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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 254curadas de la ilusión totalitaria, ocasionalmente identificada con el culto a Hitler o a Stalin; lo ciertopuede ser todo lo contrario.Sería aún más erróneo olvidar, por obra de esta impermanencia, que <strong>los</strong> regímenes totalitarios,mientras que se hallan en el poder, y <strong>los</strong> dirigentes totalitarios, mientras que se hallan con vida,«gobiernan y se afirman con el apoyo de las masas» hasta el final 2 . La elevación de Hitler al poderfue legal en términos de Gobierno de la mayoría 3 , y ni él ni Stalin hubieran podido mantener sudominio sobre tan enormes poblaciones, sobrevivido a tan numerosas crisis interiores y exteriores ydesafiado a <strong>los</strong> numerosos peligros de las implacables luchas partidistas de no haber contado con laconfianza de las masas. Ni <strong>los</strong> procesos de Moscú ni la liquidación de la facción de Röhm hubieransido posibles si esas masas no hubieran apoyado a Stalin y a Hitler. La extendida creencia de queHitler era simplemente un agente de <strong>los</strong> empresarios alemanes y la de que Stalin logró la victoria enla lucha sucesoria tras la muerte de Lenin sólo mediante una siniestra conspiración son leyendas quepueden ser refutadas por muchos hechos, pero sobre todo por la indiscutible popularidad de <strong>los</strong>dirigentes 4 . Ni puede atribuirse su popularidad a la victoria de una propaganda dominante ymentirosa sobre la ignorancia y la estupidez. Porque la propaganda de <strong>los</strong> movimientos totalitariosque precede y acompaña a <strong>los</strong> regímenes totalitarios es invariablemente tan franca como mendaz y<strong>los</strong> futuros dirigentes totalitarios comenzan usualmente sus carreras jactándose de sus <strong>del</strong>itospasados y perfilando sus <strong>del</strong>itos futuros. Los nazis «estaban convencidos de que en nuestro tiempoel hacer el mal posee una morbosa fuerza de atracción» 5 . Las afirmaciones bolcheviques, dentro yfuera de Rusia, de que no reconocían a las normas morales ordinarias se convirtieron en eje de lapropaganda comunista, y la experiencia ha demostrado una y otra vez que el valor de la propagandade hechos canallescos y el desprecio general por las normas morales es independiente <strong>del</strong> simpleinterés propio, supuestamente el más poderoso factor psicológico en política.No es nada nueva la atracción que para la mentalidad <strong>del</strong> populacho supone el mal y el <strong>del</strong>ito. Hasido siempre cierto que el populacho acogerá satisfecho <strong>los</strong> «hechos de violencia con la siguienteobservación admirativa: serán ma<strong>los</strong>, pero son muy hábiles» 6 . El factor inquietante en el éxito <strong>del</strong><strong>totalitarismo</strong> es más bien el verdadero altruismo de sus seguidores: puede ser comprensible que unnazi o un bolchevique no se sientan flaquear en sus convicciones por <strong>los</strong> <strong>del</strong>itos contra las personasque no pertenecen al movimiento o que incluso sean hostiles a éste; pero el hecho sorprendente esque no es probable que ni uno ni otro se conmuevan cuando el monstruo comienza a devorar a suspropios hijos y ni siquiera si el<strong>los</strong> mismos se convierten en víctimas de la persecución, si sonacusados y condenados, si son expulsados <strong>del</strong> partido o enviados a un campo de concentración. Alcontrario, para sorpresa de todo el mundo civilizado, pueden incluso mostrarse dispuestos acolaborar con sus propios acusadores y a solicitar para el<strong>los</strong> mismos la pena de muerte con tal deque no se vea afectado su status como miembros <strong>del</strong> movimiento 7 . Sería ingenuo considerar como2 Véanse las aclaradoras observaciones de CARLTON J. H. HAYES en «The No velty of Totalitarianism in the Historyof Western Civilization», en Symposium on the Totalitarias State, 1939. Actas de la «American Phi<strong>los</strong>ophical Society»,Fila<strong>del</strong>fia, 1940, vol. LXXXII.3 Esta fue, desde luego, «la primera gran revolución de la Historia realizada mediante la aplicación <strong>del</strong> código formallegal existente en el momento de la conquista <strong>del</strong> poder» (HANS FRANK, Recht und Verwaltung, 1939, p. 8).4 El mejor estudio de Hitler y de su carrera es la nueva biografía de Hitler de ALAN BULLOCK, Hitler; A Study inTiranny, Londres, 1952. Siguiendo la tradición inglesa de biografías políticas, hace un empleo meticu<strong>los</strong>o de todas lasfuentes disponibles y proporciona una amplia imagen <strong>del</strong> fondo político contemporáneo. Esta obra ha eclipsado en susdetalles, aunque sigan siendo importantes para la interpretación general de <strong>los</strong> acontecimientos, a <strong>los</strong> excelentes librosde KONRAD HEIDEN, especialmente Der Fuehrer: Hitler’s Rise to Power. Por lo que se refiere a la carrera de Stalin,Stalin: A Criticad Survey of Bolshevism, de BORIS SOUVARINE, Nueva York, 1939, sigue siendo un clásico. La obrade ISAAC DEUTSCHER, Stalin: A Political Biography, Nueva York y Londres, 1939, es indispensable por suabundante material documental y su gran percepción acerca de las luchas internas <strong>del</strong> partido bolchevique; adolece deuna interpretación en la que se compara a Stalin con Cromwell, Napoleón y Robespierre.5 FRANZ BORKENAU, The Totalitarian Enemy, Londres, 1940, p. 231.6 Cita de la edición alemana de «Los Protoco<strong>los</strong> de <strong>los</strong> Sabios de Sión», Die Zionistischen Protokolle mit einem VorundNachworth von Theodor Fritsch, 1924, página 29.7 Esta, en realidad, es una especialidad <strong>del</strong> <strong>totalitarismo</strong> de tipo ruso. Es interesante señalar que en el primer proceso deingenieros extranjeros en la Unión Soviética fueron empleadas ya como argumento para la autoacusación las simpatías

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