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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 108encontraba, en suma, cimentada en aquel<strong>los</strong> mismos conceptos que habían formado la materiaprima <strong>del</strong> antiguo patriotismo jacobino y contra la que ya se habían lanzado tanto fango y tantasinjurias. Mientras que el tiempo pasaba y Clemenceau permanecía inalterado, sin conmoverse poramenazas ni decepciones, proclamando las mismas verdades y encarnándolas en exigencias, <strong>los</strong>nacionalistas más «concretos» perdían terreno. Seguidores de hombres como Barrès, que habíaacusado a quienes defendían a Dreyfus de perderse en un «cenagal de metafísica», llegaron acomprender que las abstracciones <strong>del</strong> Tigre estaban en realidad más cerca de las realidades políticasque la limitada inteligencia de <strong>los</strong> negociantes arruinados o el estéril tradicionalismo de <strong>los</strong>intelectuales fatalistas. 72 Puede estimarse a donde condujo eventualmente su postura concreta a <strong>los</strong>nacionalistas realistas si se tiene en cuenta la inapreciable historia en la que se relata cómo CharlesMaurras tuvo «el honor y el placer», tras la derrota de Francia, de caer, durante su huida al Sur, enmanos de una astróloga que le interpretó la significación política de <strong>los</strong> acontecimientos recientes yle aconsejó que colaborara con <strong>los</strong> nazis 73 .Aunque el antisemitismo había ganado indudablemente terreno durante <strong>los</strong> tres años quesiguieron a la detención de Dreyfus, antes <strong>del</strong> comienzo de la campaña de Clemenceau y aunque laprensa antijudía había logrado una difusión comparable a la de <strong>los</strong> principales periódicos, las callespermanecían tranquilas. El populacho se lanzó a la acción sólo cuando Clemenceau publicó susartícu<strong>los</strong> en L’Aurore, cuando Zola publicó su J’accuse y cuando el Tribunal de Rennes establecióun contraste con la triste sucesión de procesos y revisiones. Cada golpe de <strong>los</strong> dreyfusards {dequienes se sabía que constituían una pequeña minoría) fue seguido por una alteración callejera máso menos violenta 74. Fue notable la organización <strong>del</strong> populacho por el Estado Mayor. La pistaconduce rectamente <strong>del</strong> Ejército a La Libre Parole, que, directa o indirectamente, a través de susartícu<strong>los</strong> o mediante la intervención personal de sus editores, movilizó a estudiantes, monárquicos,aventureros y simples gangsters y les empujó a las calles. Si Zola pronunciaba una sola palabra, susventanas eran inmediatamente apedreadas. Si Scheurer-Kestner escribía al ministro de Colonias, erainmediatamente atacado en la calle, mientras <strong>los</strong> periódicos lanzaban groseros ataques a su vidaprivada. Y todos <strong>los</strong> testimonios coinciden en señalar que si Zola, cuando fue acusado, hubiera sidoabsuelto, jamás habría salido vivo de la sala <strong>del</strong> Tribunal.El grito «¡Mueran <strong>los</strong> judíos!» barrió el país. En Lyon, Rennes, Nantes, Tours, Burdeos,Clermont-Ferrand y Marsella —en todas partes, en realidad— estallaron disturbios antisemitas queinvariablemente se remontaban a la misma fuente. La indignación popular brotaba en el mismo díay precisamente a la misma hora 75. Bajo la dirección de Guérin, el populacho adoptó una naturalezamilitar. Los grupos de choque antisemitas aparecieron en las calles y se cuidaron de que cualquiermitin pro Dreyfus acabara con derramamiento de sangre. La complicidad de la policía resultabapatente en todas partes 76 .La figura más moderna en el bando de <strong>los</strong> antidreyfusards era probablemente la de Jules Guérin.Arruinado en <strong>los</strong> negocios, había comenzado su carrera política como confidente de la policía, yadquirió ese olfato para la disciplina y la organización que caracteriza invariablemente al hampa.Fue más tarde capaz de orientar esa aptitud hacia canales políticos y se convirtió en fundador ydirigente de «Ligue Antisémite». En él halló la alta sociedad su primer héroe <strong>del</strong>incuente. En su72 Véase M. BARRÈS, Scènes et doctrines du nationalisme, París, 1899.73 Véase YVES SIMON, op. cit., pp. 54-55.74 Las aulas de la Universidad de Rennes fueron destrozadas después de que cinco profesores se declararon favorables auna revisión. Tras la aparición <strong>del</strong> primer artículo de Zola <strong>los</strong> estudiantes monárquicos se manifestaron ante la sede deLe Figaro, tras lo cual el periódico desistió de seguir publicando nuevos artícu<strong>los</strong> <strong>del</strong> mismo tipo. El editor de LaBataille, pro-Dreyfus, fue golpeado en la calle. Los jueces <strong>del</strong> Tribunal de Casación, que finalmente dejaron a un lado elveredicto de 1894, informaron unánimemente que habían sido amenazados de «ilegítimo asalto». Los ejemp<strong>los</strong> podríanmultiplicarse.75 El 18 de enero de 1898 se celebraron manifestaciones antisemitas en Burdeos, Marsella, Clermont-Ferrand, Nantes,Rouen y Lyon. Al día siguiente estallaron disturbios estudiantiles en Rouen, Toulouse y Nantes.76 El ejemplo más crudo fue el <strong>del</strong> prefecto de policía de Rennes, quien aconsejó al profesor Victor Basch, cuando lacasa de este último fue saqueada por unas 2.000 personas, que presentara su dimisión, puesto que ya no podía garantizarsu seguridad.

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