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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 133llegar a nada más que no sea la destrucción final de la propiedad. La finitud de la vida personal esun reto tan serio a la propiedad en calidad de base de la sociedad como <strong>los</strong> límites <strong>del</strong> globo son unreto a la expansión en calidad de base <strong>del</strong> cuerpo político. Trascendiendo <strong>los</strong> límites de la vidahumana en la planificación de un continuo crecimiento automático de la riqueza más allá de todaslas necesidades personales y las posibilidades de consumo, la propiedad individual se convierte enun asunto público y queda retirada de la simple esfera privada. Los intereses privados, que por supropia naturaleza son temporales y están limitados por las dimensiones naturales de la vida <strong>del</strong>hombre, pueden así escapar hacia la esfera de <strong>los</strong> asuntos públicos y obtener de esa esfera esainfinita longitud de tiempo que se precisa para la acumulación continua. Esto parece crear unasociedad muy similar a la de las hormigas y las abejas, donde «el bien común no difiere <strong>del</strong>particular; y estando por naturaleza inclinadas al beneficio particular, procuran por ello el beneficiocomún».Pero como <strong>los</strong> hombres no son ni hormigas ni abejas, todo esto es una ilusión. La vida públicaadopta el engañoso aspecto de un total de intereses privados como si estos intereses pudieran crearuna nueva calidad mediante su simple adición. Todos <strong>los</strong> llamados conceptos liberales de la política(es decir, todas las nociones políticas preimperialistas de la burguesía) —tales como la competenciailimitada, regulada por un secreto equilibrio que surge misteriosamente de la suma total de lasactividades competidoras, la prosecución <strong>del</strong> «autointerés ilustrado» como una adecuada virtudpolítica, el ilimitado progreso inherente a la simple sucesión de acontecimientos— tienen esto encomún: sencillamente suman las vidas y las normas de comportamiento particulares y presentan esasuma como leyes de la Historia, o de la economía, o de la política. Los conceptos liberales, sinembargo, aunque expresan la instintiva desconfianza y la innata hostilidad de la burguesía hacia <strong>los</strong>asuntos públicos, son sólo un compromiso temporal entre las antiguas normas de la culturaoccidental y la fe de la nueva clase en la propiedad como principio dinámico autopropulsado. Lasantiguas normas ceden en el grado en el que la riqueza automáticamente creciente sustituye a laacción política.Hobbes fue el verdadero filósofo de la burguesía, aunque no llegara a ser nunca completamentereconocido como tal, porque comprendió que la adquisición de riqueza concebida como un procesoinacabable sólo puede ser garantizada por la consecución <strong>del</strong> poder político, porque el procesoacumulante más pronto o más tarde debe forzar todos <strong>los</strong> límites territoriales existentes. Previó queuna sociedad que se había lanzado por el sendero de una adquisición inacabable tendría queconcebir una organización política dinámica capaz <strong>del</strong> correspondiente proceso inacabable de generación<strong>del</strong> poder. Incluso, mediante la pura fuerza de la imaginación, fue capaz de esbozar <strong>los</strong>principales rasgos psicológicos <strong>del</strong> nuevo tipo de hombre que encajaría en tal sociedad y en sutiránico cuerpo político. Previó la necesaria idolatría <strong>del</strong> poder en sí mismo por obra <strong>del</strong> nuevo tipohumano, que se sentiría halagado al ser denominado animal sediento de poder, aunque la sociedadle obligaría a rendir a ese poder todas sus fuerzas naturales, sus virtudes y sus vicios, y leconvertiría en ese pobre y pequeño individuo sumiso que no tiene ni siquiera el derecho de alzarsecontra la tiranía y que, lejos de ansiar el poder, acepta cualquier gobierno existente y ni siquiera sealtera aunque caiga su mejor amigo como víctima inocente de una incomprensible raison d’état.Porque una comunidad basada en el poder acumulado y monopolizado de todos sus individuos dejanecesariamente a cada persona desprovista de poder, privada de sus capacidades naturales yhumanas. La abandona convertida en diente de una máquina acumuladora de poder y con libertadpara consolarse a sí misma con sublimes pensamientos acerca <strong>del</strong> destino último de esta máquinaque se halla construida de tal manera que puede devorar al globo siguiendo simplemente su propialey inherente.El objetivo destructivo último de esta comunidad queda al menos indicado en la interpretaciónfi<strong>los</strong>ófica de la igualdad humana como una «igualdad de capacidad» para matar. El vivir respecto <strong>del</strong>as demás naciones «en la condición de una perpetua guerra y en <strong>los</strong> linderos de la batalla, con lasfronteras armadas y <strong>los</strong> cañones apuntando contra <strong>los</strong> vecinos en todas las direcciones» no significaotra ley de conducta, sino la «más encaminada a (su) beneficio» y la que gradualmente devorará lasestructuras más débiles hasta que llegue a una última guerra «que proporcione a cada hombre la

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