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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 62ministro de Propaganda en el Gabinete de guerra de Daladier, se mostraba de completo acuerdo conPétain 56 y el Gobierno de Vichy, el cual, también, por mucho que tratara de agradar a <strong>los</strong> alemanes,no logró superar las limitaciones de esta anticuada antipatía hacia <strong>los</strong> judíos. El fracaso era aún másnotable, puesto que Francia había producido un sobresaliente antisemita que comprendía todo elalcance y todas las posibilidades de la nueva arma. El hecho de que este hombre fuese un destacadonovelista resulta característico de las condiciones de Francia, donde el antisemitismo nunca cayó enel mismo descrédito social e intelectual de otros países europeos.Louis Ferdinand Céline poseía una tesis sencilla e ingeniosa, que contenía exactamente laimaginación ideológica de que había carecido el más racional antisemitismo francés. Afirmaba que<strong>los</strong> judíos habían impedido que Europa evolucionara hasta formar una entidad política, habíanprovocado todas las guerras europeas desde el año 843 y habían conspirado para arruinar tanto aFrancia como a Alemania, incitando su hostilidad mutua. Céline ofreció esta fantásticainterpretación de la Historia en L’École des cadavres, escrita en la época <strong>del</strong> pacto de Munich ypublicada durante <strong>los</strong> primeros meses de la guerra. Un folleto anterior sobre el mismo tema,Bagatelle pour un massacre (1938), aunque no incluía la nueva clave de la historia de Europa,resultaba notablemente moderno por su forma de abordar el tema; evitaba todas las diferenciacionesrestrictivas entre judíos nativos y judíos extranjeros, entre judíos buenos y judíos ma<strong>los</strong>, y no semolestaba en complejas propuestas legislativas (característica particular <strong>del</strong> antisemitismo francés),sino que iba derecho al fondo de la cuestión y pedía la matanza de todos <strong>los</strong> judíos.El primer libro de Céline fue muy favorablemente acogido por destacados intelectuales deFrancia, que se mostraron mitad satisfechos por el ataque a <strong>los</strong> judíos y mitad convencidos de queno era nada más que una nueva e interesante fantasía literarias 57 . Exactamente por las mismasrazones, <strong>los</strong> fascistas franceses no tomaron en serio a Céline, pese al hecho de que <strong>los</strong> nazissupieran siempre que él era el único verdadero antisemita de Francia. El buen sentido inherente a<strong>los</strong> políticos franceses y su respetabilidad profundamente arraigada les impidieron aceptar a uncharlatán y a un fanático. El resultado fue que, incluso <strong>los</strong> alemanes que estaban mejor informados,tuvieron que continuar utilizando en su ayuda a elementos tan inadecuados como Doriot, unseguidor de Mussolini, y a Pétain, un chauvinista francés que carecía de comprensión por todo loque fueran <strong>los</strong> problemas modernos, en su vano esfuerzo por persuadir al pueblo francés de que elexterminio de <strong>los</strong> judíos sería un remedio para todo lo que existía bajo el sol. La forma en que sedesarrolló esta situación durante <strong>los</strong> años en que existió en Francia una disposición oficial e inclusono oficial a cooperar con la Alemania nazi, indica claramente cuán ineficaz resultaba elantisemitismo <strong>del</strong> siglo XIX para <strong>los</strong> nuevos objetivos políticos <strong>del</strong> XX, aun en un país dondehabía alcanzado su más completo desarrollo y donde había sobrevivido a todos <strong>los</strong> demás cambiosen la opinión pública. No importaba que capacitados periodistas <strong>del</strong> siglo XIX como EdouardDrumont e incluso grandes escritores contemporáneos como Georges Bernanos contribuyeran a unacausa que resultaba mucho más adecuadamente servida por chiflados y charlatanes.El hecho de que Francia, por diversas razones, jamás llegara a contar con un partidoabiertamente imperialista resultó ser el elemento decisivo. Como muchos políticos colonialistasfranceses habían señalado 58 , sólo una alianza franco-germana habría permitido a Francia competir56 Por lo que se refiere a la sorprendente continuidad de <strong>los</strong> argumentos antisemitas franceses, compárese, por ejemplo,la imagen <strong>del</strong> judío «Iscariote» que llega a Francia con 100.000 libras, se establece en una ciudad donde encuentra seiscompetidores en su terreno, hunde a toda la competencia amasa una gran fortuna y retorna a Alemania (en Théorie desquatre mouvements, 1808, Oeuvres complètes, 88 y ss.) con la imagen de Giraudoux de 1939: «Mediante unainfiltración cuyo secreto en vano he tratado de detectar, cientos de miles de Ashkenasim, que escaparon de <strong>los</strong> ghettospolacos y rumanos, han entrado en nuestro país, eliminando a nuestros compatriotas y, al mismo tiempo, arruinando suscostumbres profesionales y sus tradiciones... y desafiando toda investigación demográfica, fiscal y laboral.» En PleinsPouvoirs, 1939.57 Véase especialmente en la Nouvelle Revue Française la discusión crítica de Marcel Arland (febrero de 1938), quienafirma que la posición de Céline es esencialmente solide. André Gide (abril de 1938) considera que Céline, al describirúnicamente la spécialité judía, ha conseguido pintar, no la realidad, sino la verdadera alucinación que la realidadprovoca.58 Véase, por ejemplo, RENÉ PINON, France et Allemagne, 1912.

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