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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 52Sin embargo, la aristocracia feudal, aunque todavía bastante poderosa como para influir sobre laopinión pública, no era en sí misma lo suficientemente fuerte e importante como para iniciar unverdadero movimiento antisemita como el que comenzó en la década de <strong>los</strong> 80. Su portavoz, elcapellán de la Corte Stoecker, hijo de padres de la baja clase media, resultaba ser un representantede <strong>los</strong> intereses conservadores mucho menos brillante que sus predecesores, <strong>los</strong> intelectualesrománticos que cincuenta años atrás habían formulado <strong>los</strong> principales dogmas de una ideologíaconservadora. Además, descubrió la utilidad de la propaganda antisemita no a través deconsideraciones prácticas o teóricas, sino por accidente, cuando, con la ayuda de un gran talentodemagógico, advirtió que resultaba conveniente para llenar salas de otra manera vacías. Pero nosólo no comprendió sus propios y repentinos éxitos; como capellán de la Corte y asalariado tanto <strong>del</strong>a familia real como <strong>del</strong> Gobierno, difícilmente se hallaba en disposición de explotar<strong>los</strong>convenientemente. Sus entusiasmados oyentes eran exclusivamente personas de la baja clase media,pequeños comerciantes y tenderos, artesanos y anticuados artífices. Y <strong>los</strong> sentimientos antijudíos deestas gentes no estaban todavía motivados, y desde luego no exclusivamente, por un conflicto con elEstado.3. LOS PRIMEROS PARTIDOS ANTISEMITASEl simultáneo desarrollo <strong>del</strong> antisemitismo como importante factor po litico en Alemania,Austria y Francia durante <strong>los</strong> últimos veinte años <strong>del</strong> siglo XIX fue precedido por una serie deescánda<strong>los</strong> financieros y de asuntos fraudulentos cuyo origen principal era una superproducción <strong>del</strong>capital disponible. En Francia una mayoría de <strong>los</strong> miembros <strong>del</strong> Parlamento y un increíble númerode funcionarios <strong>del</strong> Gobierno se hallaban tan profundamente implicados en estafas y sobornos quela Tercera República jamás pudo recobrar el prestigio perdido durante las primeras décadas de suexistencia; en Austria y en Alemania la aristocracia figuraba entre <strong>los</strong> grupos más comprometidos.En <strong>los</strong> tres países <strong>los</strong> judíos actuaron solamente como intermediarios, y ni una sola casa judíaemergió con una riqueza permanente <strong>del</strong> fraude <strong>del</strong> affaire de Panamá o <strong>del</strong> Gründungs-schwin<strong>del</strong>.Sin embargo, además de la nobleza, <strong>los</strong> funcionarios <strong>del</strong> Gobierno y <strong>los</strong> judíos, existía otro grupode personas seriamente implicado en estas fantásticas inversiones, en las que <strong>los</strong> beneficiosprometidos se correspondían con increíbles pérdidas. Este grupo se hallaba principalmenteintegrado por personas de la clase media baja, que súbitamente se tornaron entonces antisemitas:habían arriesgado sus pequeños ahorros y se habían arruinado definitivamente. Existían razonesimportantes para su credulidad. La expansión capitalista en el terreno doméstico tendía cada vezmás a liquidar a <strong>los</strong> pequeños propietarios, para quienes se había convertido en cuestión de vida omuerte el engrosar rápidamente lo poco que tenían dado, que de otra manera lo más probable seríaque perdieran todo. Se habían tornado conscientes de que si no se remontaban hacia la burguesíapodían hundirse en el proletariado. Décadas de prosperidad general retrasaron tanconsiderablemente esta evolución (aunque no modificaron su tendencia), que su pánico parecía másque prematuro. Pero a la sazón, sin embargo, la ansiedad de la clase media inferior correspondíaexactamente a las predicciones de Marx sobre su rápida disolución.La clase media inferior, o pequeña burguesía, estaba constituida por <strong>los</strong> descendientes de <strong>los</strong>gremios de artesanos y de comerciantes que durante sig<strong>los</strong> habían estado protegidos contra <strong>los</strong>azares de la vida por un sistema cerrado que prohibía la competencia y que en última instancia sehallaba bajo la protección <strong>del</strong> Estado. En consecuencia, culparon de su infortunio al sistema deManchester, que les había expuesto a las asperezas de una sociedad competitiva y privado de todaprotección especial y de <strong>los</strong> privilegios otorgados por las autoridades públicas. Eran, por eso, <strong>los</strong>primeros en clamar por el «Estado-nodriza», <strong>del</strong> que esperaban no sólo que les protegiera contra laadversidad, sino que les mantuviera en las profesiones y oficios que habían heredado de susfamilias. Y dado que el acceso de <strong>los</strong> judíos a todas las profesiones fue sobresaliente característica<strong>del</strong> siglo de la libertad de comercio, era casi corriente considerar a <strong>los</strong> judíos como <strong>los</strong>

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