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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 66CAPÍTULO IIILOS JUDIOS Y LA SOCIEDADLa ignorancia política de <strong>los</strong> judíos, que tan bien les preparó para su especial papel y paraenraizarse en la esfera financiera <strong>del</strong> Estado, y sus prejuicios contra el pueblo y en favor de laautoridad, que les impidieron ver <strong>los</strong> peligros políticos <strong>del</strong> antisemitismo, les obligaron a sersupersensibles ante todas las formas de discriminación social. Era difícil advertir la diferenciadecisiva entre una pugna política y una mera antipatía cuando ambas se desarrollaban codo concodo. Sin embargo, la realidad es que proceden de aspectos exactamente opuestos de laemancipación: el antisemitismo político se desarrolló porque <strong>los</strong> judíos eran un cuerpo separado,mientras que la discriminación social surgió a consecuencia de la creciente igualdad de <strong>los</strong> judíosrespecto de <strong>los</strong> demás grupos.La igualdad de condición, aunque es ciertamente un requerimiento básico de la justicia, figura,sin embargo, entre <strong>los</strong> mayores y más inciertos riesgos de la humanidad moderna. Cuanto másiguales son las condiciones, menos explicaciones hay para las diferencias que existen en la gente; yasí, más desiguales se tornan <strong>los</strong> individuos y <strong>los</strong> grupos. Esta embarazosa consecuencia se tornacompletamente evidente cuando la igualdad ya no es considerada en términos de un seromnipotente, como Dios, o un común destino inevitable, como la muerte. Allí donde la igualdad setorna un hecho mundano en sí misma, sin ninguna regla por la que pueda ser medida o explicada,allí hay también una probabilidad entre cien de que será considerada como principio viable de unaorganización política en la que personas de otra manera desiguales tienen derechos iguales; haynoventa y nueve probabilidades de que será confundida con una cualidad innata de cada individuoque es «normal» si es como todos <strong>los</strong> demás y «anormal» si resulta ser diferente. Esta perversión <strong>del</strong>a igualdad, de un concepto político a un concepto social, es aún mucho más peligrosa cuando unasociedad no deja el más pequeño espacio para <strong>los</strong> grupos e individuos especiales, porque entoncessus diferencias se tornan aún más conspicuas.El gran reto planteado al período moderno y su peculiar peligro ha consistido en el hecho de quepor vez primera el hombre se enfrentara con el hombre sin la protección de circunstancias ycondiciones diferentes. Y ha sido precisamente este nuevo concepto de la igualdad el que hatornado tan difíciles las relaciones raciales, porque en ese terreno tratamos con diferencias naturalesque no pueden llegar a ser menos evidentes mediante un cambio posible y concebible decondiciones. Como la igualdad exige que yo reconozca a cada individuo como igual, el conflictoentre grupos diferentes que por razones propias sienten repugnancia a otorgarse entre sí estaigualdad básica, adopta formas tan crueles.De aquí que cuanto más igualada fuera la condición judía, más sorprendentes fueran lasdiferencias judías. Esta nueva conciencia condujo a un resentimiento social contra <strong>los</strong> judíos y almismo tiempo a una atracción peculiar hacia el<strong>los</strong>; la combinación de tales reacciones determinó lahistoria social de la judería occidental. La discriminación, sin embargo, tanto como la atracción,resultaron políticamente estériles. Ni produjeron un movimiento político contra <strong>los</strong> judíos nisirvieron en forma alguna para protegerles contra sus enemigos. Lograron, empero, envenenar laatmósfera social, pervirtiendo todas las relaciones sociales entre <strong>los</strong> judíos y <strong>los</strong> gentiles, y tuvieronun efecto definido en la conducta judía. La formación de un tipo judío fue debida tanto a ladiscriminación especial como al favor especial.La antipatía social hacia <strong>los</strong> judíos, con sus diferentes formas de discriminación, no causó grandaño político en <strong>los</strong> países europeos porque nunca se logró una genuina igualdad social y

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