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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 298decidió regimentar a <strong>los</strong> compañeros de viaje en organizaciones frontales, ni quién vio primero enlas masas de <strong>los</strong> vagamente simpatizantes —con las que todos <strong>los</strong> partidos acostumbraban a contarel día de las elecciones, pero a las que consideraban demasiado volubles para la afiliación— no sólouna reserva de la que extraer miembros <strong>del</strong> partido, sino como una fuerza decisiva en sí misma. Lasprimeras organizaciones de simpatizantes inspiradas por <strong>los</strong> comunistas, tales como <strong>los</strong> «Amigos <strong>del</strong>a Unión Soviética» o las asociaciones <strong>del</strong> «Socorro Rojo», evolucionaron hasta llegar a serorganizaciones frontales, pero originariamente no eran nada más ni nada menos que lo que susnombres indicaban: una reunión de simpatizantes para la ayuda financiera o de otro tipo (porejemplo, legal). Hitler fue el primero en señalar que cada movimiento debería dividir en doscategorías a las masas ganadas a través de la propaganda: simpatizantes y afiliados. En sí mismo,esto es suficientemente interesante; aún más significativo es que basara esta división en unafi<strong>los</strong>ofía más amplia, según la cual la mayoría de las personas son demasiado perezosas y cobardespara algo más que para una simple percepción teórica, y sólo una minoría desea luchar por susconvicciones 65 . En consecuencia, Hitler fue el primero en concebir una política consciente deconstante incremento de las filas de simpatizantes, mientras que al mismo tiempo conservabaestrictamente limitado el número de miembros <strong>del</strong> partido 66 . Esta noción de una minoría demiembros <strong>del</strong> partido rodeada de una mayoría de simpatizantes, se aproxima mucho a la realidadulterior de las organizaciones frontales, término que, desde luego, expresa suficientemente sueventual función y que indica dentro <strong>del</strong> mismo movimiento la relación entre miembros ysimpatizantes. Porque las organizaciones frontales de simpatizantes no son menos esenciales alfuncionamiento de su movimiento que su mismo cuerpo de afiliados.Las organizaciones frontales rodean a <strong>los</strong> afiliados al movimiento con una muralla protectora queles separa <strong>del</strong> mundo normal exterior; al mismo tiempo, constituyen un puente hacia la normalidad,sin el cual, durante la fase previa a la conquista <strong>del</strong> poder, <strong>los</strong> afiliados advertirían demasiadoagudamente la distinción entre sus creencias y las de las personas normales, entre su fingidaperspectiva y la realidad <strong>del</strong> mundo normal. La ingeniosidad de este recurso durante la lucha <strong>del</strong>movimiento por el poder estriba en que las organizaciones frontales no sólo aíslan a <strong>los</strong> afiliados,sino que les ofrecen algo semejante a la normalidad exterior que reduce el impacto de la verdaderarealidad más eficazmente que el simple adoctrinamiento. Es esta diferencia entre las propiasactitudes y las de <strong>los</strong> compañeros de viaje las que confirman a un nazi o a un bolchevique en sucreencia en la ficticia explicación <strong>del</strong> mundo, porque, después de todo, el compañero de viaje tienelas mismas convicciones aunque sea en una forma más «normal», es decir, menos fanática, másconfusa; así, para el miembro <strong>del</strong> partido parece que cualquiera a quien el movimiento no hayasingularizado expresamente como enemigo (un judío, un capitalista, etc.), se halla a su lado, que elmundo está lleno de secretos aliados que sencillamente todavía no pueden reunir la necesaria fuerzade mente y de carácter como para extraer las conclusiones lógicas de sus propias convicciones 67 .Por otro lado, el mundo en general usualmente obtiene su primera visión de un movimientototalitario a través de sus organizaciones frontales. Los simpatizantes que, según todas lasapariencias, son todavía innocuos ciudadanos de una sociedad no totalitaria, difícilmente pueden serconsiderados ingenuos fanáticos; a través de el<strong>los</strong> el movimiento hace generalmente más aceptablessus fantásticas mentiras; pueden difundir su propaganda en formas más suaves y respetables, hastaque toda la atmósfera quede envenenada con <strong>los</strong> elementos totalitarios que son difícilmentereconocibles como tales y que parecen ser normales reacciones u opiniones políticas. Las65 HITLER, Op. cit., libro II, cap. XI.66 Ibid. Este principio fue estrictamente aplicado tan pronto como <strong>los</strong> nazis conquistaron el poder. De siete millones deafiliados a las Juventudes Hitlerianas, sólo 50.000 fueron aceptados para su ingreso en el partido en 1937. Véase elprólogo de H. L. CHILDS a The Nazi Primer. Cotéjese también con «Die verfassungsrechtliche Gestaltung der Ein-Partei», de GOTTFRIED NEESSE, en Zeitschrift für die gesamte Staatswissenschaft, 1938, tomo 98, p. 678: «Inclusoel partido único jamás debe crecer hasta abarcar a toda la población. Es ‘total’ en razón de su influencia ideológicasobre la nación.»67 Véase la diferenciación de Hitler entre las «personas radicales», que son las únicas que se hallan preparadas paraconvertirse en miembros <strong>del</strong> partido, y <strong>los</strong> centenares de miles de simpatizantes, que son demasiado «cobardes» parahacer <strong>los</strong> sacrificios necesarios (op. cit., loc. cit.).

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