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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 163CAPÍTULO VIIRAZA Y BUROCRACIADurante las primeras décadas <strong>del</strong> imperialismo se descubrieron dos nuevos medios para laorganización y la dominación de pueb<strong>los</strong> extranjeros. Uno fue la raza como un principio <strong>del</strong> cuerpopolítico y el otro, la burocracia, como un principio de la dominación exterior. Sin la raza comosustitutivo de la nación, la rebatiña por África y la fiebre inversionista podían haber seguido siendola fútil «danza de la muerte y <strong>del</strong> comercio» (Joseph Conrad) de todas las fiebres <strong>del</strong> oro. Sin laburocracia, como sustitutivo <strong>del</strong> Gobierno, la posesión británica de la India podría haber quedadoabandonada a la temeridad de <strong>los</strong> «violadores de la ley en la India» (Burke) sin cambiar el climapolítico de toda una era.Ambos descubrimientos fueron realizados en el Continente Negro. La raza fue la explicación deurgencia para seres humanos a <strong>los</strong> que ningún hombre europeo o civilizado podía comprender ycuya humanidad tanto asustaba y humillaba a <strong>los</strong> emigrantes que ya no se preocupaban de pertenecera la misma especie humana. La raza fue la respuesta de <strong>los</strong> boers a la abrumadoramonstruosidad de África —todo un continente poblado y superpoblado por salvajes— unaexplicación a la locura que se apodero de el<strong>los</strong> y les iluminó como «un relámpago en un cie<strong>los</strong>ereno: ‘Exterminad a todos <strong>los</strong> brutos’» 1 . Esta respuesta determino las más terribles matanzas de laHistoria reciente, el exterminio de las tribus hotentotes por <strong>los</strong> boers, <strong>los</strong> salvajes crímenes de CarlPeters en el África alemana <strong>del</strong> Sudeste, la mortandad de la pacífica población <strong>del</strong> Congo: de 20 a40 millones reducidos a ocho millones; y, finalmente, quizás lo peor de todo, determinó la triunfalintroducción de semejantes medios de pacificación en la política exterior ordinaria y respetable.Ningún Jefe de Estado civilizado habría pronunciado anteriormente la arenga de Guillermo II alcontingente expedicionario alemán contra la insurrección de <strong>los</strong> Boxers en 1900: «De la mismamanera que <strong>los</strong> hunos hace mil años, bajo el mando de Atila, lograron una reputación gracias a lacual todavía viven en la Historia, el nombre alemán tiene que llegar a conocerse de tal manera enChina que ni un solo chino se atreva siquiera a mirar de soslayo a un alemán» 2 .Mientras que la raza, tanto si era una ideología de fabricación doméstica en Europa como unaexplicación de urgencia a terribles experiencias, atrajo siempre a <strong>los</strong> peores elementos de lacivilización occidental, la burocracia atrajo primero a <strong>los</strong> mejores, y a veces a <strong>los</strong> más clarividentesestratos de la intelligentsia europea. El administrador que gobernaba mediante informes 3 y decretosen un sigilo más hostil que el de cualquier déspota oriental surgía de una tradición de disciplinamilitar entre hombres implacables y proscritos; durante largo tiempo había vivido para <strong>los</strong> honestos,fervorosos y juveniles ideales de un moderno caballero de brillante armadura, enviado para protegera pueb<strong>los</strong> inermes y primitivos. Cumplió su tarea, mejor o peor, mientras que se movió en unmundo dominado por la antigua «trinidad guerra-comercio-piratería» (Goethe), y no en el1 JOSEPH CONRAD, «Heart of Darkness», en Youth and Other Tales, es el trabajo más ilustrativo acerca de laexperiencia racial en África.2 Cita de CARLTON J. HAYES, Á Generation of Materialism, Nueva York, 1941, página 338. Un caso aún peor es,desde luego, el de Leopoldo II de Bélgica, responsable de las más negras páginas de la Historia de Aírica. «Había sóloun hombre que pudiera ser acusado de <strong>los</strong> ultrajes que redujeron la población nativa [<strong>del</strong> Congo] de entre 20 a 40millones, en 1890, a 8.500.000, en 1911, Leopoldo II.» Véase la obra de SELWYN JAMES, South of the Congo, NuevaYork, 1943, p. 305.3 Véase la descripción que hace A. CARTHILL <strong>del</strong> «sistema indio de Gobierno mediante informes» en The LostDominion, 1924, p. 70.

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