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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 359humanos sin hogar, sin patria, fuera de la ley e indeseables, mientras que millones de seres humanosse tornaban económicamente superfluos y so cialmente onerosos merced al desempleo. Ello a suvez sólo podía suceder porque <strong>los</strong> Derechos <strong>del</strong> Hombre, que nunca habían sido fi<strong>los</strong>óficamenteestablecidos, sino simplemente formulados, que nunca habían sido políticamente garantizados, sinosimplemente proclamados, habían perdido toda validez en su forma tradicional.El primer paso esencial en el camino hacia la dominación total es matar en el hombre a lapersona jurídica. Ello se logra, por un lado, colo cando a ciertas categorías de personas fuera de laprotección de la ley y obligando al mismo tiempo al mundo no totalitario, a través <strong>del</strong> instrumentode desnacionalización, al reconocimiento de la ilegalidad; ello se logra, por otro lado, situando alcampo de concentración fuera <strong>del</strong> sistema penal normal y seleccionando a sus internados fuera <strong>del</strong>procedimiento judicial normal en el que a un <strong>del</strong>ito definido corresponde una pena previsible. Así,<strong>los</strong> <strong>del</strong>incuentes, que por otras razones son un elemento esencial en la sociedad <strong>del</strong> campo deconcentración, sólo son enviados habitualmente a un campo para completar su sentencia de cárcel.Bajo todas las circunstancias, la dominación totalitaria trata de que las categorías reunidas en elcampo —judíos, portadores de enfermedades, representantes de las clases moribundas— hayanperdido ya su capacidad tanto para la acción normal como para la <strong>del</strong>ictiva. Propagandísticamente,esto significa que la «custodia protectora» es considerada como una «medida policialpreventiva» 140 , es decir, como una medida que priva a las personas de su capacidad de actuar. Lasdesviaciones de esta norma en Rusia deben ser atribuidas a la catastrófica escasez de prisiones y aun deseo, hasta ahora no realizado, de transformar todo el sistema penal en un sistema de campos deconcentración 141 .La inclusión de <strong>del</strong>incuentes es una necesidad para hacer plausible la afirmación propagandística<strong>del</strong> movimiento según la cual la institución existe para <strong>los</strong> elementos asociales 142 . Los <strong>del</strong>incuentesno pertenecen propiamente a <strong>los</strong> campos de concentración, aunque sólo sea porque es más difícilmatar a la persona jurídica en un hombre que es culpable de algún <strong>del</strong>ito que en una personatotalmente inocente. Si constituyen una categoría permanente entre <strong>los</strong> internados, es una concesión<strong>del</strong> Estado totalitario a <strong>los</strong> prejuicios de la sociedad, que puede de esta manera acostumbrarse másfácilmente a la existencia de <strong>los</strong> campos. Por otra parte, para mantener intacto el sistema mismo <strong>del</strong>campo es esencial mientras que haya en el país un sistema penal, que <strong>los</strong> <strong>del</strong>incuentes sean enviadosa <strong>los</strong> campos sólo tras la conclusión de su sentencia, es decir, cuando tienen derecho a su libertad.Bajo circunstancia alguna debe convertirse el campo de concentración en un castigo calculable para<strong>del</strong>itos definidos.La amalgama de <strong>del</strong>incuentes con todas las restantes categorías posee además la ventaja de haceraún más horriblemente evidente a <strong>los</strong> que lleguen después que han aterrizado en el más bajo nivelde la sociedad. Pronto resulta, verdaderamente, que tienen todas las razones para envidiar al ladróno al asesino más bajos; pero, mientras tanto, el bajo nivel es un buen comienzo. Además, constituyeun medio efectivo de disimulo: esto sucede sólo a <strong>los</strong> <strong>del</strong>incuentes y no pasa nada peor que lo quemerecidamente les pasa a <strong>los</strong> <strong>del</strong>incuentes.En todas partes <strong>los</strong> <strong>del</strong>incuentes constituyen la aristocracia de <strong>los</strong> campos. (En Alemania, durantela guerra, fueron sustituidos como grupo dirigente por <strong>los</strong> comunistas, porque ni siquiera podíarealizarse un mínimo de trabajo racional bajo las condiciones caóticas creadas por unaadministración de <strong>del</strong>incuentes. Esto fue simplemente una transformación temporal de <strong>los</strong> campos140 MAUNZ, op. cit., p. 50, insiste en que <strong>los</strong> <strong>del</strong>incuentes nunca debieran ser enviados a <strong>los</strong> campos durante el tiempode encarcelamiento que les impuso su sentencia.141 La escasez de espacio carcelario en Rusia fue tal que en el año 1925-1926 sólo pudieron ser cumplidas un 36 por 100de las sentencias de <strong>los</strong> tribunales (véase DALLIN, op. cit., pp. 158 y ss.).142 «La Gestapo y las SS concedieron siempre una gran importancia a la mezcla de las categorías de internados en suscampos. No hubo campo alguno en el que todos <strong>los</strong> internados pertenecieran a una sola categoría» (KOGON, op. cit., p.19).En Rusia también era costumbre, desde el principio, mezclar a <strong>los</strong> presos políticos con <strong>los</strong> comunes. Durante <strong>los</strong>primeros diez años <strong>del</strong> poder soviético, <strong>los</strong> grupos políticos de izquierda disfrutaron de ciertos privilegios; sólo tras elcompleto desarrollo <strong>del</strong> carácter totalitario <strong>del</strong> régimen «después <strong>del</strong> final de <strong>los</strong> años veinte, <strong>los</strong> presos políticos fueronoficialmente tratados como inferiores a <strong>los</strong> presos comunes» (DALLIN, op. cit., pp. 177 y ss.).

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