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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 206vagamente conscientes de la cuestión social, se mostraron parciales en su insistencia sobre lapolítica exterior. Por eso fueron incapaces de ver que el antisemitismo podía formar el nexonecesario que conectara <strong>los</strong> métodos domésticos con <strong>los</strong> exteriores; no sabían todavía cómoestablecer su «comunidad popular», es decir, la horda completamente desarraigada y racialmenteadoctrinada.El hecho de que el fanatismo de <strong>los</strong> pan-movimientos se concentrara sobre <strong>los</strong> judíos comocentro ideológico, lo que constituyó el comienzo <strong>del</strong> fin de la judería europea, constituye uno de <strong>los</strong>más trágicos y amargos desquites que la Historia se haya tomado nunca. Porque, desde luego, hayalgo de verdad en las afirmaciones «ilustradas» desde Voltaire a Renan y Taine de que el conceptojudío de pueblo elegido, su identificación de la religión y de la nacionalidad, su reivindicación deuna posición absoluta en la Historia y de una relación singular con Dios, aportó a la civilizaciónoccidental un elemento de fanatismo de otra forma desconocido (heredado por el cristianismo consu reivindicación de su posesión exclusiva de la Verdad), por una parte y por el otro, un elementode orgullo que se hallaba peligrosamente próximo a su perversión racial 61 . Políticamente carecía deconsecuencia el hecho de que el judaísmo y una intacta piedad judía, siempre estuvierannotablemente libres y fueran incluso hostiles a la herética inmanencia de lo divino.Porque el nacionalismo tribal es la perversión precisa de una religión que hace a Dios escoger auna nación, a la propia; sólo porque este antiguo mito, unido al único pueblo superviviente de laantigüedad, había echado profundas raíces en la civilización occidental pudo el moderno líder <strong>del</strong>populacho, con una cierta dosis de plausibilidad, llegar a la desfachatez de arrastrar a Dios a <strong>los</strong>pequeños conflictos entre pueb<strong>los</strong> y de pedir Su asentimiento a una elección que el líder había yamanipulado a su antojo 62 . El odio de <strong>los</strong> racistas contra <strong>los</strong> judíos surgió de una aprensiónsupersticiosa de que pudieran ser <strong>los</strong> judíos y no el<strong>los</strong> mismos a <strong>los</strong> que Dios hubiera elegido,aquel<strong>los</strong> a quienes estaba reservado el éxito por la Divina Providencia. Existía un elemento deresentimiento imbécil contra un pueblo <strong>del</strong> que se temía que había recibido una garantíaracionalmente incomprensible de que eventualmente emergería, a pesar de todas las apariencias,como el vencedor final de la historia <strong>del</strong> mundo.Porque para la mentalidad <strong>del</strong> populacho el concepto judío de una misión divina para traer elreino de Dios sólo podía aparecer en <strong>los</strong> términos vulgares <strong>del</strong> éxito y <strong>del</strong> fracaso. El temor y elodio eran nutridos y en cierto modo racionalizados por el hecho de que el cristianismo, una religiónde origen judío, había conquistado ya a la Humanidad occidental. Guiados por su propia y ridículasuperstición, <strong>los</strong> dirigentes de <strong>los</strong> pan-movimientos encontraron ese pequeño diente oculto en <strong>los</strong>mecanismos de la piedad judía que hacía posibles una inversión y una perversión tan completas, deforma tal que la calidad de elegido ya no fue el mito para una definitiva realización <strong>del</strong> ideal de laHumanidad común —sino para su destrucción final.2. EL PATRIMONIO DE LA ILEGALIDADEl abierto desprecio por la ley y por las instituciones legales y la justificación ideológica de lailegalidad han sido mucho más característicos <strong>del</strong> imperialismo continental que <strong>del</strong> ultramarino.Esto es parcialmente debido al hecho de que el imperialismo continental carecía de la distanciageográfica para separar la ilegalidad de su dominación en países extranjeros de la legalidad de las61 Véase BERDIAEV, op. cit., p. 5: «La religión y la nacionalidad crecieron juntas en el reino moscovita, tal comosucedió también en la conciencia <strong>del</strong> antiguo pueblo hebreo. Y de la misma manera que la conciencia mesiánica fue unatributo <strong>del</strong> judaísmo, también fue un atributo de la ortodoxia rusa.»62 Fantástico ejemplo de la locura de todo el caso es el siguiente pasaje de León Bloy, que afortunadamente no escaracterístico <strong>del</strong> nacionalismo francés: «Francia es hasta tal punto la primera de las naciones, que todas las demás, seancuales fueren, deben sentirse honradas si se les permite comer el pan de sus perros. Sólo con que Francia sea feliz puedesentirse satisfecho el resto <strong>del</strong> mundo, aunque tengan que pagar la felicidad de Francia con la esclavitud o ladestrucción. Pero si Francia sufre, sufre entonces el mismo Dios, el terrible Dios... Esto es tan absoluto e inevitablecomo el misterio de la predestinación.» Cita de R. NADOLNY, Germanisierung oder Slavisierung?, 1928, p. 55.

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