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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 61francés y que casi logró alzar contra <strong>los</strong> judíos a todo el movimiento izquierdista francés. Losbanqueros eran mucho más fuertes en la economía francesa que en <strong>los</strong> demás países capitalistas, yel desarrollo industrial de Francia, tras un breve progreso durante el reinado de Napoleón III, quedótan retrasado respecto <strong>del</strong> de otras naciones, que las tendencias sociales precapitalistas continuaronejerciendo una considerable influencia. Las clases medias inferiores, que en Alemania y Austria setornaron antisemitas sólo durante las décadas de <strong>los</strong> años 70 y 80, cuando estaban ya tandesesperadas que podían ser utilizadas en beneficio de una política reaccionaria tanto como para lasnuevas políticas de masas, eran antisemitas en Francia desde cincuenta años atrás, cuando, con laayuda de la clase trabajadora, lograron una breve victoria en la revolución de 1848. En <strong>los</strong> años 40,cuando Toussenel publicó Les Juifs, s, rois de l’époque, el libro más importante en una verdaderariada de folletos contra <strong>los</strong> Rothschild, su obra fue entusiásticamente acogida por toda la prensaizquierdista, que por aquella época era el órgano de las bajas clases medias revolucionarias. Sussentimientos, tal como fueron expresados por Toussenel, aunque menos claros y menos complejos,no diferían de <strong>los</strong> <strong>del</strong> joven Marx, y el ataque de Toussenel a <strong>los</strong> Rothschild fue sólo una variaciónmenos afortunada y más laboriosa de las cartas que desde París había escrito Boerne quince añosantes 54 . Estos judíos también se equivocaron al tomar al banquero judío por la figura central <strong>del</strong>sistema capitalista, un error que ha ejercido una cierta influencia en la burocracia municipal y en <strong>los</strong>escalones inferiores de la burocracia estatal en Francia hasta nuestros días. 55Sin embargo, este estallido <strong>del</strong> sentimiento popular antijudío, nutrido por un conflicto económicoentre <strong>los</strong> banqueros judíos y su desesperada clientela, no perduró como factor importante en políticamás que <strong>los</strong> estallidos similares de causas puramente económicas o sociales. Los veinte años <strong>del</strong>Imperio francés de Napoleón III fueron una época de prosperidad y seguridad para la juderíafrancesa, como las dos décadas que precedieron al estallido de la primera guerra mundial enAlemania y en Austria.El único tipo de antisemitismo francés que siguió siendo fuerte y sobrevivió al antisemitismosocial, así como a las despreciativas actitudes de <strong>los</strong> intelectuales anticlericales, formaba parte deuna Xenofobia general. Especialmente después de la primera guerra mundial, <strong>los</strong> judíos extranjerosse convirtieron en estereotipos de todos <strong>los</strong> extranjeros. En todos <strong>los</strong> países de Europa occidental ycentral se había establecido una distinción entre <strong>los</strong> judíos nativos y <strong>los</strong> que «invadieron» el paísprocedentes <strong>del</strong> Este. Los judíos polacos y rusos eran tratados en Alemania y Prusia exactamente <strong>del</strong>a misma manera que <strong>los</strong> judíos rumanos y alemanes en Francia. De igual modo, <strong>los</strong> judíos dePosen, en Alemania, o de Galitzia, en Austria, eran considerados con el mismo presuntuosodesprecio que <strong>los</strong> judíos de Alsacia en Francia. Pero sólo en Francia asumía esta distinción talimportancia en el plano interno. Y probablemente por obra <strong>del</strong> hecho de que <strong>los</strong> Rothschild, queeran más que ningunos otros el objetivo de <strong>los</strong> ataques antijudíos, habían emigrado a Franciaprocedentes de Alemania; así es que hasta el estallido de la segunda guerra mundial era natural sospecharen <strong>los</strong> judíos simpatías por el enemigo nacional.El antisemitismo nacionalista, inocuo en comparación con <strong>los</strong> movimientos modernos, jamás fueen Francia monopolio de <strong>los</strong> reaccionarios y chauvinistas. En este punto, el escritor Jean Giraudoux,54 El ensayo de Marx sobre la cuestión judía es demasiado conocido como para precisar citas. Pero como lasmanifestaciones de Boerne, por su carácter simplemente polémico y no teórico, están siendo olvidadas hoy, cito de lacarta 72. e , escrita en París (enero de 1832): «Rothschild besó la mano <strong>del</strong> Papa... Al fin ha llegado el orden que Dioshabía proyectado cuando creó el mundo. Un pobre cristiano besa <strong>los</strong> pies <strong>del</strong> Papa y un judío rico besa su mano. SiRothschild hubiera otorgado su préstamo romano a un 60 en vez de a un 65 por 100 y si hubiera enviado más de diezmil ducados al cardenal camarlengo, le habrían permitido abrazar al Santo Padre... ¿No sería mejor para el mundo quefueran depuestos todos <strong>los</strong> reyes y que subiera al trono la familia Rothschild?» Briefe aus Paris, 1830-1833.55 Esta actitud queda bien descrita en el prólogo <strong>del</strong> concejal Paul Brousse a la famosa obra de Cesare Lombroso sobreel antisemitismo . (1899). La parte característica <strong>del</strong> argumento se contiene en las siguientes frases: «El pequeñocomerciante necesita crédito, y sabemos cuán mal organizado y cuán caro es el crédito en estos días. Aquí también elpequeño comerciante hace responsable al banquero judío. Y de aquí hasta el obrero, es decir, hasta aquel<strong>los</strong> obreros queno tienen una clara noción <strong>del</strong> socialismo científico, todo el mundo piensa que la revolución puede progresar si laexpropiación general de <strong>los</strong> capitalistas es precedida por la expropiación de <strong>los</strong> c a p italistas judíos, que son <strong>los</strong> mástípicos y cuyos nombres son <strong>los</strong> más familiares a las masas.»

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