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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 328Policía contra el poder <strong>del</strong> partido 50 .Esta falta de poder absoluto no impide, desde luego, al jefe de la Policía organizar su aparato deacuerdo con <strong>los</strong> principios <strong>del</strong> poder totalitario. Así resulta notable ver cómo Hitler, tras sunombramiento, comenzó la reorganización de la Policía alemana introduciendo en el yacentralizado aparato de la Policía secreta la multiplicación de organismos, es decir, aparentemente,hizo lo que todos <strong>los</strong> expertos <strong>del</strong> poder, anteriores a <strong>los</strong> regímenes totalitarios, hubieranconsiderado como una descentralización proclive a una disminución <strong>del</strong> poder. Al servicio de laGestapo, Himmler añadió primeramente el Servicio de Seguridad, en un principio una división <strong>del</strong>as SS y fundado como organismo de policía en el seno <strong>del</strong> partido. Mientras que las oficinasprincipales de la Gestapo y <strong>del</strong> Servicio de Seguridad se hallaban eventualmente centralizadas enBerlín, las sucursales regionales de estos dos grandes servicios secretos conservaron sus identidadesseparadas y cada una informaba directamente a la propia oficina de Himmler en Berlín 51 . En elcurso de la guerra, Himmler añadió dos nuevos servicios de información: uno, constituido por <strong>los</strong>llamados inspectores, que se suponía que habían de coordinar y controlar el Servicio de Seguridadcon la policía y que se hallaban sujetos a la jurisdicción de las SS; el segundo era un organismo deinformación específicamente militar, que actuaba independientemente de las fuerzas militares <strong>del</strong>Reich y que finalmente logró absorber al propio Servicio de Información <strong>del</strong> Ejército 52 .La completa ausencia de revoluciones palaciegas, triunfantes o fracasadas, es una de las másnotables características de las dictaduras totalitarias (con una excepción, ningún nazi insatisfechotomó parte en la conspiración militar contra Hitler de julio de 1944). En la superficie, el principio<strong>del</strong> jefe parece invitar a sangrientos cambios <strong>del</strong> poder personal sin un cambio de régimen. Este noes más que uno de <strong>los</strong> muchos indicios de que la forma totalitaria de gobierno tiene muy poco quever con el ansia de poder o incluso con el deseo de una máquina generadora de poder, con el juego<strong>del</strong> poder por el poder que fue característico de las últimas fases de la dominación imperialista.Técnicamente hablando, sin embargo, es una de las más importantes indicaciones de que elGobierno totalitario, pese a todas las apariencias, no es la dominación de una camarilla o de unabanda 53 . Las pruebas de la dictadura de Hitler, tanto como las de la dictadura de Stalin, señalanclaramente el hecho de que el aislamiento de individuos atomizados no sólo proporciona la masabásica para la dominación totalitaria, sino que afecta a la verdadera cumbre de toda la estructura.Stalin fusiló casi a todos <strong>los</strong> que podían afirmar que pertenecían a la camarilla dominante ydesplazó una vez y otra a <strong>los</strong> miembros <strong>del</strong> Politburó siempre que se hallaba a punto deconsolidarse una camarilla. Hitler destruyó en la Alemania nazi a las camarillas con medios menosdrásticos: la única purga sangrienta fue la dirigida contra la camarilla de Röhm, que, desde luego, semantenía firmemente unida gracias a la homosexualidad de sus miembros dirigentes; impidió laformación de camarillas mediante cambios constantes de poder y de autoridad y <strong>los</strong>desplazamientos frecuentes de <strong>los</strong> íntimos de su círculo inmediato, de forma tal que se evaporórápidamente la antigua solidaridad entre quienes habían llegado al poder con él. Parece obvio,además, que la monstruosa infi<strong>del</strong>idad que es descrita con trazos casi idénticos como el rasgosobresaliente de <strong>los</strong> caracteres de Hitler y de Stalin no les permitía presidir nada tan duradero ydurable como una camarilla. Pese a todo, el hecho es que no existe interrelación entre quienesdesempeñan cargos; no se hallan ligados por un status igual en una jerarquía política o por larelación entre superiores e inferiores, ni siquiera por las inciertas lealtades de <strong>los</strong> gangsters. En la50 Para <strong>los</strong> acontecimientos que siguieron a la muerte de Stalin, véase American in Russia, de HARRISON E.SALISBURY, Nueva York, 1955.51 Véase el excelente análisis de la estructura de la Policía nazi en Nazi Conspiracy, II, pp. 250 y ss., p. 256.52 Ibíd., p. 252.53 FRANZ NEUMANN, op. cit., pp. 251 y ss., duda de «si Alemania puede ser llamada un Estado. Es más una banda enla que <strong>los</strong> jefes se ven obligados a asentir después de no estar de acuerdo». Las obras de Konrad Heiden resultanrepresentativas de la teoría <strong>del</strong> Gobierno mediante una camarilla. Con respecto a la formación de las camarillas en tornode Hitler, resultan completamente ilustrativas The Bormann Letters, publicadas por Trevor-Roper. En el proceso de <strong>los</strong>médicos («Los Estados Unidos contra Karl Brand y otros», sesión <strong>del</strong> 13 de mayo de 1947), Víctor Brack declaró que,en fecha tan temprana como 1933, Bormann, actuando sin duda conforme a órdenes de Hitler, había comenzado aorganizar un grupo de personas que se hallaba por encima <strong>del</strong> Estado y <strong>del</strong> partido.

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