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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 343tubos —lo que siempre se necesita— o una purga. La multiplicación de <strong>los</strong> servicios secretospermite <strong>los</strong> cambios en el último minuto, de forma tal que una rama pueda estar preparando elotorgamiento de la orden de Lenin al director de la fábrica mientras que la otra realiza <strong>los</strong>preparativos para su detención. La eficiencia de la Policía consiste en el hecho de que puedanprepararse simultáneamente semejantes misiones contradictorias.Bajo el régimen totalitario, como bajo otros regímenes, la Policía Secreta tiene un monopoliosobre determinada información vital, pero el tipo de conocimiento que sólo puede ser poseído por laPolicía ha sufrido una importante transformación: la Policía ya no está preocupada por saber lo quesucede en las mentes de las futuras víctimas (durante la mayor parte <strong>del</strong> tiempo ignora quiénes seránestas víctimas), y la Policía se convierte en depositaria de <strong>los</strong> más importantes secretos de Estado.Esto supone automáticamente un gran progreso en su prestigio y posición, aunque se veaacompañada por una definida pérdida <strong>del</strong> poder real. Los servicios secretos no conocen nada que eljefe no conozca mejor; en términos de poder han descendido al nivel <strong>del</strong> ejecutor.Desde un punto de vista legal, aún más interesante que el paso <strong>del</strong> sospechoso al enemigoobjetivo es la sustitución totalitaria de la sospecha de un <strong>del</strong>ito por la posibilidad de éste. El <strong>del</strong>itoposible no es más subjetivo que el enemigo objetivo. Mientras que el sospechoso es detenidoporque se le considera capaz de cometer un <strong>del</strong>ito que más o menos encaja en su personalidad (o ensu sospechada personalidad) 101 , la versión totalitaria <strong>del</strong> <strong>del</strong>ito posible está basada en la anticipaciónlógica de <strong>los</strong> desarrol<strong>los</strong> objetivos. Los procesos de Moscú contra la vieja guardia bolchevique y <strong>los</strong>jefes <strong>del</strong> Ejército rojo fueron clásicos ejemp<strong>los</strong> de castigo por <strong>del</strong>itos posibles. Tras las fantásticas einventadas acusaciones se puede fácilmente detectar el siguiente cálculo lógico: la evolución de laUnión Soviética podía conducir a una crisis; una crisis podía conducir al derrocamiento de ladictadura de Stalin; ello podía debilitar la fuerza militar <strong>del</strong> país y producir posiblemente unasituación en la que un nuevo Gobierno tendría que firmar una tregua o incluso concluir una alianzacon. Hitler. Tras lo cual Stalin procedió a declarar que existía un complot para el derrocamiento <strong>del</strong>Gobierno y una conspiración contra Hitler 102 . Contra estas posibilidades «objetivas», aunqueenteramente improbables, se alzaban sólo factores «subjetivos», tales como la lealtad de <strong>los</strong>acusados, su fatiga, su incapacidad de comprender lo que estaba sucediendo, su firme convicción deque sin Stalin todo quedaría perdido, su sincero odio al fascismo —es decir, un número de detallesde hecho que carecían, naturalmente, de la consistencia de ese ficticio, lógico y posible <strong>del</strong>ito—. Lapresunción central <strong>del</strong> <strong>totalitarismo</strong> de que todo es posible conduce así, a través de la eliminaciónconsistente de todos <strong>los</strong> frenos de hecho, a la absurda y terrible consecuencia de que debe sercastigado cada <strong>del</strong>ito que <strong>los</strong> gobernantes puedan concebir, sin tener en cuenta si ha sido o no hasido cometido. El <strong>del</strong>ito posible, como el enemigo objetivo, queda luego más allá de la competenciade la Policía, que nunca puede descubrirlo, inventarlo o provocarlo. También aquí dependenenteramente <strong>los</strong> servicios secretos de las autoridades políticas. Ha desaparecido su independenciacomo un Estado dentro <strong>del</strong> Estado.101 Típica de este concepto <strong>del</strong> sospechoso es la siguiente historia contada por C. POBYEDONOSTZEV enL’Autocratie Russe: Mémoires politiques, correspondance officielle et documents inédits... 1881-1894, París, 1927: algeneral Cherevin, de la Ojrana, se le pide que intervenga en favor de una señora que está a punto de perder un pleitoporque la parte contraria ha contratado <strong>los</strong> servicios de un abogado judío. Dice el general: «La misma noche ordené ladetención de ese maldito judío y le retuve como persona políticamente sospechosa... Al fin y al cabo, ¿podía tratar de lamisma manera a unos amigos y a un sucio judío, que puede que fuera inocente entonces, pero que habría sido culpableantes o lo sería después?»102 Las acusaciones de <strong>los</strong> procesos de Moscú «estuvieron basadas... en una anticipación grotescamente presentada ypervertida de posibles evoluciones. El razonamiento (de Stalin) se desarrolló probablemente según la siguiente línea:puede que en una crisis deseen derrocarme —yo les acusaré de haberlo intentado... Un cambio de Gobierno puededebilitar la capacidad bélica de Rusia; y si triunfaran, podrían verse obligados a firmar una tregua con Hitler y quizás,incluso, a acceder a una cesión territorial... Yo les acusaré de haber realizado ya una traicionera alianza con Alemania yde haber cedido territorio soviético». Esta es la brillante explicación de I. DEUTSCHER sobre <strong>los</strong> procesos de Moscú,op. cit., p. 377.Un buen ejemplo de las versiones nazis <strong>del</strong> <strong>del</strong>ito posible puede hallarse en HANS FRANK, op. cit.: «Nunca puede<strong>del</strong>inearse todo un catálogo de intentos ‘peligrosos para el Estado’ porque nunca puede preverse lo que puede poner enpeligro a la jefatura y al pueblo en algún momento <strong>del</strong> futuro» (cita de Nazi Conspiracy, IV, p. 881).

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