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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 137y su idea de expansión ilimitada parecían ofrecer un remedio permanente para un mal permanente 50 .Resulta irónico que el primer país al que fueron conducidos juntos el dinero superfluo y <strong>los</strong>hombres superfluos se estuviera tornando también superfluo. África <strong>del</strong> Sur era posesión deInglaterra desde el comienzo <strong>del</strong> siglo XIX, porque aseguraba la ruta marítima a la India. Laapertura <strong>del</strong> Canal de Suez, empero, y la subsiguiente conquista administrativa de Egipto, redujeronconsiderablemente la importancia de la antigua estación comercial de El Cabo. Los británicos, contoda probabilidad, se habrían retirado de África de la misma manera que lo habían hecho todas lasposesiones europeas si hubieran quedado liquidadas todas sus posesiones y sus interesescomerciales en la India.La ironía particular y, en cierto sentido, simbólica circunstancia en el inesperado desarrollo deÁfrica <strong>del</strong> Sur como «cuna cultural <strong>del</strong> imperialismo» 51 , descansa en la verdadera naturaleza de surepentino atractivo cuando había perdido todo su valor para el mismo Imperio: en la década de <strong>los</strong>setenta se descubrieron campos diamantíferos y en la década de <strong>los</strong> ochenta grandes yacimientosauríferos. El nuevo deseo de beneficio a cualquier precio convergía por vez primera con la antiguabúsqueda de fortunas. Los buscadores, <strong>los</strong> aventureros y la hez de las grandes ciudades emigraron alcontinente negro junto con el capital de <strong>los</strong> países industrialmente desarrollados. A partir deentonces, el populacho, engendrado por la monstruosa acumulación de capital, acompañó a suengendrador en estos viajes de descubrimientos, donde no se descubrían más que nuevasposibilidades de inversión. Los propietarios de la riqueza superflua eran <strong>los</strong> únicos hombres quepodían utilizar a <strong>los</strong> hombres superfluos procedentes de las cuatro esquinas de la Tierra. Juntosestablecieron el primer paraíso de <strong>los</strong> parásitos, cuyo nervio era el oro. El imperialismo, producto<strong>del</strong> dinero superfluo y de <strong>los</strong> hombres superfluos, comenzó su sorprendente carrera produciendo <strong>los</strong>bienes más superfluos e irreales.Puede dudarse todavía si la panacea de la expansión habría resultado tan gran tentación para <strong>los</strong>no imperialistas si hubiera ofrecido sus peligrosas soluciones solamente a aquellas fuerzassuperfluas que, en cualquier caso, se hallaban ya fuera <strong>del</strong> cuerpo integrado de la nación. Lacomplicidad de todos <strong>los</strong> partidos parlamentarios en <strong>los</strong> programas imperialistas es una cuestión quehay que mencionar. La historia <strong>del</strong> Partido laborista británico es al respecto casi una ininterrumpidacadena de justificaciones a la primera profecía de Cecil Rhodes: «Los trabajadores ven que aunque<strong>los</strong> americanos les aseguran una excelente amistad e intercambian con el<strong>los</strong> <strong>los</strong> sentimientos másfraternales, están cerrando la puerta a sus artícu<strong>los</strong>. Los trabajadores ven también que Rusia,Francia y Alemania, localmente, se hallan haciendo lo mismo y <strong>los</strong> trabajadores consideran que sino se preocupan no hallarán un lugar en el mundo con el que comerciar. De esta forma <strong>los</strong>trabajadores se han convertido en imperialistas y el Partido liberal sigue su camino» 52 . EnAlemania, <strong>los</strong> liberales (y no el Partido conservador) eran <strong>los</strong> verdaderos promotores de la famosapolítica naval que tan considerablemente contribuyó al estallido de la Primera Guerra Mundial 53 . ElPartido socialista oscilaba entre un activo apoyo a la política naval imperialista (repetidamenteaprobó consignaciones para la construc ción a partir de 1906 de una flota alemana) y el completo50 Estos motivas resultaban especialmente manifiestos en el imperialismo alemán, Entre las primeras actividades de laAlldeutsche Verband (fundada en 1891) figuraban <strong>los</strong> esfuerzos por impedir que <strong>los</strong> emigrantes alemanes cambiaran sunacionalidad, y el primer discurso imperialista de Guillermo II, con ocasión <strong>del</strong> vigésimoquinto aniversario de lafundación <strong>del</strong> Reich, contenía este típico pasaje: «El Imperio alemán se ha convertido en un Imperio mundial. Miles denuestros compatriotas viven en todas partes, en alejados lugares de la Tierra... Caballeros, es vuestro solemne deberayudarme a unir a este Gran Imperio con nuestro país natal.» Cotéjese también la declaración de J. A. Froude en la nota10.51 E. H. DAMCE, The Victorian Illusion, Londres, 1928, p. 164: «África, que ni había sido incluida en el itinerario <strong>del</strong>mundo ang<strong>los</strong>ajón ni en el de <strong>los</strong> filósofos profesionales de la Historia imperial, se convirtió en el campo de cultivo <strong>del</strong>imperialismo británico.»52 Cita de MILLIN, op. cit.53«Los que apoyaban la política naval eran <strong>los</strong> liberales, no la derecha parlamentaria», ALFRED VON TIRPITZ,Erinnerungen, 1919. Véase también la obra de DANIEL FRYMANN (pseudónimo de Heinrich Class), Wenn ich derKaiser wär, 1912: «El verdadero Partido imperialista es el Partido Nacional Liberal.» Fryman, un destacado chauvinistaalemán durante la primera guerra mundial, advierte incluso el con respecto a <strong>los</strong> conservadores: «Vale también la penaseñalar el retraimiento de <strong>los</strong> medios conservadores ante las doctrinas relativas a la raza.»

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