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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 119consecuencia inevitable de misteriosas leyes económicas, sino que había descansadoconsiderablemente en instituciones políticas, y más aún en instituciones policíacas que habíanimpedido a <strong>los</strong> competidores el empleo de revólveres. Es difícil de comprender cómo unacompetición entre complejos comerciales completamente armados —«Imperios»— podía acabar ennada que no fuera la victoria de uno y la muerte de <strong>los</strong> demás. En otras palabras, la competición noes un principio político en mayor medida que la expansión y como ésta precisa de un poder políticopara controlarla y frenarla.En contraste con la estructura económica, la estructura política no puede ser extendidaindefinidamente, porque no está basada en la productividad <strong>del</strong> hombre, que es, desde luego,ilimitada. De todas las formas de gobierno y organizaciones <strong>del</strong> pueblo, la Nación-Estado es lamenos adecuada para el crecimiento ilimitado, porque el genuino asentimiento que constituye subase no puede ser extendido indefinidamente, y sólo rara vez, y con dificultad, se obtiene depueb<strong>los</strong> conquistados. Ninguna Nación-Estado podría con clara conciencia tratar de conquistar apueb<strong>los</strong> extranjeros, dado que semejante conciencia procede sólo de la convicción de la naciónconquistadora de que está imponiendo a <strong>los</strong> bárbaros una ley superior 7 . La nación, sin embargo,concebía a su ley como fruto de una singular sustancia nacional que no era válida más allá de supropio pueblo y de las fronteras de su propio territorio.Allí donde la Nación-Estado apareció como conquistadora despertó la conciencia nacional y undeseo de soberanía entre <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> conquistados, derrotando por eso todos <strong>los</strong> propósitosgenuinos de construir un imperio. Así, <strong>los</strong> franceses incorporaron Argelia como una provincia de lamadre Patria, pero no pudieron convencerse el<strong>los</strong> mismos para imponer sus propias leyes al puebloárabe. Continuaron respetando más bien la ley islámica y concedieron a sus ciudadanos árabes un«status personal», originando el absurdo híbrido de un territorio nominalmente francés, legalmentetan parte de Francia como el Département de la Seine, y cuyos habitantes no eran ciudadanosfranceses.Los primeros «constructores de imperios» británicos, confiando en la conquista como métodopermanente de dominio, nunca fueron capaces de incorporar a sus más próximos vecinos, <strong>los</strong>irlandeses, a su vasta estructura, bien <strong>del</strong> Imperio británico, bien de la Comunidad Británica deNaciones; pero cuando tras la última guerra Irlanda recibió status de dominio y fue admitida comomiembro de pleno derecho de la Commonwealth británica, el fracaso no dejó por eso de ser tan real,aunque menos palpable. La más antigua «posesión», el más nuevo Dominio, denuncióunilateralmente su status de Dominio en 1937 y cortó todos sus lazos con la nación inglesa alnegarse a participar en la guerra. La dominación de Inglaterra mediante la conquista permanente,como «sencillamente no logró destruir» a Irlanda (Chesterton), no había suscitado tanto su propio«amodorrado genio de imperialismo» 8 como despertado el espíritu de la resistencia nacional entre<strong>los</strong> irlandeses.La estructura nacional <strong>del</strong> Reino Unido había hecho imposibles la asimilación rápida y laincorporación de <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> conquistados; la Commonwealth británica nunca fue una «Comunidadde Naciones», sino la heredera <strong>del</strong> Reino Unido, una nación dispersa por todo el mundo. Ladispersión y la colonización no extendían, sino que trasplantaban la estructura política, con elresultado de que <strong>los</strong> miembros <strong>del</strong> nuevo cuerpo federado permanecían estrechamente unidos a sucomún madre Patria por profundas razones de un pasado común y de una ley común. El ejemploirlandés demuestra cuán mal preparado se hallaba el Reino Unido para construir una estructura7 Esta mala conciencia originada por la creencia en el asentimiento como base de toda organización política se hallamuy bien descrita en la obra de HAROLD NICOLSON, Curzon: The Last Phase 1919-1925, Boston-Nueva York,1934, en lo referente a la discusión sobre la política británica en Egipto: «La justificación de nuestra presencia enEgipto sigue basada no en el defendible derecho de conquista o de la fuerza, sino en nuestra propia fe en el elemento <strong>del</strong>asentimiento. Ese elemento no existía en 1919 en ninguna forma clara. Fue dramáticamente desmentido por el estallidoegipcio de marzo de 1919.»8 Como Lord Salisbury señaló, felicitándose por la derrota de la primera Home Rule Bill de Gladstone. Durante <strong>los</strong>siguientes veinte años de Gobierno conservador —y lo que significaba en aquel tiempo de dominio imperialista—(1885-1905) el conflicto anglo-irlandés no sólo no se resolvió, sino que se tornó mucho más agudo. Véase también, deGILBERT K. CHESTERTON, The Crimes of England, 1915, pp. 57 y siguientes.

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