12.07.2015 Views

arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 184difícilmente consciente de que había inventado una nueva forma de gobierno, sino que realmentepensaba que su actitud se hallaba condicionada por «el enérgico contacto con un pueblo que vive enun plano inferior». Así, en lugar de creer en su superioridad individual con cierto grado de vanidadesencialmente inocua, sentía que pertenecía a «una nación que había alcanzado un planocomparativamente elevado de la civilizaciónn» 70 y por eso mantenía su posición por derecho denacimiento, al margen de cualesquiera logros personales.La carrera de lord Cromer es fascinante, porque encarna la verdadera transformación de laantigua Administración colonial en Administración imperialista. Su primera reacción ante susdeberes en Egipto fue una marcada intranquilidad y preocupación por una situación que no era«anexión», sino una «forma híbrida de gobierno a la que no puede darse nombre alguno y para laque no existe precedente» 71 . En 1885, después de dos años de servicio, todavía abrigaba seriasdudas acerca de un sistema en el que él era cónsul general británico nominal y auténtico dominadorde Egipto, y escribió que un «mecanismo extremadamente <strong>del</strong>icado (cuyo) funcionamiento eficientedepende en buena medida <strong>del</strong> criterio y de la capacidad de unos pocos individuos... puede... estarjustificado (sólo) si somos capaces de mantener ante nuestros ojos la posibilidad de la evacuación...Si esta posibilidad se torna tan remota como para que no pueda tenerse en cuenta..., sería mejor paranosotros... concertarnos con las demás potencias si debemos encargarnos <strong>del</strong> gobierno <strong>del</strong> país,garantizar sus deudas, etc.» 72 . Cromer tenía, sin duda, razón, y, o bien la ocupación o bien laevacuación, hubieran normalizado el asunto. Pero esta «forma híbrida de gobierno» sin precedentehabía de tornarse característica de toda la empresa imperialista con el resultado de que unas pocasdécadas después todo el mundo había perdido ya la primera y fundada opinión de Cromer acerca <strong>del</strong>as formas de gobierno posibles e imposibles, de la misma manera que se había perdido aquellaprimitiva percepción de lord Selbourne según la cual una sociedad racial constituía un estilo de vidasin precedente. Nada puede caracterizar mejor esta fase <strong>del</strong> imperialismo como la combinación deestos dos criterios sobre las condiciones en África: un estilo de vida sin precedente en el Sur, unGobierno sin precedente en el Norte.En <strong>los</strong> años siguientes, Cromer se reconcilió con la «forma híbrida de gobierno»; en sus cartascomenzó a justificarla y a exponer la necesidad de un Gobierno sin nombre ni precedente. Al finalde su vida trazó (en su ensayo sobre «El gobierno de las razas sometidas») las líneas principales <strong>del</strong>o que puede muy bien denominarse una fi<strong>los</strong>ofía <strong>del</strong> burócrata.Cromer comenzó por reconocer que la «influencia personal» sin un tratado político legal oescrito podía ser bastante para «una supervisión suficientemente efectiva de <strong>los</strong> asuntos públicos» 73en países extranjeros. Este género de influencia irregular era preferible a una bien definida política,porque podía ser alterada en cualquier momento y no implicaba necesariamente al Gobiernometropolitano en caso de dificultades. Requería colaboradores muy preparados, de gran confianza ycuya lealtad y patriotismo no estuviesen relacionados con ambiciones personales ni con la vanidad,a quienes se podría exigir incluso que renunciaran a la humana aspiración de que sus nombres seunieran a sus logros. Su pasión mayor tendría que ser la <strong>del</strong> sigilo («Cuanto menos se hable de <strong>los</strong>funcionarios británicos, tanto mejor») 74 , la de desempeñar un papel entre bastidores; su mayordesprecio tendría que estar reservado hacia la publicidad y hacia las personas que la buscaban.El mismo Cromer poseía estas cualidades en muy alto grado; jamás se despertó su ira másintensamente como cuando fue «extraído de su oculto lugar», cuando «la realidad que hastaentonces sólo había sido conocida por unos pocos entre bastidores (se tornó) patente a todo elmundo» 75 . Su orgullo se cifraba en «permanecer más o menos oculto (y) en tirar de <strong>los</strong> hi<strong>los</strong>» 76 . Acambio, y para hacer perfectamente posible su trabajo, el burócrata tenía que sentirse libre <strong>del</strong>70 ZETLAND, op. cit., p. 89.71 De una carta que Lord CROMER escribió en 1884 (ibíd., p. 117).72 En una carta a Lord Granville, miembro <strong>del</strong> partido liberal, en 1885 (Ibid., página 219).73 De una carta a Lord Rosebery, en 1886 (ibíd., p. 134).74 Ibíd., p. 352.75 De una carta a Lord Rosebery, en 1893 (ibíd., pp. 204 y 205).76 De una carta a Lord Rosebery, en 1893 (ibíd., p. 192).

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!