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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 122«inferiores». Esto a su vez exacerbó la lucha de <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> sometidos por la libertad y les impidióver <strong>los</strong> indiscutibles beneficios de la dominación británica. Por el auténtico distanciamiento de susadministradores, que, «a pesar de su genuino respeto por <strong>los</strong> nativos como pueblo, y en algunoscasos incluso de su amor por el<strong>los</strong>..., casi en su mayoría no creyeron que fuesen o que llegaran a sercapaces de gobernarse a sí mismos sin su supervisión» 18 , <strong>los</strong> nativos sólo pudieron deducir queestaban excluidos y separados para siempre <strong>del</strong> resto de la Humanidad.El imperialismo no es la construcción de un imperio y la expansión no es conquista. Losconquistadores británicos, <strong>los</strong> antiguos «violadores de la ley en la India» (Burke) tenían poco encomún con <strong>los</strong> exportadores <strong>del</strong> dinero británico o con <strong>los</strong> administradores de <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> indios. Si<strong>los</strong> últimos hubieran pasado de aplicar decretos a elaborar leyes, se habrían convertido enconstructores de un imperio. La realidad, sin embargo, es que la nación inglesa no estaba interesadaen ello y difícilmente les hubiera apoyado. Tal como fue, <strong>los</strong> hombres de negocios de mentalidadimperialista eran seguidos por funcionarios civiles que deseaban que «el Africano siguiera siendoAfricano», mientras que unos pocos, que no habían superado todavía lo que Harold Nicholsonllamó una vez sus «ideales de adolescencia» 19 , deseaban contribuir a que «llegara a ser un mejorAfricano» 20 , sea lo que fuere lo que esto pudiera significar. En ningún caso estaban «dispuestos aaplicar el sistema administrativo y político de su propio país al gobierno de poblaciones atrasadas» 21y a ligar las extensas posesiones de la Corona británica a la nación inglesa.En contraste con las verdaderas estructuras imperiales en las que las instituciones de la madrePatria se hallan integradas de diversas formas en el Imperio, es característico <strong>del</strong> imperialismo quelas instituciones nacionales permanezcan separadas de la administración colonial, aunque se permitea aquéllas ejercer un control de ésta. El motivo de esta separación era una curiosa mezcla dearrogancia y respeto: la nueva arrogancia de <strong>los</strong> administradores que en el exterior se enfrentabancon «poblaciones atrasadas» o «castas inferiores», en contraste correlativo con el respeto de <strong>los</strong>anticuados políticos de la Patria, que consideraban que ninguna nación tenía derecho a imponer suley a un pueblo extranjero. Estaba en la verdadera naturaleza de las cosas que la arrogancia seconvirtiera en un medio de dominación, mientras el respeto, que siguió siendo enteramentenegativo, no produjo un nuevo medio para que <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> vivieran juntos, pero logró mantenerdentro de ciertos límites la implacable dominación imperialista por decreto. Al saludable freno <strong>del</strong>as instituciones y de <strong>los</strong> políticos nacionales debemos cualesquiera beneficios que <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong>europeos hayan podido obtener, después de todo y a pesar de todo, de la dominación occidental.Pero <strong>los</strong> servicios coloniales nunca dejaron de protestar contra la intervención de la «inexpertamayoría» —la nación—, que trataba de presionar a la «experta minoría» —<strong>los</strong> administradoresimperialistas— «en la dirección remedada» 22 , es decir, en el gobierno, de acuerdo con las normasgenerales de justicia y de libertad en la Patria.El hecho de que un movimiento de expansión por la expansión surgiera en las Naciones-Estados,que más que cualesquiera otros cuerpos políticos se hallaban definidos por fronteras y laslimitaciones de posible conquista, es un ejemplo de las disparidades aparentemente absurdas que sehan convertido en la característica de la historia moderna. La profunda confusión de la terminologíahistórica moderna es sólo una consecuencia de estas disparidades. En comparación con <strong>los</strong> antiguosimperios, confundiendo la expansión con la conquista, olvidando la diferencia entre comunidad eimperio (que <strong>los</strong> historiadores preimperialistas denominaban diferencia entre plantaciones yposesiones, o colonias y dependencias, o, algo más tarde, colonialismo e imperialismo) 23 ,18 SELWYN JAMES, South of the Congo, Nueva York, 1943, p. 326.19 Por lo que se refiere a estos ideales de adolescencia y a su papel en el imperialismo británico, véase el capítulo VII.En Stalky and Company, de RUDYARD KIPLING, se describe cómo se desarrollaron y cultivaron.20 ERNEST BAKER, op. cit., p. 150.21 LORD CROMER, «The Government of Subject Races», en Edinburgh Review, enero de 1908.22 Ibíd.23 El primer investigador que empleó el término imperialismo para establecer una clara diferencia entre el «Imperio» y

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