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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 380característicos de las tiranías. Los contactos políticos entre <strong>los</strong> hombres quedan cortados en elGobierno tiránico y frustradas las capacidades humanas para la acción y para el poder. Pero notodos <strong>los</strong> contactos entre <strong>los</strong> hombres quedan rotos ni destruidas todas las capacidades humanas.Toda la esfera de la vida privada, con las capacidades para la experiencia, la fabricación y elpensamiento, quedan intactas. Sabemos que el anillo de hierro <strong>del</strong> terror total no deja espacio parasemejante vida privada y que la autocoacción de la lógica totalitaria destruye la capacidad <strong>del</strong>hombre para la experiencia y el pensamiento tan seguramente como su capacidad para la acción.Lo que llamamos aislamiento en la vida política se llama soledad en la esfera de las relacionessociales. El aislamiento y la soledad no son lo mismo. Yo puedo estar aislado: es decir, hallarme enuna situación en la que no pueda actuar porque no hay nadie que actúe conmigo, sin estar solo; ypuedo estar solo: es decir, en una situación en la que yo, como persona, me siento abandonado detoda compañía humana, sin hallarme aislado. El aislamiento es ese callejón sin salida al que sonempujados <strong>los</strong> hombres cuando es destruida la esfera política de sus vidas, donde actúan juntamenteen la prosecución de un interés común. Sin embargo, el aislamiento, aunque destructor <strong>del</strong> poder yde la capacidad para la acción, no sólo deja intactas todas las llamadas actividades productoras <strong>del</strong>hombre, sino que incluso se requiere para éstas. El hombre, en cuanto homo faber, tiende a aislarsecon su obra, es decir, a abandonar temporalmente el terreno de la política. La fabricación (poiesis, laelaboración de cosas), como diferenciada de la acción (praxis), por una parte, y <strong>del</strong> puro trabajo, porotra, es realizada siempre en un cierto aislamiento de las preocupaciones comunes, tanto si elresultado es una muestra de pericia manual como una obra de arte. En el aislamiento, el hombrepermanece en contacto con el mundo como artífice humano; sólo cuando es destruida la máselemental forma de creatividad humana, que es la capacidad de añadir algo propio al mundo común,el aislamiento se torna inmediatamente insoportable. Esto puede suceder en un mundo cuyosprincipales valores sean dictados por el trabajo, es decir, donde todas las actividades humanas hayansido transformadas en trabajo. Bajo semejantes condiciones sólo queda el puro esfuerzo <strong>del</strong> trabajo,que es el esfuerzo por mantenerse vivo, y se halla rota la relación con el mundo como artificiohumano. El hombre aislado, que ha perdido su lugar en el terreno político de la acción, esabandonado también por el mundo. Ya no es reconocido como un homo faber, sino tratado como unanimal laborans cuyo necesario «metabolismo con la Naturaleza» no preocupa a nadie. Entonces elaislamiento se torna soledad. La tiranía basada en el aislamiento deja generalmente intactas lascapacidades productoras <strong>del</strong> hombre; una tiranía sobre «trabajadores», sin embargo, como, porejemplo, la dominación sobre <strong>los</strong> esclavos en la antigüedad, sería automáticamente una dominaciónsobre hombres solitarios y no solamente aislados y tendería a ser totalitaria. .Mientras que el aislamiento corresponde sólo al terreno político de la vida, la soledadcorresponde a la vida humana en conjunto. Los Gobiernos totalitarios, como todas las tiranías, nopodrían ciertamente existir sin destruir el terreno público de la vida, es decir, sin destruir, aislando a<strong>los</strong> hombres, sus capacidades políticas. Pero la dominación totalitaria como forma de gobiernoresulta nueva en cuanto que no se contenta con este aislamiento y destruye también la vida privada.Se basa ella misma en la soledad, en la experiencia de no pertenecer en absoluto al mundo, quefigura entre las experiencias más radicales y desesperadas <strong>del</strong> hombre.La soledad, el terreno propio <strong>del</strong> terror, la esencia <strong>del</strong> Gobierno totalitario, y para la ideología ola lógica, la preparación de ejecutores y víctimas, está estrechamente relacionada con eldesarraigamiento y la superfluidad, que han sido el azote de las masas modernas desde el comienzode la revolución industrial y que se agudizaron con el auge <strong>del</strong> imperialismo a finales <strong>del</strong> siglopasado y la ruptura de las instituciones políticas y de las tradiciones sociales en nuestro propiotiempo. Estar desarraigado significa no tener en el mundo un lugar reconocido y garantizado por <strong>los</strong>demás; ser superfluo significa no pertenecer en absoluto al mundo. El desarraigamiento puede ser lacondición preliminar de la superfluidad, de la misma manera que el aislamiento puede ser (aunqueno lo sea forzosamente) la condición preliminar de la soledad. Considerada en sí misma, sinconsideración a sus recientes causas históricas y a su nuevo papel en política, la soledad es almismo tiempo contraria a <strong>los</strong> requerimientos básicos de la condición humana y una de lasexperiencias fundamentales de cada vida humana. Incluso la experiencia <strong>del</strong> mundo material y

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