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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 255simple expresión de idealismo ferviente a esta tozudez de convicciones que supera a todas lasexperiencias conocidas y que cancela todo inmediato interés por sí mismo. El idealismo, loco oheroico, siempre procede de una decisión y de una convicción individuales y está sujeto a laexperiencia y a <strong>los</strong> argumentos 8 . El fanatismo de <strong>los</strong> movimientos to talitarios, contrario a todas lasformas de idealismo, se rompe en el mo mento en que el movimiento deja a sus fanáticos seguidoresen la estacada, matando en el<strong>los</strong> cualquier convicción que quedara de que pudieran habersobrevenido al colapso <strong>del</strong> mismo movimiento 9 . Pero dentro <strong>del</strong> marco organizador <strong>del</strong>movimiento, mientras que <strong>los</strong> mantenga unidos, <strong>los</strong> miembros fanatizados no pueden ser influidospor ninguna experiencia ni por ningún argumento; la identificación con el movimiento y elconformismo total parecen haber destruido la misma capacidad para la experiencia, aunque éstaresulte tan extremada como la tortura o el temor a la muerte.Los movimientos totalitarios pretenden lograr organizar a las masas —no a las clases, como <strong>los</strong>antiguos partidos de intereses de las Naciones-Estados continentales; no a <strong>los</strong> ciudadanos conopiniones acerca de la gobernación de <strong>los</strong> asuntos públicos y con intereses en éstos, como <strong>los</strong>partidos de <strong>los</strong> países ang<strong>los</strong>ajones. Mientras que todos <strong>los</strong> grupos políticos dependen de una fuerzaproporcionada, <strong>los</strong> movimientos totalitarios dependen de la pura fuerza <strong>del</strong> número, hasta tal puntoque <strong>los</strong> regímenes totalitarios parecen imposibles, incluso bajo circunstancias por lo demásfavorables, en países con poblaciones relativamente pequeñas 10 . Después de la primera guerramundial barrió Europa una ola intensamente antidemocrática y prodictatorial de movimientossemitotalitarios y totalitarios; <strong>los</strong> movimientos fascistas se extendieron desde Italia a casi todos <strong>los</strong>países de la Europa central y oriental (la parte checa de Checoslovaquia fue una de las excepcionesnotables); sin embargo, incluso Mussolini, que tan orgul<strong>los</strong>o se mostraba <strong>del</strong> término «Estadototalitario», no intentó establecer un completo régimen totalitario 11 , y se contentó con una dictadurapor el comunismo: «Durante todo el tiempo las autoridades insistieron en que confesara haber realizado actos desabotaje que jamás perpetré. Me negué. Me dijeron: ‘Si usted está en favor <strong>del</strong> Gobierno soviético, como pretendeestarlo, demuéstrelo con sus acciones; el Gobierno necesita su confesión.’» Información de ANTON CILIGA, TheRussian Enigma, Londres, 1940, p. 153.Trotsky dio una justificación teórica de esta conducta: «Sólo podemos tener razón con y por el partido, porque laHistoria no ha proporcionado otro medio. Los ingleses tienen un lema: ‘Con mi país, con razón o sin ella...’ Nosotrosdispo nemos de una justificación histórica mucho mejor al decir que si algo es justo o injusto en ciertos casos concretosindividuales, es el partido quien es justo o injusto» (SOUVARINE, op. cit., p. 361).Por otra parte, <strong>los</strong> oficiales <strong>del</strong> Ejército Rojo que no pertenecían al movimiento tenían que ser juzgados a puertacerrada.8 El autor nazi ANDREAS PFENNING rechaza explícitamente la noción de que las SA estaban luchando por un«ideal» o la de que se sentían impulsadas por una «experiencia idealista». Su «experiencia básica nació en el curso de lalucha»: «Gemeinschaf t und Staatwissenschaft», en Zeitschrift für die gesamte Staatwissenschafts, tomo 96, cita deERNST FRAENKEL, The Dual State, Nueva York y Londres, 1941, p. 192. De la amplia literatura en forma de folletoseditados por el centro principal de adoctrinamiento (Hauptamt-Schulungsamt) de las SS, se deduce enteramente que lapalabra «idealismo» había sido cuidadosamente evitada. No se exigía de <strong>los</strong> miembros de las SS idealismo alguno, sino«la profunda consistencia lógica en todas las cuestiones ideológicas y la implacable prosecución de la lucha política»(WERNER BEST, Die deutsche Polizei, 1941, p. 99).9 A este respecto la Alemania de la posguerra ofrece muy luminosos ejemp<strong>los</strong>. Fue ya bastante sorprendente que lastropas americanas negras en manera alguna obtuvieran una acogida hostil, a pesar <strong>del</strong> masivo adoctrinamiento racialemprendido por <strong>los</strong> nazis. Pero igualmente sorprendente fue «el hecho de que en <strong>los</strong> últimos días de la resistenciaalemana contra <strong>los</strong> aliados las Waffen-SS no lucharan ‘hasta el último hombre’» y que esta unidad especial nazi decombate, «tras <strong>los</strong> enormes sacrificios de <strong>los</strong> años precedentes, que superaron con creces las pérdidas proporcio nales <strong>del</strong>a Wehrmacht, en las últimas semanas actuara como cualquier otra unidad constituida por paisanos y se inclinara ante ladesesperanza de la situación» (KARL O. PAETEL, «Die SS», en Vierteljahreshef te für Zeitgeschichte, enero de 1954).10 Los Gobiernos de Europa oriental bajo dominio de Moscú operan en favor de Moscú y actúan como agentes de laKomintern; constituyen ejemp<strong>los</strong> de la difusión <strong>del</strong> movimiento totalitario dirigido por Moscú, no de evolucionesnativas. La única excepción parece ser la de Tito, de Yugoslavia, que puede nue rompiera con Moscú porquecomprendiera que <strong>los</strong> métodos totalitarios de inspiración rusa le costarían un gran porcentaje de la población yugoslava.11 Prueba de la naturaleza no totalitaria de la dictadura fascista es el número sorprendentemente pequeño y lassentencias relativamente suaves impuestas a <strong>los</strong> acusados de <strong>del</strong>itos políticos. Durante la etapa particularmente activa de1926 a 1932, <strong>los</strong> Tribunales especiales para <strong>del</strong>itos políticos impusieron siete penas de muerte, 257 sentencias a diez omás años de cárcel, 1.360 de menos de diez años y sentenciaron a muchos más al exilio. Además, fueron detenidos ydeclarados inocentes unos 12.000, procedimiento completamente inconcebible bajo las condiciones <strong>del</strong> terror nazi o <strong>del</strong>

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