12.07.2015 Views

arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 72ningún país ni en época alguna. Nunca otra vez un grupo social aceptaría a <strong>los</strong> judíos con una mentey un corazón libres. Se mostraría amistoso con <strong>los</strong> judíos, bien porque se viera impulsado por supropio atrevimiento y «vicio», o como protesta contra la conversión en parias de unosconciudadanos. Pero <strong>los</strong> judíos se convirtieron en parias sociales allí donde dejaron de ser proscritospolíticos y civiles.Es importante tener presente que la asimilación como fenómeno de grupo sólo existió entre <strong>los</strong>intelectuales judíos. No es un accidente que el primer judío culto, Moses Men<strong>del</strong>ssohn, fueratambién el primero que, pese a su bajo status cívico, fuera admitido en una sociedad no judía. Losjudíos palaciegos y sus sucesores, <strong>los</strong> banqueros y <strong>los</strong> hombres de negocios de Occidente, nuncafueron socialmente aceptables ni se preocuparon de abandonar <strong>los</strong> muy estrechos límites de suinvisible ghetto. En un principio se mostraban orgul<strong>los</strong>os, como todos <strong>los</strong> advenedizos no maleados,<strong>del</strong> oscuro fondo de miseria y pobreza <strong>del</strong> que procedían. Más tarde, cuando fueron atacados desdetodos <strong>los</strong> lados, tuvieron un claro interés por la pobreza e incluso el atraso de sus masas, porque sehabía convertido en un argumento, una prenda de su propia seguridad. Lentamente y con rece<strong>los</strong> sevieron forzados a apartarse de las más rigurosas exigencias de la Ley judía —jamás abandonaronsus tradiciones religiosas—, y, sin embargo, aún demandaban más ortodoxia de las masas judías 17 .La disolución de la autonomía comunal judía les tornó mucho más dispuestos no sólo a proteger alas comunidades judías contra las autoridades, sino también a gobernarlas con la ayuda <strong>del</strong> Estadopara que la frase que aludía a la «doble dependencia» de <strong>los</strong> judíos pobres tanto respecto <strong>del</strong>Gobierno como de sus hermanos ricos, sólo reflejara la realidad 18 .Los notables judíos (como eran denominados en el siglo XIX) gobernaban las comunidadesjudías, pero no pertenecían a éstas socialmente y ni siquiera geográficamente. En cierto sentidopermanecían tan lejos de la sociedad judía como de la sociedad gentil. Habiendo realizado brillantescarreras individuales y habiéndoles sido otorgados por sus superiores considerables privilegios,formaron una clase de comunidad de excepciones con oportunidades sociales extremadamentelimitadas. Despreciados, como era natural, por la sociedad palaciega, carentes de conexioneseconómicas con la clase media no judía, sus contactos sociales se realizaban tan al margen de lasociedad como su auge económico había sido independiente de las condiciones económicascontemporáneas. Este aislamiento y esta independencia les proporcionaron frecuentemente unsentimiento de orgullo, ilustrado por la siguiente anécdota, que se remonta a comienzos <strong>del</strong> sigloXVIII: «Un cierto judío..., cuando un médico noble y culto le reprochó el orgullo (de <strong>los</strong> judíos),pese a no contar con príncipes entre el<strong>los</strong> ni participación alguna en el Gobierno..., replicó coninsolencia: ‘Nosotros no somos príncipes, pero les gobernamos’» 19 .Tal orgullo es casi lo opuesto a la arrogancia de clase, que se desarrolló sólo lentamente entre <strong>los</strong>judíos privilegiados. Gobernando como príncipes absolutos entre su propio pueblo, seguíanconsiderándose primi inter pares. Estaban más orgul<strong>los</strong>os de ser un «rabino privilegiado de toda lajudería» o un «príncipe de Tierra Santa» que de cualesquiera títu<strong>los</strong> que sus superiores pudieranofrecerles 20 . Hasta mediados <strong>del</strong> siglo XVIII se habrían mostrado conformes con el judío holandés17 De esta forma, <strong>los</strong> Rothschild en la década de <strong>los</strong> 20 <strong>del</strong> siglo XIX anularon una gran donación a su comunidadnativa de Francfort para contrarrestar la influencia de <strong>los</strong> reformadores que querían que <strong>los</strong> niños judíos recibieranenseñanza general. Véase Neuere Geschichte der Israeliten, de ISAAK MARKUS JOST, 1846, X, 102.18 Op. cit., IX, 38. Los judíos palaciegos y <strong>los</strong> ricos banqueros judíos que siguieron sus huellas, jamás desearonabandonar la comunidad judía. Frente a las autoridades públicas actuaron como sus representantes y protectores; se lesotorgaba frecuentemente poder oficial sobre las comunidades que gobernaban desde lejos, de forma tal que la antiguaautonomía de las comunidades judías resultó minada y destruida mucho antes de que fuera abolida por la Nación-Estado. El primer judío palaciego con aspiraciones monárquicas sobre su propia «nación» fue un judío de Praga,proveedor <strong>del</strong> Elector Mauricio de Sajonia, durante el siglo XVI. Pidió que todos <strong>los</strong> rabinos y jefes de comunidadfueran miembros de su familia. (Véase Geschichte der Juden in Boehmen, Maehren und Schlesien, de BONDY-DWORSKY, Praga, 1906, II, 727.) La práctica de afirmar a <strong>los</strong> judíos palaciegos como dictadores de sus comunidadesse generalizó en el siglo XVIII, y fue seguida por el dominio de <strong>los</strong> «notables» durante el siglo XIX.19 JOHANN JACOB SCHUDT, Jüdische Merkwürdigkeiten, Francfort <strong>del</strong> Main, 1715-1717, IV, Anexo 4820 SELMA STERN, Jud Suess, Berlin, 1929, pp. 18 y ss.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!