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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 208superior simplemente porque ignora todas las fases intermedias entre la formulación y la aplicacióny porque impide el razonamiento político <strong>del</strong> pueblo, retirándole toda la información. Puedefácilmente superar la variedad de costumbres locales y no precisa apoyarse en el procesonecesariamente lento de desarrollo de la ley general. Resulta de gran ayuda en el establecimiento deuna administración centralizada, porque se impone automáticamente a todas las cuestiones deautonomía local. Si el dominio mediante buenas leyes ha sido a veces denominado el dominio de lasabiduría, el dominio mediante <strong>los</strong> decretos oportunos puede ser certeramente denominado eldominio de la destreza. Porque es diestro tener en cuenta motivos y objetivos ulteriores y es sabiocomprender y crear por deducción de <strong>los</strong> principios generalmente aceptados.El Gobierno mediante la burocracia ha de distinguirse <strong>del</strong> mero desarrollo y deformación de laAdministración civil que frecuentemente acompañó al declive de la Nación-Estado, tal comosucedió especialmente en Francia. Allí la Administración había sobrevivido desde la Revolución atodos <strong>los</strong> cambios de régimen, se había atrincherado como un parásito en el cuerpo político, habíadesarrollado sus propios intereses de clase y convertido en un organismo inútil cuyo único objetivoresultaba ser el embrollo y la prevención de todo desarrollo económico y político normales. Existen,desde luego, muchas semejanzas superficiales entre <strong>los</strong> dos tipos de burocracia, especialmente si seotorga demasiada atención a la sorprendente semejanza psicológica de <strong>los</strong> pequeños funcionarios deuno y otro. Pero si el pueblo francés llegó a cometer el muy serio error de aceptar a suAdministración como un mal necesario, jamás cometió el fatal error de permitirla que dominara elpaís, aunque las consecuencias fueran que no gobernara nadie. La atmósfera francesa de gobierno secargó de ineficiencias y vejaciones, pero nunca creó un aura de seudomisticismo.Y este seudomisticismo es el sello de la burocracia cuando se convierte en forma de gobierno.Como el pueblo al que domina nunca sabe realmente por qué está sucediendo algo y no existe unainterpretación racional de las leyes, sólo resta algo que cuenta, el hecho brutal y desnudo en simismo. Lo que le sucede a uno se convierte en tema de una interpretación cuyas posibilidades soninacabables, no limitadas por la razón ni frenadas por el conocimiento. Dentro <strong>del</strong> marco de estainacabable especulación interpretativa, tan característica de todas las ramas de la literaturaprerrevolucionaria rusa, toda la trama de la vida y <strong>del</strong> mundo asume un misterioso sigilo y unamisteriosa profundidad. Existe un peligroso encanto en esta aura por obra de su riquezaaparentemente inagotable; la interpretación <strong>del</strong> sufrimiento tiene un radio más amplio que la de laacción porque la primera llega hasta el interior <strong>del</strong> alma y libera todas las posibilidades de laimaginación humana, mientras que la segunda es constantemente frenada y posiblemente llevadahasta el absurdo, por una consecuencia exterior y una experiencia controlable.Una de las diferencias más chocantes entre la anticuada dominación de la burocracia y el tipototalitario moderno es que <strong>los</strong> gobernantes austríacos y rusos de la preguerra se contentaban con unaociosa irradiación <strong>del</strong> poder y se satisfacían con controlar solamente <strong>los</strong> destinos exteriores, dejandointacta toda la vida íntima <strong>del</strong> alma. La burocracia totalitaria, con una más completa comprensión<strong>del</strong> significado <strong>del</strong> poder absoluto, penetró en el individuo particular y en su vida íntima con lamisma brutalidad. El resultado de esta experiencia radical consistió en que la espontaneidad íntima<strong>del</strong> pueblo bajo su dominador quedó muerta junto con sus actividades sociales y políticas, de formatal que la simple esterilidad política bajo las antiguas burocracias fue reemplazada por la esterilidadtotal bajo la dominación totalitaria.Sin embargo, la época que contempló el ascenso de <strong>los</strong> pan-movimientos todavía siguióhallándose felizmente ignorante de la esterilización total. Al contrario, para un observador inocente(como lo eran la mayoría de <strong>los</strong> occidentales) la llamada alma oriental parecía serincomparablemente más rica, su psicología más profunda, su literatura más significativa que la <strong>del</strong>as «vacías» democracias occidentales. Esta aventura psicológica y literaria en las profundidades <strong>del</strong>sufrimiento no llegó a existir en Austria-Hungría, porque su literatura era principalmente literaturade habla alemana, que al fin y al cabo era y siguió siendo parte de la literatura alemana en general.En lugar de inspirar una profunda decepción, la burocracia austríaca más bien impulsó a su másimportante escritor moderno a convertirse en humorista y crítico de todo. Franz Kafka conocíasuficientemente bien la superstición <strong>del</strong> hado que posee a <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> que viven bajo la perpetua

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