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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 323gubernamentales, tales órdenes eran, desde luego, exclusivamente confiadas a las formaciones <strong>del</strong>partido— no se hallaban en mejor situación. Fundamentalmente, tales órdenes eran«intencionalmente vagas y formuladas con la esperanza de que quien las recibía reconocería laintención <strong>del</strong> que expresaba la orden y actuaría conforme a ello» 31 ; porque las formaciones de éliteen manera alguna estaban simplemente obligadas a obedecer las órdenes <strong>del</strong> Führer (esto era, por lodemás, obligatorio para todas las organizaciones existentes), sino a ejecutar la voluntad de lajefatura 32 . Y, como puede suponerse por <strong>los</strong> laboriosos procesos concernientes a «excesos» ante <strong>los</strong>tribunales <strong>del</strong> partido, esto no era en manera alguna una y la misma cosa. La única diferenciaradicaba en que las formaciones de élite, gracias a su adoctrinamiento especial para tales fines,habían sido preparadas para comprender que ciertas «indicaciones significaban más que su simplecontenido verbal» 33 .Técnicamente hablando, el movimiento, dentro <strong>del</strong> aparato de su dominación totalitaria, derivasu movilidad <strong>del</strong> hecho de que la jefatura desplaza constantemente el centro real <strong>del</strong> poder, amenudo, hacia otras organizaciones, pero sin disolver, e incluso ni siquiera denunciar públicamente,a <strong>los</strong> grupos que han sido así privados de su poder. En el primer período <strong>del</strong> régimen nazi,inmediatamente después <strong>del</strong> incendio <strong>del</strong> Reichstag, las SA eran la verdadera autoridad, y elpartido, la autoridad ostensible; el poder se desplazó después de las SA a las SS y, finalmente, <strong>del</strong>as SS al Servicio de Seguridad 34 . El hecho es que ninguno de <strong>los</strong> órganos <strong>del</strong> poder llegó a sersiquiera privado de su derecho a pretender que encarnaba la voluntad <strong>del</strong> jefe 35 . Pero no sólo era lavoluntad <strong>del</strong> jefe tan inestable que en comparación con ella <strong>los</strong> caprichos de <strong>los</strong> déspotas orientalesson un brillante ejemplo de firmeza; la división consistente y siempre cambiante entre la autoridadreal secreta y la representación abierta y ostensible convertían a la sede real <strong>del</strong> poder en unmisterio por definición, y ello hasta tal grado que <strong>los</strong> mismos miembros de la camarilla dominante31 Documentos de Nüremberg, PS 3063, en el «Centre de Documentation Juive», en París. El documento es un informe<strong>del</strong> tribunal superior <strong>del</strong> partido acerca de «acontecimientos y actas de <strong>los</strong> tribunales <strong>del</strong> partido relacionadas con lasmanifestaciones antisemíticas <strong>del</strong> 9 de noviembre de 1938». Sobre la base de las investigaciones realizadas por laPolicía y por la oficina <strong>del</strong> fiscal superior, el tribunal llegó a la conclusión de que «todos <strong>los</strong> jefes <strong>del</strong> partido debenhaber comprendido las instrucciones verbales <strong>del</strong> Reichspropagandaleiter en el sentido de que, para el exterior el partidono desea aparecer como instigador de la manifestación, pero que en realidad tenía que organizarla y realizarla... Elreexamen de <strong>los</strong> escalones de mando ha mostrado... que el nacionalsocialista activo, moldeado en la lucha previa a laconquista <strong>del</strong> poder [Kampfzeit], da por supuesto que las acciones en las que el partido no desea aparecer en el papel deorganizador no son ordenadas con inequívoca claridad y hasta el último detalle. Por eso está acostumbrado acomprender que una orden puede significar algo más que su contenido verbal, ya que se ha hecho más o menos rutinarioque el que da la orden, en interés <strong>del</strong> partido..., no diga todo y sólo insinúe lo que quiere que se logre mediante laorden... Así, las... órdenes —por ejemplo..., que no se debería culpar al judío Grünspan, sino a toda la judería, por lamuerte <strong>del</strong> camarada <strong>del</strong> partido von Rath..., tendrían que llevarse pistolas..., cada hombre de las SA debería saber loque tenía que hacer— fueron entendidas por cierto número de subjefes en el sentido de que debería derramarse la sangrejudía por la sangre <strong>del</strong> camarada <strong>del</strong> partido von Rath...». Es especialmente significativo el final <strong>del</strong> informe, en el queel tribunal superior <strong>del</strong> partido señala abiertamente una excepción a estos métodos: «Cuestión muy diferente es si, eninterés de la disciplina, no debe ser relegada al pasado la orden, que es intencionadamente vaga y que ha sido formuladacon la esperanza de que quien la reciba reconocerá la intención <strong>del</strong> que la da y actúe en esa conformidad.» Aquítambién hubo personas que, en palabras de Hitler, «fueron incapaces de saltar sobre su propia sombra» e insistieron enmedidas legislativas porque no comprendían que la i ley suprema no era la orden, sino la voluntad <strong>del</strong> Führer. Resultaparticularmente’ clara la diferencia entre la mentalidad de las formaciones de élite y las de <strong>los</strong> organismos <strong>del</strong> partido.32 BEST (op. cit.) lo expresa de esta forma: «Mientras que <strong>los</strong> policías ejecutan la voluntad de la jefatura están actuandodentro de la ley; si es transgredida la voluntad de la jefatura, no es la Policía, sino un miembro de la Policía el que hacometido una violación.».33 Véase nota 31.34 En 1933, tras el incendio <strong>del</strong> Reichstag, «<strong>los</strong> jefes de las SA eran más poderosos que <strong>los</strong> Gauleiter. También negaronobediencia a Göring». Véase la declaración jurada de RUDOLF DIELS en Nazi Conspiracy, V, p. 224; Diels fue jefe <strong>del</strong>a Policía política bajo Goering.35 Obviamente, las SA acusaron su pérdida de categoría y de poder dentro de la jerarquía nazi y tratarondesesperadamente de guardar las apariencias. En sus publicaciones —Der SA-Mann, Das Archiv, etc.— pueden hallarsemuchas indicaciones, veladas y claras, de su impotente rivalidad con las SS. Más interesante es el hecho de que Hitlertodavía en 1936, cuando las SA habían perdido ya su poder, las tranquilizara en un discurso: «Todo lo que sois lo soispor mí; y todo lo que yo soy, solamente lo soy por vosotros.» Véase ERNST BAYER, Die SA, Berlín, 1938. Citas deNazi Conspiracy, IV, p. 782.

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