12.07.2015 Views

arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 307radica quizá en el papel <strong>del</strong> ritual. Las marchas en torno de la plaza Roja de Moscú son en esteaspecto no menos características que las pomposas formalidades <strong>del</strong> Día <strong>del</strong> Partido en Nuremberg.En el eje <strong>del</strong> ritual nazi se hallaba la llamada «bandera de la sangre», y en el centro <strong>del</strong> ritualbolchevique se halla el momificado cadáver de Lenin; ambos introducen en el ceremonial unintenso elemento de idolatría. Semejante idolatría difícilmente es prueba —como a veces se haafirmado— de tendencias seudorreligiosas o seudoheréticas. Los «ído<strong>los</strong>» son simples recursosorganizadores, familiares al ritual de las sociedades secretas, que también acostumbraban a asustar asus miembros en el sigilo por medio de símbo<strong>los</strong> aterradores e inspiradores de miedo. Es obvio que<strong>los</strong> hombres son mantenidos unidos más seguramente a través de la experiencia común de un ritualsecreto que por la coparticipación <strong>del</strong> mismo secreto. El hecho de que el secreto de <strong>los</strong> movimientostotalitarios esté expuesto a la luz <strong>del</strong> día no cambia necesariamente la naturaleza de la experiencia95 .Estas semejanzas no son, desde luego, accidentales; no pueden ser explicadas simplemente por elhecho de que tanto Hitler como Stalin hubieran sido miembros de las modernas sociedades secretasantes de convertirse en jefes totalitarios: Hitler, en el Servicio Secreto de la Reichswehr, y Stalin, enla sección conspiradora <strong>del</strong> partido bolchevique. Son, en cierto grado, el resultado natural de laficción conspiradora <strong>del</strong> <strong>totalitarismo</strong>, cuyas organizaciones supuestamente han sido constituidaspara contrarrestar las acciones de las sociedades secretas —la sociedad secreta de <strong>los</strong> judíos o lasociedad conspiradora de <strong>los</strong> trotskystas—. Lo que es notable en la organización totalitaria es másbien que puedan adoptar tantos recursos organizadores de las sociedades secretas sin tratar siquierade mantener secreto su propio objetivo. Nunca fue un secreto que <strong>los</strong> nazis deseaban conquistar elmundo, deportar a <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> «racialmente extraños» y exterminar a aquel<strong>los</strong> de «inferior herenciabiológica», que <strong>los</strong> bolcheviques trabajaban en pro de la revolución mundial. Al contrario, estosobjetivos formaron siempre parte de su propaganda. En otras palabras, <strong>los</strong> movimientos totalitariosimitan todo el aparato de las sociedades secretas, pero lo vacían de lo único que podría excusar, o sesupone que podría excusar, a sus métodos, es decir, de la necesidad de salvaguardar un secreto.En éste como en tantos otros aspectos, el nazismo y el bolchevismo llegaron al mismo resultadoorganizativo desde comienzos históricos muy diferentes. Los nazis empezaron con la ficción de unaconspiración y se conformaron a sí mismos, más o menos conscientemente, según el ejemplo de lasociedad secreta de <strong>los</strong> Sabios de Sión, mientras que <strong>los</strong> bolcheviques procedían de un partidorevolucionario cuyo objetivo era la dictadura de un partido, pasaron por una fase en la que el partidose halla «enteramente aparte y por encima de todo» hasta el momento en que el Politburó <strong>del</strong>Partido estuvo «enteramente aparte de y por encima de todo» 96 ; finalmente, Stalin impuso sobreesta estructura <strong>del</strong> partido las rígidas normas totalitarias de su sector conspirador, y sólo entoncesdescubrió la necesidad de una ficción central para mantener la férrea disciplina de una sociedadsecreta bajo las condiciones de una organización de masas. La evolución nazi puede ser más lógica,más consecuente consigo misma, pero la historia <strong>del</strong> partido bolchevique ofrece una mejorilustración <strong>del</strong> carácter esencialmente ficticio <strong>del</strong> <strong>totalitarismo</strong>, precisamente porque las ficticiasconspiraciones globales contra las que, y según las que, se había organizado supuestamente laconspiración bolchevique no estuvieron ideológicamente determinadas. Cambiaron desde <strong>los</strong>trotskystas a las 300 familias y luego a <strong>los</strong> diferentes «imperialismos», y recientemente al«cosmopolitismo desarraigado», y se ajustaron a las necesidades de cada momento; sin embargo, enningún instante y bajo ninguna de las más variadas circunstancias le fue posible al bolchevismooperar sin una ficción semejante.Los medios por <strong>los</strong> que Stalin trocó la dictadura unipartidista rusa en un régimen totalitario y <strong>los</strong>partidos comunistas revolucionarios de todo el mundo en movimientos totalitarios fueron laliquidación de facciones, la abolición de la democracia interna <strong>del</strong> partido y la transformación de <strong>los</strong>partidos comunistas nacionales en ramas de la Komintern dirigidas desde Moscú. Las sociedadessecretas en general y el aparato conspirador de <strong>los</strong> partidos revolucionarios en particular, siempre se95 Véase SIMMEL, op. cit., pp. 480-481.96 SOUVARINE, op. cit., p. 319, sigue una formulación de Bujarin.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!