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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 104había sido alabado en cada fase <strong>del</strong> proceso por la prensa burguesa de la época, sino que incluso elperiódico de Jaurès, el órgano de <strong>los</strong> socialistas, le felicitó por «haberse opuesto a la formidablepresión de <strong>los</strong> políticos corrompidos y de la alta finanza» 54 . Resulta característico que este encomioprovocara en La Libre Parole un elogio sin restricciones: « ¡Bravo, Jaurès! » Dos años más tarde,cuando Bernard Lazare publicó su primer folleto sobre el fracaso de la justicia, el periódico deJaurès se abstuvo cuidadosamente de discutir su contenido, pero acusó al autor, socialista, de seradmirador de <strong>los</strong> Rothschild y, probablemente, agente a sueldo de éstos 55 . De forma similar, enfecha tan tardía como 1897, cuando ya había comenzado la lucha por la rehabilitación de Dreyfus,Jaurès no pudo advertir en todo ello más que el conflicto entre dos grupos burgueses, <strong>los</strong>oportunistas y <strong>los</strong> clericales. Finalmente, incluso tras el nuevo proceso de Rennes, WilhelmLiebknecht, el socialdemócrata alemán, todavía creía en la culpabilidad de Dreyfus, porque nopodía concebir que un miembro de las clases superiores llegara a ser víctima de un falso veredicto 56 .El escepticismo de la prensa radical y socialista, fuertemente coloreado como estaba porsentimientos antijudíos, se vio fortalecido por las curiosas tácticas de la familia Dreyfus en susintentos por lograr un nuevo proceso. Al tratar de salvar a un hombre inocente utilizaron <strong>los</strong> mismosmétodos empleados habitualmente en el caso de un culpable. Se mostraron mortalmente temerososde la publicidad y se apoyaron exclusivamente en maniobras subrepticias 57 . Dilapidaron su dinero ytrataron a Lazare, uno de sus más valiosos colaboradores y una de las más importantes figuras <strong>del</strong>caso, como si fuera agente a sueldo suyo. 58 Clemenceau, Zola, Picquart y Labori —por citar sólo a<strong>los</strong> más activos entre <strong>los</strong> dreyfusards— sólo pudieron al final salvar sus buenas reputacionesdisociando sus esfuerzos, con mayor o menor trabajo y publicidad, de <strong>los</strong> aspectos más concretos<strong>del</strong> tema. 59Existía sólo una base sobre la que Dreyfus podía o debía haber sido salvado. Las intrigas de unParlamento corrompido, las secas raíces de una sociedad que se derrumbaba y el ansia <strong>del</strong> clero porel poder deberían haberse tropezado con el firme concepto jacobino de la nación fundamentado en<strong>los</strong> derechos humanos, esa concepción republicana de la vida comunitaria que afirma que, enpalabras de Clemenceau, infringiendo <strong>los</strong> derechos de uno se infringen <strong>los</strong> derechos de todos.Apoyarse en el Parlamento o en la sociedad era perder la lucha antes de comenzarla. Los recursosacercamiento de la Iglesia católica, se produjera precisamente en el mismo año. Por eso no es imposible que la conductade <strong>los</strong> Rothschild estuviera influida por el clero. Por lo que se refiere al préstamo de 500 millones de francos a Rusia, elconde Münster observó pertinent e mente: «La especulación está muerta en Francia..., <strong>los</strong> capitalistas no encuentranmedio de negociar sus títu<strong>los</strong>... y esto contribuirá al éxito <strong>del</strong> empréstito... Los grandes judíos creen que si ganan dineroserán más capaces de ayudar a sus pequeños hermanos. El resultado es que, aunque el mercado francés está saturado detítu<strong>los</strong> rusos, <strong>los</strong> franceses están dando buenos francos por ma<strong>los</strong> rub<strong>los</strong>.» HERZOG, ibíd.54 Véase REINACH, op. cit., I, 471.55 Véase HERZOG, op. cit., p. 212.56 Véase, de MAX J. KOHLER, «Some New Light on the Dreyfus Case», en Studies in Jewish Bibliography andRelated Subjects in Memory of A. S. Freidus, Nueva York, 1929.57 La familia Dreyfus, por ejemplo, rechazó sumariamente la sugerencia <strong>del</strong> escritor Arthur Lévy y <strong>del</strong> erudito Lévy-Bruhl, de que deberían hacer circular una petición de protesta entre las figuras destacadas de la vida pública. En vez deeso se lanzaron a realizar una serie de gestiones personales con todos <strong>los</strong> políticos con <strong>los</strong> que pudieron establecercontacto; véase DUTRAIT-CROZON, op. cit., p. 51. Véase también FOUCAULT, op. cit., p. 309: «A esta distanoiauno puede preguntarse por qué <strong>los</strong> judíos franceses, en lugar de actuar secretamente, no dieron adecuada y abiertaexpresión de su indignación.»58 Véase HERZOG, op. cit., con fecha de diciembre de 1894 y enero de 1898.Véase también CHARENSOL, op. cit., p. 79, y CHARLES PÉGUY, «Le Portrait de Bernard Lazare», en Cahiers de laquinzaine, serie XI, núm. 2 (1910).59 La retirada de Labori, después de que apresuradamente la familia Dreyfus le retiró el poder mientras todavía actuabael Tribunal de Rennes, provocó un gran escándalo. Puede hallarse un exhaustivo, aunque muy exagerado relato de <strong>los</strong>ucedido, en FRANK, op. cit., p. 432. La propia declaración de Labori, que habla por sí misma elocuentemente sobre sunobleza de oarácter, apareció en La Grande Revue (febrero de 1900). Después de lo sucedido a su abogado y amigo,Zola rompió inmediatamente sus relaciones con la familia Dreyfus. Por lo que a Pioquart se refiere, L'Echo de Paris (30de noviembre de 1901) informó que después de lo de Rennes, nada tenía ya que ver con <strong>los</strong> Dreyfus. Clemenceau,frente al hecho de que toda Francia, e incluso todo el mundo, comprendía el verdadero significado de <strong>los</strong> procesosmejor que el acusado o su familia, se hallaba más inclinado a considerar humorísticamente el incidente; véase WEIL,op. cit., pp. 307-8.

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