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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 124concepto de que <strong>los</strong> nativos se hallaban no sólo protegidos, sino en cierta manera representados porel Parlamento británico, «Parlamento imperial» 27 . En este punto <strong>los</strong> ingleses se aproximaron estrechamenteal experimento francés de construcción imperial, aunque nunca llegaron tan lejos comopara dar representación a <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> sometidos. Sin embargo, resulta obvio que esperaban que lanación en conjunto actuará como una especie de fideicomisario de <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> conquistados y escierto que invariablemente trataron de evitar lo peor.El conflicto entre <strong>los</strong> representantes <strong>del</strong> «factor imperial» (que más bien debería llamarse factornacional) y <strong>los</strong> administradores coloniales corre como un hilo rojo a lo largo de la historia <strong>del</strong>imperialismo británico. La «oración» que Cromer dirigió a Lord Salisbury durante su administraciónde Egipto en 1896, «sálveme de <strong>los</strong> Ministerios ingleses» 28 , fue repetida una y otra vezhasta que en la década de <strong>los</strong> años veinte de este siglo la nación y todo lo que ésta representabafueron abiertamente censurados por <strong>los</strong> partidarios <strong>del</strong> imperialismo por la amenaza de la pérdida <strong>del</strong>a India. Los imperialistas siempre se habían sentido profundamente agraviados por el hecho de queel Gobierno de la India tuviera que «justificar su existencia y su política ante la opinión pública deInglaterra»; este control hizo entonces imposible proceder a realizar aquellas medidas de «matanzasadministrativas» 29 , que inmediatamente después de la conclusión de la Primera Guerra Mundialhabían sido ensayadas en todas partes como medios radicales de pacificación 30 y que desde luegohubieran impedido la independencia de la India.En Alemania prevaleció una hostilidad similar entre <strong>los</strong> representantes nacionales y <strong>los</strong>administradores coloniales en África. En 1897, Carl Peters fue destituido de su puesto en el Áfricaalemana <strong>del</strong> Sudeste y tuvo que abandonar la Administración civil por razón de las atrocidadescometidas con <strong>los</strong> nativos. Lo mismo le sucedió al gobernador Zimmerer. Y en 1905 <strong>los</strong> jefestribales dirigieron por vez primera sus quejas al Reichstag, con el resultado de que, cuando <strong>los</strong>administradores coloniales les enviaron a la cárcel, intervino el Gobierno alemán 31 .Otro tanto cabe decir de la dominación francesa. Los gobernadores generales nombrados por elGobierno de París o bien estaban sujetos a la poderosa presión de <strong>los</strong> colonos franceses, como enArgelia, o bien se negaban simplemente a realizar reformas en el trato a <strong>los</strong> nativos, supuestamenteinspiradas por «<strong>los</strong> débiles principios democráticos de (su) Gobierno» 32 . En todas partes, <strong>los</strong>administradores imperialistas sentían que el control de la nación constituía una carga insoportable yuna amenaza a su dominación.al asentimiento gruñón o a la cortés censura <strong>del</strong> Alto Comisario', quien representaba a un Gobierno imperial que sóloconservaba un control nominal» (REGINAL IVAN LOVELL, The Struggle for South África, 1875-1899, Nueva York,1934, p. 194). Y lo que sucede en territorios en <strong>los</strong> que el Gobierno británico ha abandonado su jurisdicción a lapoblación local europea que carece de todos <strong>los</strong> frenos tradicionales y constitucionales de las Naciones-Estados, puedeadvertirse perfectamente en la trágica Historia de la Unión SudAfricana desde su independencia, es decir, desde que el«Gobierno imperial» dejó de tener derecho alguno a intervenir.27 A este respecto resulta interesante la discusión desarrollada en la Cámara de <strong>los</strong> Comunes en mayo de 1908 entreCharles Dilke y el Secretario de Colonias. Dilke previno de <strong>los</strong> peligros <strong>del</strong> otorgamiento <strong>del</strong> autogobierno a lascolonias de la Corona porque de éste se seguiría el dominio de <strong>los</strong> plantadores blancos sobre sus trabajadores de color.Se le dijo que también <strong>los</strong> nativos tenían una representación en la Cámara de <strong>los</strong> Comunes. Véase G. ZOEPFI,«Kolonien und Kolonialpolitik», en Hanwörterbuch der Staatswissenschaften.28 LAWRENCE J. ZETLAND, Lord Cromer, 1923, p. 224.29 A. CARTHILL, The Lost Dominion, 1924, pp. 41-42, 93.30 Un ejemplo de «pacificación» en el Oriente Próximo fue extensamente descrito por T. E. LAWRENCE en un artículotitulado «France, Britain and the Arabs», escrito para The Observer (1920): «Se produce un preliminar éxito árabe, <strong>los</strong>refuerzos británicos parten como fuerza punitiva. Y se abren camino... hasta su objetivo, que es mientras tantobombardeado por la artillería, <strong>los</strong> aviones o <strong>los</strong> cañones. Al final una aldea es quizá incendiada y el distrito quedapacificado. Es curioso que no empleemos gases venenosos en estas ocasiones. El bombardeo de las viviendas es unmedio incongruente de alcanzar a las mujeres y a <strong>los</strong> niños... Mediante ataques con gas toda la población de <strong>los</strong> distritosen rebeldía quedaría barrida; y como método de gobierno no sería más inmoral que el sistema presente.» Véanse susLettres, editadas por David Garnett, Nueva York, 1939, pp. 311 y ss.31 En 1910, por otra parte, el Secretario de Colonias, B. Dernburg hubo de dimitir porque había irritado a <strong>los</strong> plantadorescoloniales protegiendo a <strong>los</strong> nativos. Véase la obra de MARY E. TOWNSEND, Rise and Fall of Germany's ColonialEmpire, Nueva York, 1930, y la de P. LEUTWEIN, Kämpfe um Afrika, Lubeck, 1936.32 En palabras de Léon Cayla, ex Gobernador General de Madagascar y amigo de Pétain.

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