en <strong>los</strong> intermedios «liberales» <strong>del</strong>régimen de terror muestra que tales gestos son considerados como una provocación en escala masiva. La provocación seha convertido, desde luego, en la versión totalitaria de la auscultación de la opinión pública.92 Son interesantes al respecto <strong>los</strong> intentos de <strong>los</strong> funcionarios públicos nazis en Alemania para reducir la competencia yel personal de la Gestapo sobre la base de que ya se había logrado la nazificación <strong>del</strong> país, de forma tal que Himmler,que, por el contrario, deseaba desarrollar en aquel<strong>los</strong> momentos (hacia 1934) <strong>los</strong> servicios secretos, tuvo que exagerar<strong>los</strong> peligros dimanantes de <strong>los</strong> «enemigos internos». Véase Nazi Conspiracy, II, p. 259; V, p. 205; III, p. 547.93 Véase Mysteries of the French Secret Police, de GALTIER-BOISSIÈRE, 1938, página 234.94 Al fin y al cabo, no parece accidental que la fundación de la Ojrana en 1880 correspondiera a un período deinsuperadas actividades revolucionarias en Rusia. Para demostrar su utilidad ocasionalmente tuvo que organizarasesinatos y sus agentes «sirvieron a su pesar las ideas de aquel<strong>los</strong> a <strong>los</strong> que denunciaban... Si un folleto era distribuidopor un agente de Policía o si la ejecución de un ministro era organizada por un Azev, el resultado era el mismo» (M.LAPORTE, op. cit., p. 25). Además, las ejecuciones más importantes —las de Stolypin y von Plehve— parece quefueron obra de la Policía. Para la tradición revolucionaria fue decisivo el hecho de que en tiempos de calma <strong>los</strong> agentesde Policía tenían que «despertar nuevas energías y estimular el celo» de <strong>los</strong> revolucionarios (ibíd., p. 71).Véase también Three Who Made A Revolution: Lenin, Trotsky, Stalin, de BERTRAM D. WOLFE, que denomina aeste fenómeno «socialismo policial».

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