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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 83Europa occidental se halla organizada y es principalmente desempeñada por judíos; esa poderosarevolución que en estos momentos se está preparando en Alemania Y que será de hecho unasegunda y más importante Reforma... se está desarrollando enteramente bajo <strong>los</strong> auspicios de <strong>los</strong>judíos»; «hombres de raza judía se hallan a la cabeza de cada uno de <strong>los</strong> (grupos comunistas ysocialistas). ¡El pueblo de Dios coopera con <strong>los</strong> ateos; <strong>los</strong> más expertos acumuladores depropiedades se alían con <strong>los</strong> comunistas; la raza peculiar y elegida estrecha las manos de la hez y <strong>del</strong>as castas inferiores de Europa! Y todo esto porque desean destruir a esa ingrata Cristiandad que lesdebe incluso su nombre y cuya tiranía ya no pueden soportar» 57 . En la imaginación de Disraeli elmundo se había tornado judío.En este espejismo singular se hallaba ya anticipado incluso el más ingenioso de <strong>los</strong> recursos de lapropaganda de Hitler, la revelación de una secreta alianza entre el capitalista judío y el socialistajudío. No puede negarse que todo el esquema, imaginario y fantástico tal como era, poseía unalógica propia. Si uno partía, como hizo Disraeli, de la suposición de que <strong>los</strong> millonarios judíos eran<strong>los</strong> que realizaban la política judía; si uno tomaba en cuenta <strong>los</strong> insultos que <strong>los</strong> judíos habíansufrido durante sig<strong>los</strong> (que eran suficientemente reales, pero seguían siendo estúpidamenteexagerados por la propaganda apologética judía); si uno había conocido <strong>los</strong> ejemp<strong>los</strong> noinfrecuentes en <strong>los</strong> que el hijo de un millonario judío se convertía en dirigente <strong>del</strong> movimientoobrero, y si sabía por experiencia cuán estrechamente ligados se hallaban como norma <strong>los</strong> lazos deuna familia judía, la concepción de Disraeli relativa a esa calculada venganza judía sobre <strong>los</strong>pueb<strong>los</strong> cristianos no resultaba tan forzada. La verdad era, desde luego, que <strong>los</strong> hijos de <strong>los</strong>millonarios judíos se inclinaban hacia <strong>los</strong> movimientos izquierdistas precisamente porque suspadres, banqueros, jamás habían chocado abiertamente con <strong>los</strong> trabajadores. Por eso carecíancompletamente de esa conciencia de clase que hubiera poseído el hijo de cualquier familia burguesaordinaria, mientras que, por otra parte, y exactamente por las mismas razones, <strong>los</strong> trabajadores noalbergaban esos sentimientos antisemitas abiertos u ocultos que cualquier otra clase mostraba hacia<strong>los</strong> judíos. Obviamente, <strong>los</strong> movimientos izquierdistas en la mayoría de <strong>los</strong> países ofrecieron lasúnicas posibilidades reales de asimilación.La persistente tendencia de Disraeli a explicar la política en términos de las sociedades secretasse hallaba basada en experiencias que más tarde convencerían a muchos intelectuales europeos demenor categoría. Su experiencia básica le señalaba que era mucho más difícil conseguir un puestodentro de la sociedad inglesa que un escaño en el Parlamento. La sociedad inglesa de su tiempo secongregaba en <strong>los</strong> clubs de moda, que eran independientes de las distinciones de partido. Los clubs,aunque resultaban extremadamente importantes para la formación de una élite política, escapaban alcontrol público. Para un extraño tenían que parecer, desde luego, muy misteriosos. Eran secretos entanto en cuanto no todo el mundo era admitido en tales círcu<strong>los</strong>. Se tornaron misteriosos sólocuando <strong>los</strong> miembros de otras clases solicitaron la admisión y, o bien se les negaba, o bien eranadmitidos tras una plétora de dificultades incalculables, imprevisibles y aparentemente irracionales.No hay duda de que ningún honor político podía sustituir a <strong>los</strong> triunfos que proporcionaba la íntimaasociación con <strong>los</strong> privilegiados. Resulta bastante significativo que las ambiciones de Disraeli nopadecieran ni siquiera al final de su vida, cuando experimentó graves derrotas políticas, porquesiguió siendo «la figura más destacada de la sociedad londinense» 58 .En su ingenua certidumbre de la importancia general de las sociedades secretas, Disraeli fue unprecursor de <strong>los</strong> nuevos estratos sociales que, nacidos fuera <strong>del</strong> marco de la sociedad, jamás57 Lord George Bentinck.58 MONYPENNY y BUCKLE, op. cit., p. 1470. Esta excelente biografía proporciona una seria estimación <strong>del</strong> triunfode Disraeli. Tras haber citado In Memoriam de Tennyson, canto 64, continúa como sigue: «En un aspecto el éxito deDisraeli fue más sorprendente y completo de lo que sugirieron <strong>los</strong> versos de Tennyson; no sólo ascendió por la escalapolítica hasta el más alto peldaño y ‘perfiló el susurro <strong>del</strong> trono’; conquistó también a la Sociedad. Dominó <strong>los</strong>comedores y lo que podríamos denominar salones de Mayfair..., y su triunfo social, sea lo que fuere lo que pensaran loafilósofos sobre su valor intrínseco, no fue ciertamente menos difícil de conseguir que el político para un despreciado yextraño y resultó quizás más dulce a su paladar» (p. 1506).

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