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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 347Este giro violento y regular de toda la gigantesca maquinaria administrativa, aunque impide eldesarrollo de la competencia, tiene muchas ventajas: asegura la relativa juventud de <strong>los</strong> funcionariose impide una estabilización de condiciones que, al menos en tiempos de paz, se halla preñada depeligros para la dominación totalitaria; eliminando la antigüedad y el mérito impide el desarrollo <strong>del</strong>as lealtades que normalmente ligan a <strong>los</strong> miembros jóvenes de un cuerpo con sus mayores, de cuyaopinión y buena voluntad dependen sus ascensos; barren de una vez por todas <strong>los</strong> peligros <strong>del</strong> paroy aseguran a todo el mundo un puesto compatible con su preparación. Así, en 1939, después de quellegó a su final la gigantesca purga de la Unión Soviética, Stalin pudo observar con gransatisfacción que «el partido era capaz de elevar a <strong>los</strong> puestos dirigentes en <strong>los</strong> asuntos <strong>del</strong> Estado o<strong>del</strong> partido a más de 500.000 jóvenes bolcheviques» 114 . La humillación implícita en el hecho dedeber un puesto a la injusta eliminación <strong>del</strong> predecesor de cada uno tiene el mismo efectodesmoralizante que la eliminación de <strong>los</strong> judíos tuvo en las profesiones alemanas; convierte a cadaposeedor de un puesto de trabajo en consciente cómplice de <strong>los</strong> crímenes de un Gobierno, de <strong>los</strong>que es beneficiario tanto si le gusta como si no le gusta, con el resultado de que, cuanto mássensible resulte ser el individuo humillado, más ardientemente defenderá al régimen. En otraspalabras, este sistema es el resultado lógico <strong>del</strong> principio <strong>del</strong> jefe en sus implicaciones totales y lamayor garantía posible de la lealtad, en cuanto que hace que el medio de vida de cada nuevageneración dependa de la línea política actual <strong>del</strong> jefe que inició la purga creadora de puestos detrabajo. También hace realidad la identidad de <strong>los</strong> intereses públicos y privados, de la queacostumbran a mostrarse tan orgul<strong>los</strong>os <strong>los</strong> defensores de la Unión Soviética (o, en la versión nazi,la abolición de la esfera de la vida privada), hasta el punto de que cualquier individuo, de cualquierimportancia, deba toda su existencia al interés político <strong>del</strong> régimen, y cuando esta identidad deintereses de hecho queda rota y la purga siguiente le barre <strong>del</strong> puesto, el régimen se asegura de quedesaparezca <strong>del</strong> mundo de <strong>los</strong> vivos. En forma no muy diferente, el agente doble se hallaidentificado con la causa de la revolución (sin la cual perdería su puesto) y no sólo con la PolicíaSecreta. En esta esfera, también, una ascensión espectacular puede solamente acabar en una muerteanónima, dado que es más improbable que pueda jugarse indefinidamente el doble juego. ElGobierno totalitario, cuando fija para el ascenso en todas las carreras condiciones que habíanprevalecido anteriormente sólo entre<strong>los</strong> proscritos sociales, ha efectuado uno de <strong>los</strong> cambios mástrascendentales en psicología social. La psicología <strong>del</strong> agente doble, que se muestra dispuesto apagar el precio de la brevedad de una vida por la exaltada existencia de unos pocos años en lacumbre, se convirtió necesariamente en la fi<strong>los</strong>ofía en cuestiones personales de toda la generaciónpostrrevolucionaria en Rusia y, en menor, pero aún muy peligroso, grado, en la Alemania de laposguerra.Esta es la sociedad, penetrada por normas y viviendo conforme a métodos que antaño fueronmonopolio de la sociedad secreta y donde funciona la Policía Secreta totalitaria. Sólo en las fasesiniciales, cuando todavía se desarrolla una lucha por el poder, son sus víctimas aquel<strong>los</strong> que puedenser sospechosos de oposición. Luego prosigue su carrera totalitaria con la persecución <strong>del</strong> enemigoobjetivo, que puede ser el judío o <strong>los</strong> polacos (como en el caso de <strong>los</strong> nazis) o <strong>los</strong> llamados«contrarrevolucionarios», una acusación que «en la Rusia soviética... es formulada... antes de que sehaya suscitado cuestión alguna, como [el] comportamiento [de <strong>los</strong> acusados] », que pueden serpersonas que en un cierto tiempo poseyeron una tienda o una casa o cuyos «padres o abue<strong>los</strong>tuvieron semejantes cosas» 115 , o que resultaron pertenecer a una de las fuerzas de ocupación <strong>del</strong>Ejército rojo, o eran rusos de origen polaco. Sólo en su fase última y completamente totalitariaquedaban abandonados <strong>los</strong> conceptos <strong>del</strong> enemigo objetivo y <strong>del</strong> <strong>del</strong>ito lógicamente posible,elegidas las víctimas completamente al azar y, sin llegar a ser acusadas, declaradas incapaces devivir. Esta nueva categoría de «indeseables» puede consistir, como en el caso de <strong>los</strong> nazis, enenfermos mentales o en personas con enfermedades pulmonares o cardíacas, o, en la UniónSoviética, en personas que hayan sido comprendidas en ese porcentaje, diferente en una provincia114 Cita de AVTORJANOV, op. cit.115 The Dark Side of the Moon, Nueva York, 1947.

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