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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 193olvidados por <strong>los</strong> anteriores grupos dominantes de la Nación-Estado 13 . Su influencia sobre <strong>los</strong>intelectuales fue aún más pronunciada —la intelligentsia rusa, con sólo unas pocas excepciones, erapaneslava, y el pangermanismo se inició en Austria casi como un movimiento estudiantil 14 . Ladiferencia principal respecto <strong>del</strong> imperialismo más respetable de las naciones occidentales fue laausencia de un apoyo capitalista; sus intentos de expansión no fueron ni pudieron ser precedidos porla exportación de dinero superfluo y de hombres superfluos, porque Europa no ofrecíaoportunidades coloniales ni para uno ni para otros. Entre sus dirigentes no hallamos, por eso, apenasalgún hombre de negocios y encontramos muy pocos aventureros, pero hubo muchos miembros <strong>del</strong>as profesiones liberales, profesores y funcionarios. 15Mientras que el imperialismo ultramarino, pese a sus tendencias antinacionales, logró prolongarla vida de las anticuadas instituciones de la Nación-Estado, el imperialismo continental era y siguiósiendo inequívocamente hostil a todos <strong>los</strong> cuerpos políticos existentes. Su talante general, por ello,fue mucho más rebelde, y sus dirigentes, mucho más inclinados a la retórica revolucionaria. Entanto que el imperialismo ultramarino había ofrecido panaceas auténticas suficientes para <strong>los</strong>residuos de todas las clases, el imperialismo continental no tenía nada que ofrecer excepto unaideología y un movimiento. Sin embargo, esto resultó bastante en una época que prefería una clavepara la historia a la acción política, en un tiempo en que <strong>los</strong> hombres, en medio de unadesintegración comunal y de una atomización social, deseaban encajarse a cualquier precio. Deforma semejante, la visible distinción de una piel blanca, cuyas ventajas en un entorno negro opardo son fácilmente comprendidas, podía ser equiparada con éxito con una distinción puramenteimaginaria entre un oriental y un occidental o entre el alma aria y el alma no aria. Lo importante esque una ideología más bien complicada y una organización que no pro pugnaba un interésinmediato resultaron ser más atractivas que las ventajas tangibles y las convicciones corrientes.Pese a su falta de éxito, con su proverbial atractivo para el populacho, <strong>los</strong> pan-movimientosejercieron desde el principio una atracción mucho más fuerte que la <strong>del</strong> imperialismo de ultramar.Esta atracción popular, que soportó fracasos tangibles y constantes cambios de programa, prefiguró<strong>los</strong> ulteriores grupos totalitarios que eran similarmente vagos respecto de sus objetivos reales y queestaban sujetos a constantes cambios en sus líneas políticas. Lo que mantuvo unidos a <strong>los</strong> afiliados a<strong>los</strong> pan-movimientos era mucho más un talante general que un objetivo claramente definido. Esverdad que el imperialismo ultramarino situó a la expansión como tal por encima de cualquierprograma de conquista y por ello tomó posesión de cualquier territorio que se le ofrecía como unaoportunidad fácil. Sin embargo, por caprichosa que hubiera sido la exportación <strong>del</strong> dinero superfluo,sirvió para <strong>del</strong>imitar la subsiguiente expansión; <strong>los</strong> objetivos de <strong>los</strong> pan-movimientos carecíanincluso de este elemento más bien anárquico de planificación humana y de limitación geográfica.Pero, aunque no tenían programas específicos para la conquista <strong>del</strong> mundo, generaron un talantecompletamente absorbente de predominio total, para abarcar todas las cuestiones humanas, de «panhumanismo»,como señaló Dostoievsky en una ocasión 16En la alianza imperialista entre el populacho y el capital, la iniciativa estaba principalmente <strong>del</strong>lado de <strong>los</strong> representantes de éste —excepto en el caso de Sudáfrica, donde se desarrolló muytempranamente una clara política <strong>del</strong> populacho. En <strong>los</strong> pan-movimientos, por otra parte, lainiciativa siempre descansaba exclusivamente en el populacho, que era conducido entonces (comohoy) por un cierto tipo de intelectuales. Carecían de la ambición de dominar al mundo y ni siquiera13 «Al menos hasta la guerra, el interés de <strong>los</strong> grandes partidos por <strong>los</strong> asuntos exteriores se vio casi completamenteeclipsado por <strong>los</strong> grandes temas de política interna. La actitud de la Liga Pangermanista es diferente, y éste esindudablemente un tanto propagandístico» (MARTIN WENCK, Alldeutsche Taktik, 1917).14 Véase PAUL MOLISCH, Geschichte der deutschnationalen Bewegung in Oesterreich, Jena, 1926, p. 90: «Es unhecho» que el cuerpo estudiantil no refleja sencillamente en manera alguna la constelación política general; al contrario,en el cuerpo estudiantil se originaron fuertes opiniones pangermanistas y a partir de allí pasaron a la política general.15 En WERTHEIMER, op. cit., puede hallarse una útil información acerca de la procedencia social de <strong>los</strong> afiliados, <strong>los</strong>jefes locales y <strong>los</strong> directivos de la Liga Pan-germanista. Véase también Der alldeutsche Verband, 1890-1918, deLOTHAR WERNER. Historische Studien, fasc. 278, Berlín, 1935, y Der deutsche Chauvinismus, de GOTTFRIEDNIPPOLD, 1913, pp. 179 y ss.16 Cita de HANS KOHN, «The Permanent Mission», en The Review of Politics, julio de 1948.

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