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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 78toda específica influencia judía 36 . Pero la buena conciencia de Disraeli era también debida al hechode haber nacido inglés. Inglaterra no conocía ni las masas judías ni la pobreza judía, puesto quehabía admitido a <strong>los</strong> judíos sig<strong>los</strong> después de su expulsión en la Edad Media; <strong>los</strong> judíos portuguesesque se instalaron en Inglaterra en el siglo XVIII eran ricos y cultos. Sólo al final <strong>del</strong> siglo XIX,cuando <strong>los</strong> pogroms en Rusia iniciaron las modernas emigraciones, penetró en Londres la pobrezajudía, y junto con ésta, la diferencia entre las masas judías y sus hermanos acomodados. En la épocade Disraeli, la cuestión judía, en su forma continental, resultaba completamente desconocida,porque en Inglaterra sólo vivían judíos gratos al Estado. En otras palabras, <strong>los</strong> «judíos deexcepción» ingleses no eran conscientes de ser excepciones como sus hermanos continentales.Cuando Disraeli despreciaba la «perniciosa doctrina de <strong>los</strong> tiempos modernos, la igualdad naturalde <strong>los</strong> hombres» 37 , seguía conscientemente <strong>los</strong> pasos de Burke, que había «preferido <strong>los</strong> derechos deun inglés a <strong>los</strong> Derechos <strong>del</strong> Hombre», pero ignoraba la situación presente entonces en la que <strong>los</strong>derechos de unos pocos habían sido reemplazados por <strong>los</strong> derechos de todos. También se mostrabadesconocedor de las auténticas condiciones <strong>del</strong> pueblo judío, y tan convencido de la «influencia <strong>del</strong>a raza judía en las comunidades modernas», que exigió abiertamente que <strong>los</strong> judíos «recibierantodos <strong>los</strong> honores y favores de las razas septentrionales y occidentales, que, en las nacionescivilizadas y refinadas, corresponden a aquel<strong>los</strong> que agradan al gusto público y elevan elsentimiento público» 38 . Como la influencia política de <strong>los</strong> judíos en Inglaterra se centraba en torno ala rama inglesa de <strong>los</strong> Rothschild, se sintió muy orgul<strong>los</strong>o de la ayuda que <strong>los</strong> Rothschild prestarona la derrota de Napoleón, y no vio razón alguna para no ser franco en sus opiniones políticas comojudío 39 . Como judío bautizado, jamás fue, desde luego, portavoz oficial de ninguna comunidadjudía, pero es cierto que él era el único judío de su clase y de su siglo que, tanto como supo, trató derepresentar políticamente al pueblo judío.Disraeli, que nunca negó que «el hecho fundamental (en él) era el de ser judío» 40 , sentía unaadmiración por todo lo judío a la que sólo igualaba su ignorancia por todo lo judío. La mezcla deorgullo y de ignorancia acerca de estas materias resultaba característica de todos <strong>los</strong> judíos recientementeasimilados. La gran diferencia es que Disraeli conocía aún un poco menos <strong>del</strong> pasado y <strong>del</strong>presente de <strong>los</strong> judíos y por eso se atrevía a hablar tan abiertamente de lo que otros revelaban en lapenumbra semiconsciente de normas de conducta dictadas por el temor y la arrogancia.El resultado político de la capacidad de Disraeli para medir las posibilidades judías por lasaspiraciones políticas de un pueblo normal fue más serio; casi automáticamente dio lugar a todo elgrupo de teorías sobre la influencia judía que hallamos habitualmente en las más horrendas formasde antisemitismo. En primer lugar, se consideró a sí mismo el «hombre elegido de la razaelegida» 41 . ¿Qué mejor prueba que su propia carrera? Un judío sin nombre ni riquezas, ayudado tansólo por unos pocos banqueros judíos, ascendió a la posición <strong>del</strong> primer hombre de Inglaterra; unode <strong>los</strong> parlamentarios menos populares se convirtió en primer ministro y logró una genuinapopularidad entre aquel<strong>los</strong> que durante largo tiempo «le habían considerado como un charlatán ytratado como a un paria» 42 . El éxito político nunca le satisfizo. Era más difícil y más importante seradmitido en la sociedad de Londres que conquistar la Cámara de <strong>los</strong> Comunes, y era ciertamente untriunfo mayor ser elegido miembro <strong>del</strong> club gastronómico de Grillion —«una selecta camarilla de laque acostumbraban a surgir <strong>los</strong> políticos de ambos partidos, pero de la que son rigurosamenteexcluidos <strong>los</strong> socialmente reprobables» 43 — que llegar a ministro de su majestad. La máxima cota,<strong>del</strong>iciosamente inesperada, de todosestos dulces triunfos, fue la sincera amistad de la reina. Si en36 El mismo Disraeli señaló: «No crecí entre mi raza y fui instruido con gran prejuicio contra ella.» Por lo que se refierea su procedencia familiar, véase especialmente «Benjamin Disraeli, Juden und Judentum», de JOSEPH CARO, enMonatsschrift fur und Wissenschaft des Judentums, 1932, año 76.37 Lord George Bentinck. A Political Biography, Londres, 1832, 496.38 Ibíd., p. 491.39 Ibíd., p. 497 y ss.40 MONYPENNY y BUCKLE, op. cit., p. 1507.41 HORACE S. SAMUEL, op. cit.42 MONYPENNY y BUCKLE. op. Cit., p. 147.43 Ibíd.

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