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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 319En la práctica, este estado permanente de ilegalidad halló expresión en el hecho de que «ya no sehacían públicos cierto número de reglamentos válidos» 10 . Teóricamente, este hecho correspondía ala afirmación de Hitler según la cual «el Estado total no debe conocer diferencia alguna entre la leyy la ética» 11 ; porque, si se suponía que la ley válida es idéntica a la ética común y procedía de suconciencia, entonces no existía, desde luego, necesidad alguna de decretos públicos. La UniónSoviética, donde la Administración civil prerrevolucionaria fue exterminada durante la revolución ydonde el régimen prestó escasa atención a las cuestiones constitucionales durante el período decambio revolucionario, llegó incluso a tomarse la molestia de promulgar una Constituciónenteramente nueva y muy elaborada, la de 1936 («un velo de frases liberales y de asertos con laguillotina al fondo») 12 , acontecimiento que fue jaleado en Rusia y en el exterior como la conclusión<strong>del</strong> período revolucionario. Sin embargo, la publicación de la Constitución resultó ser el comienzode la gigantesca superpurga que en casi dos años liquidó la Administración existente y borró todos<strong>los</strong> rastros de vida normal y de recuperación económica que se habían desarrollado en <strong>los</strong> cuatroaños siguientes a la liquidación de <strong>los</strong> kulaks y que habían operado la colectivización de lapoblación rural 13 . Desde entonces, la Constitución de 1936 realizó exactamente el mismo papel queel desempeñado por la Constitución de Weimar bajo el régimen nazi: fue completamentemarginada, pero jamás abolida. La única diferencia estribó en el hecho de que Stalin pudo permitirun absurdo aún mayor: con la excepción de Vichinsky, todos aquel<strong>los</strong> que habían elaborado lanunca repudiada Constitución fueron ejecutados como traidores.Lo que sorprende al observador <strong>del</strong> Estado totalitario no es ciertamente su estructura monolítica.Al contrario, todos <strong>los</strong> verdaderos estudiosos <strong>del</strong> tema se hallan de acuerdo al menos acerca de lacoexistencia (o el conflicto) de una autoridad dual, el partido y el Estado. Muchos, además, hansubrayado la peculiar «falta de conformación» <strong>del</strong> Estado totalitario 14 . Thomas Masarky vio muypronto que el «llamado sistema bolchevique nunca había sido nada más que una completa ausenciade sistema» 15 ; y es perfectamente cierto que «incluso un experto se volvería loco si tratara deeran publicados regularmente por W. Hoche bajo el título de Die Gesetzgebung des Kabinetts Hitler (Berlín, 1933 y ss.Consideraba Maunz que, pese a la ausencia de un nuevo y amplio orden legal, nunca había tenido lugar una «ampliareforma» (véase «Die deutsche Polizei», de ERNST R. HUBER, en Zeitschrift für die gesamte Staatswissenschaft, tomo101, 1940-1, pp. 273 y ss).10 MAUNZ, op. cit., p. 49. Por lo que yo sé, Maunz es el único de <strong>los</strong> autores nazis que ha mencionado estacircunstancia y la ha subrayado suficientemente. Sólo a través de <strong>los</strong> cinco volúmenes de Verfügungen, Anordnungen,Bekanntgaben, que fueron compilados e impresos durante la guerra por la Cancillería <strong>del</strong> Partido, conforme a lasinstrucciones de Martin Bormann, es posible obtener un atisbo de esta legislación secreta por la que en realidad eragobernada Alemania. Según el prólogo, <strong>los</strong> volúmenes se hallaban «destinados solamente para el trabajo interno <strong>del</strong>Partido y debían ser considerados confidenciales». Cuatro de estos volúmenes, evidentemente muy raros, comparadoscon <strong>los</strong> cuales la compilación de Hoche de la legislación <strong>del</strong> Gobierno de Hitler es simplemente una fachada, seencuentran en la Biblioteca Hoover.11 Esta fue la «advertencia» <strong>del</strong> Führer a <strong>los</strong> juristas en 1933, citada por HANS FRANK, NationalsozialistischeLeitsätze für ein neues deutscher Strafrecht, segunda parte, 1936, p. 8.12 DEUTSCHER, op. cit., p. 381. Hubo unos primeros intentos de establecer una Constitución en 1918 y en 1924. Lareforma constitucional de 1944 bajo la cual algunas repúblicas soviéticas habían de tener sus propios representantes enel exterior y sus propios Ejércitos fue una maniobra táctica concebida para lograr para la Unión Soviética algunos votosadicionales en las Naciones Unidas.13 Véase DEUTSCHER, op. cit., p. 375. Tras una atenta lectura <strong>del</strong> discurso de Stalin relativo a la Constitución (suInforme al VIII Congreso Extraordinario de <strong>los</strong> Soviets el 25 de noviembre de 1936) resulta evidente que nunca fueconcebida como definitiva. Stalin declaró explícitamente: «Este es el marco de nuestra Constitución en el momentohistórico dado. Así la redacción de la nueva Constitución representa la suma total <strong>del</strong> camino ya recorrido, la suma totalde <strong>los</strong> logros ya exis tentes.» En otras palabras, la Constitución estaba ya fechada en el momento en que fue anunciada ytenía simplemente un interés histórico. Que ésta no es simplemente una interpretación arbitraria lo demostró Molotov,quien, en su discurso sobre la Constitución, recoge el tema de Stalin y subraya la naturaleza provisional de toda lacuestión. «Hemos realizado la fase primera e inferior <strong>del</strong> comunismo. Ni siquiera ha sido completada esta primera fase<strong>del</strong> comunismo, la <strong>del</strong> socialismo; sólo se ha erigido el armazón de su estructura» (véase Die Verfassung desSozialistischen Staates der Arbeiter und Bauern, Editions Prométhée, Estrasburgo, 1937, páginas 42 y 84).14 «La vida constitucional alemana queda así caracterizada, en contraste con la de Italia, por su profunda falta deconformación» (FRANZ NEUMANN, Behemoth, 1942, apéndice, p. 521).15 Cita de BORIS SOUVARINE, Stalin: A Critical Survey of Bolshevism, Nueva York, 1939, p. 695.

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