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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 60miembros <strong>del</strong> Parlamento, tras unas campañas antisemitas, unos diecinueve antisemitas, pero éstafue una cota máxima que jamás volvió a ser alcanzada y a partir de la cual el declive fue rápido.Es cierto, por otra parte, que éste fue el primer ejemplo <strong>del</strong> éxito <strong>del</strong> antisemitismo como agentecatalítico de todas las demás cuestiones políticas. Este hecho puede atribuirse a la falta de autoridadde la Tercera República, que resultó aprobada por una escasa mayoría. A <strong>los</strong> ojos de las masas elEstado había perdido su prestigio junto con la monarquía, y <strong>los</strong> ataques al Estado ya no eran unsacrilegio. El primitivo estallido de violencia en Francia presenta una sorprendente semejanza conla agitación similar en las Repúblicas austríaca y alemana después de la primera guerra mundial. Ladictadura nazi ha sido tan frecuentemente ligada a la llamada «adoración <strong>del</strong> Estado», que incluso<strong>los</strong> historiadores se han tornado ciegos ante la evidencia de que <strong>los</strong> nazis se aprovecharon de la totalquiebra de la adoración <strong>del</strong> Estado, originalmente determinada por la adoración a un príncipe que sesienta en el trono por la gracia de Dios, y que difícilmente tiene lugar en una República. En Francia,cincuenta años antes de que <strong>los</strong> países de Europa central se vieran afectados por esta pérdidauniversal de reverencia, la adoración <strong>del</strong> Estado había sufrido muchas derrotas. Aquí era muchomás fácil atacar conjuntamente a <strong>los</strong> judíos y al Estado que en la Europa central, donde se atacaba a<strong>los</strong> judíos para atacar al Gobierno.El antisemitismo francés, además, es más antiguo que sus equivalentes europeos, como lo es laemancipación de <strong>los</strong> judíos franceses, que se remonta a finales <strong>del</strong> siglo XVIII. Los representantesde la Época de la Ilustración que prepararon la Revolución Francesa despreciaban corrientemente a<strong>los</strong> judíos; veían en el<strong>los</strong> <strong>los</strong> atrasados vestigios de las edades oscurantistas, y les odiaban comoagentes financieros de la aristocracia. Los únicos amigos declarados de <strong>los</strong> judíos en Francia eran<strong>los</strong> escritores conservadores, que denunciaban las posturas antijudías como «una de las tesisfavoritas <strong>del</strong> siglo XVIII» 51 . Para el escritor más liberal o radical se había convertido casi en unatradición el formular prevenciones contra <strong>los</strong> judíos como bárbaros que todavía vivían en la formade gobierno patriarcal y no reconocían otro Estado 52 . Durante y después de la Revolución Francesa,el clero francés y <strong>los</strong> aristócratas franceses sumaron sus voces al sentimiento general antijudío,aunque por razones distintas y más materiales. Acusaban al Gobierno revolucionario de haberordenado la venta de las propiedades eclesiásticas para pagar «a <strong>los</strong> judíos y mercaderes conquienes el Gobierno se halla endeudado» 53 . Estos antiguos argumentos se mantuvieron vivos dealguna forma durante la inacabable lucha entre la Iglesia y el Estado en Francia y alentaron laviolencia general y la aspereza, provocadas al final <strong>del</strong> siglo por fuerzas distintas y más modernas.Principalmente en razón <strong>del</strong> fuerte apoyo clerical al antisemitismo, el movimiento socialistafrancés decidió adoptar al fin una postura contra la propaganda antisemita en el affaire Dreyfus.Hasta entonces, sin embargo, <strong>los</strong> movimientos izquierdistas franceses <strong>del</strong> siglo XIX habíanmostrado una franca antipatía hacia <strong>los</strong> judíos. Siguieron simplemente la tradición de la ilustracióndieciochesca, que era la fuente <strong>del</strong> liberalismo y <strong>del</strong> radicalismo franceses, y consideraron lasposturas antijudías como parte integrante <strong>del</strong> anticlericalismo. Estos sentimientos de la izquierda sevieron consolidados, en primer lugar, por el hecho de que <strong>los</strong> judíos alsacianos continuaranviviendo de <strong>los</strong> préstamos a <strong>los</strong> campesinos, práctica que ya había determinado el decreto deNapoleón de 1808. Después de que en Alsacia cambiaron las condiciones, el antisemitismoizquierdista halló una nueva fuente de vigor en la política financiera de la casa de <strong>los</strong> Rothschild,que desempeñó un gran papel en la financiación de <strong>los</strong> Borbones, mantuvo estrechos contactos conLuis Felipe y floreció bajo Napoleón III.Tras estos incentivos obvios y más bien superficiales a las actitudes antijudías existía una causamás profunda, que fue crucial para toda la estructura <strong>del</strong> radicalismo de tipo específicamente51 Véase J. DE MAISTRE, Les Soirées de St. Petersburg, 1921, II, 55.52 CHARLES FOURIER, Nouveau Monde Industriel, 1829, vol. V de sus Oeuvres complètes, 1841, p. 421. Para elexamen de las doctrinas antijudías de Fourier, véase también, de EDMUND SILBERNER, «Charles Fourier on theJewish Question», en Jewish Social Studies, octubre de 1946.53 Véase también el periódico Le Patriote Français, núm. 457, 8 de noviembre de 1790. Citado por CLEMENSAUGUST HOBERG, «Die geistigen Grundlagen des Antisemitismus im modernen Frankreich», en Forschungen zurJudenfrage, 1940, vol. IV.

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