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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 327la historia romana, la autoridad, cualquiera que sea su forma, siempre significa una restricción o unalimitación de la libertad, pero nunca su abolición. La denominación totalitaria, empero, se orienta ala abolición de la libertad, incluso a la eliminación de la espontaneidad humana en general, y enforma alguna a una restricción de la libertad, por tiránica que sea. Técnicamente, esta ausencia decualquier autoridad o jerarquía en el sistema totalitario se advierte en el hecho de que entre el podersupremo (el Führer) y <strong>los</strong> dominados no existen niveles fiables de intervención, cada uno de <strong>los</strong>cuales habría de recibir su debida proporción de autoridad y de obediencia. La voluntad <strong>del</strong> Führerpuede ser encarnada en todas partes y en todo momento, y él no está ligado a ninguna jerarquía, nisiquiera a la que pueda haber establecido él mismo. Por eso no es exacto decir que el mo vimiento,tras haberse apoderado <strong>del</strong> poder, funda una multiplicidad de principados en cuyos teritorios cadapequeño jefe es libre de hacer lo que le plazca y de imitar al gran jefe de la cumbre 45 . La afirmaciónnazi de que «el partido es la orden de <strong>los</strong> Führers» 46 era una simple mentira. De la misma maneraque la multiplicación infinita de organismos y la confusión de la autoridad conducen a una situaciónen la que cada ciudadano se siente directamente enfrentado con la voluntad <strong>del</strong> jefe, quearbitrariamente escoge el órgano ejecutante de sus decisiones, así el millón y medio de Führers entodo el III Reich 47 sabían muy bien que su autoridad se derivaba principalmente de Hitler, sinintervención de <strong>los</strong> sucesivos niveles de una jerarquía operante 48 . La dependencia directa era real, yla jerarquía operante, desde luego de importancia social, era una imitación ostensible y espúrea deun Estado autoritario.El monopolio absoluto <strong>del</strong> poder y de la autoridad que posee el jefe es más evidente en larelación entre él y el dirigente de su Policía, que en un Estado totalitario ocupa la posición públicamás poderosa. Sin embargo, a pesar <strong>del</strong> enorme material y <strong>del</strong> poder organizador que tiene a sudisposición como jefe de un verdadero ejército policíaco y de todas las formaciones de élite, el jefede la Policía, aparentemente, ni siquiera se halla en situación de apoderarse <strong>del</strong> poder y deconvertirse en dominador <strong>del</strong> país. Así, antes de la caída de Hitler, Himmler nunca soñó con rozar lareivindicación de la jefatura de Hitler 49 y jamás fue propuesto como sucesor de Hitler. Aún másinteresante en este contexto es el fatídico intento de Beria por lograr el poder tras la muerte deStalin. Aunque Stalin jamás había permitido a ninguno de sus jefes de la Policía disfrutar de unasituación comparable a la de Himmler durante <strong>los</strong> últimos años de la dominación nazi, Beriadisponía también de fuerzas suficientes para desafiar la dominación <strong>del</strong> partido tras la muerte deStalin, ocupando simplemente todo Moscú y todos <strong>los</strong> accesos al Kremlin; nadie, excepto elEjército rojo, hubiera podido haber impedido su reivindicación <strong>del</strong> poder, y ello habría conducido auna sangrienta guerra civil cuyo resultado en manera alguna hubiera sido seguro. Lo cierto es queBeria abandonó voluntariamente todas sus posiciones sólo unos pocos días después, aunque debierahaber sabido que perdería la vida por haberse atrevido durante unos días a desplegar el poder de la45 La noción de una división en «pequeños principados» que formaban «una pirámide de poder al margen de la Ley conel Führer en la cima» es de Robert H. Jackson. Véase cap. XII de Nazi Conspiracy, II, pp. 1 y ss. Para impedir elestablecimiento de semejante Estado autoritario, Hitler, en fecha tan temprana como 1934, promulgó el siguientedecreto <strong>del</strong> partido: «La fórmula de tratamiento Mein Führer queda reservada exclusivamente para el Führer. Por ello,prohíbo a todos <strong>los</strong> subjefes <strong>del</strong> NSDAP que permitan que se les dé tratamiento de Mein Reichsleiter, etc., bien depalabra o por escrito. La forma de tratamiento tiene que ser Pg. [Parteigenosse, camarada <strong>del</strong> partido]... o Gauleiter,etc.» Véase Verfügungen, Anordnungen, Bekanntgaben, op. cit., decreto <strong>del</strong> 20 de agosto de 1934.46 Véase el Organisationsbuch der NSDAP.47 Véase el mapa 14 en el vol. III de Nazi Conspiracy.48 Todos <strong>los</strong> juramentos en el partido, así como en las formaciones de élite, eran formulados en nombre de AdolfoHitler.49 El primer paso de Himmler en esta dirección se produjo en el otoño de 1944, cuando, por su propia iniciativa, ordenóque fueran desmanteladas las instalaciones de gas en <strong>los</strong> campos de exterminio y que se detuvieran las matanzasmasivas. Esta fue su forma de iniciar negociaciones de paz con las potencias occidentales. Resulta suficientementeinteresante que, al parecer, Hitler nunca fuera informado de tales preparativos; se supone que nadie se atrevió a decirleque se había renunciado ya a uno de sus más importantes fines bélicos. Véase Bréviaire de la haine, de LÉONPOLIAKOV, 1951, p. 232.

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