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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 285en su calidad de la lealtad de <strong>los</strong> afiliados a <strong>los</strong> partidos ordinarios, es determinado por la falta deinterés propio de las masas que se hallan completamente preparadas para sacrificarse a sí mismas.Los nazis demostraron que cabe conducir a todo un pueblo a la guerra con el slogan «o noshundiremos» (lo que la propaganda bélica de 1914 hubiera evitado cuidadosamente) y ello no enépocas de miseria, de desempleo o de frustradas ambiciones nacionales. El mismo espíritu surgiódurante <strong>los</strong> últimos meses de una guerra que estaba ya obviamente perdida, cuando la propagandanazi consolaba a una población terriblemente amedrentada con la promesa de que el Führer, «en susabiduría, había preparado una muerte fácil para el pueblo alemán, gaseándole en caso dederrota» 19 .Los movimientos totalitarios utilizan el socialismo y el racismo, vaciándoles de su contenidoutilitario, de <strong>los</strong> intereses de una clase o de una nación. La forma de predicción infalible bajo la quese presentaban estos conceptos se tornaba más importante que su contenido 20 . La calificaciónprincipal de un líder de masas ha llegado a ser una interminable infalibilidad; jamás puedereconocer un error 21 . Además, la presunción de infalibilidad no está basada tanto en una inteligenciasuperior como en la interpretación correcta de las fuerzas esencialemente fiables existentes en laHistoria o en la naturaleza, fuerzas que ni la derrota ni la ruina pueden revelar que son erróneasporque están destinadas a afirmarse por sí mismas a largo plazo 22 . Los líderes de masas en el podertienen una preocupación que domina a todas las consideraciones utilitarias: la de lograr que suspredicciones lleguen a cumplirse. Los nazis no dudaron en emplear, al final de la guerra, laconcentrada fuerza de su organización todavía intacta, para lograr una destrucción de Alemania tancompleta como fuera posible, con objeto de hacer cierta su predicción de que el pueblo alemánquedaría arruinado en caso de derrota.El efecto propagandístico de la infalibilidad, el sorprendente éxito de presentarse como unsimple agente interpretador de fuerzas previsibles, ha impulsado en <strong>los</strong> dictadores totalitarios elhábito de anunciar sus intenciones políticas bajo la forma de profecías. El más famoso ejemplo es elanuncio de Hitler al Reichstag alemán en enero de 1939: «Hoy quiero hacer una vez más unaprofecía: en el caso de que <strong>los</strong> financieros judíos... lograran de nuevo arrastrar a <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> a unaguerra mundial, el resultado será... el aniquilamiento de la raza judía en Europa» 23 . Traducido a unlenguaje no totalitario, esto significaba: «Quiero hacer la guerra y trato de matar a <strong>los</strong> judíos deEuropa.» Similarmente, Stalin, en el célebre discurso de 1930 ante el Comité Central <strong>del</strong> PartidoComunista (en el que preparó la liquidación física de la derecha <strong>del</strong> partido y la de <strong>los</strong>desviacionistas de la izquierda), <strong>los</strong> describió como representantes de las «clases moribundas» 24 .Esta definición no solamente proporcionaba al argumento su específica aspereza, sino que también19 Véase Tagebuch eines Verzweifelten, de FRIEDRICH PERCYVAL RECK-MALLECZEWEN, Stuttgart, 1947, p.190.20 Hitler basó la superioridad de <strong>los</strong> movimientos ideológicos sobre <strong>los</strong> partidos políticos en el hecho de que lasideologías (Weltanschauungen) siempre «proclaman su infalibilidad» (Mein Kampf, libro II, cap. V, «Weltanschauung yOrganización»). Las primeras páginas <strong>del</strong> manual oficial para las juventudes hitlerianas, The Nazi Primer, Nueva York,1938, recalcan, en consecuencia, que todas las cuestiones de Weltanschauung, estimadas antiguamente «irrealistas» e«incomprensibles», «se han tornado tan claras, sencillas y terminantes (el subrayado es de la autora) que cualquiercamarada puede comprenderlas y cooperar para su solución».21 La primera de las «promesas <strong>del</strong> miembro <strong>del</strong> partido», tal como fueron enumeradas en el Organisationbusch derNSDAP, señala: «El Führer siempre tiene razón.» Edición publicada en 1936, p. 8. Pero el Dienstvorschrif t für die P.O. der NSDAP, 1932, p. 38, lo expresa de esta manera: « ¡La decisión de Hitler es terminante!» Adviértase la notablediferencia de la fraseología.«Su reivindicación de ser infalibles, el [que] ninguno de el<strong>los</strong> hubiera siquiera admitido sinceramente un error», es alrespecto la diferencia decisiva entre Stalin y Trotsky, por una parte, y Lenin, por otra (véase Stalin: A Critical Survey ofBolshevism, de BORIS SOUVARINE, Nueva York, 1939, p. 583.22 Es obvio que la dialéctica hegeliana proporcionaría un maravil<strong>los</strong>o instrumento para tener siempre razón porquepermite la interpretación de todas las derrotas como el comienzo de la victoria. Uno de <strong>los</strong> más bel<strong>los</strong> ejemp<strong>los</strong> de estetipo de sofismas se produjo después de 1933, cuando durante casi dos años <strong>los</strong> comunistas alemanes se negaron areconocer que la victoria de Hitler había sido una derrota para el Partido Comunista alemán.23 Cita de GOEBBELS, The Goebbels Diaries (1942-1943), ed. por Louis Lochner,. Nueva York, 1948, p. 148.24 STALIN, op. cit., loc. cit.

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