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arendt-hannah-los-origenes-del-totalitarismo

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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 136que, tras cada torbellino, retornaban todas las clases, aunque algo empobrecidas y amargadas 47 .La exportación de dinero y las inversiones en el exterior como tales no son imperialismo niconducen necesariamente a la expansión como un medio político. Mientras que <strong>los</strong> propietarios decapital superfluo se contentaban con invertir «grandes porciones de su propiedad en paísesextranjeros», aunque esta tendencia fuera «contra todas las pasadas tradiciones de nacionalismo» 48 ,simplemente confirmaban su alienación <strong>del</strong> cuerpo nacional, en el que de cualquier manera eranparásitos. Sólo cuando exigieron protección gubernamental para sus inversiones (después de que lafase inicial de estafas abriera sus ojos a la posibilidad de emplear la política contra <strong>los</strong> riesgos <strong>del</strong>juego), volvieron a penetrar en la vida de la nación. En esta apelación, sin embargo, siguieron latradición establecida por la sociedad burguesa, siempre dispuesta a considerar las institucionespolíticas exclusivamente como un instrumento para la protección de la propiedad individual 49 . Sólola afortunada coincidencia de la elevación de una nueva clase de propietarios con la revoluciónindustrial había hecho a la burguesía productora y estimuladora de la producción. Mientras quecumplía esta función básica en la sociedad moderna, que es esencialmente una comunidad deproductores, su riqueza tenía una importante función para la nación en conjunto. Los propietarios decapital superfluo eran el primer sector de la clase que deseaban beneficios sin cumplir ningunafunción social auténtica —aunque hubiera sido la función de productor ex plotador—y a <strong>los</strong> que, enconsecuencia, ninguna política podría haber salvado de la ira <strong>del</strong> pueblo.La expansión, por eso, no fue sólo un escape para el capital superfluo. Lo que era mucho másimportante es que protegía a sus propietarios contra la amenazante perspectiva de permanecersiendo enteramente superfluos y parásitos. Evitó a la burguesía las consecuencias de la maladistribución y revitalizó su concepto de la propiedad en una época en que la riqueza ya no podía serutilizada como un factor en la producción dentro <strong>del</strong> marco nacional y en la que había llegado achocar con el ideal de producción de la comunidad en conjunto.Más antiguo que la riqueza superflua era otro subproducto de la producción capitalista: <strong>los</strong>deseches humanos que cada crisis, seguidora invariable de cada período de desarrollo industrial,eliminaba permanentemente de la sociedad productora. Los hombres que se habían convertido ya enparados permanentes resultaban tan superfluos a la comunidad como <strong>los</strong> propietarios de la riquezasuperflua. El hecho de que constituían una amenaza para la sociedad había sido reconocido a lolargo <strong>del</strong> siglo XIX y su exportación había contribuido a poblar <strong>los</strong> Dominios <strong>del</strong> Canadá y deAustralia, así como <strong>los</strong> Estados Unidos. El nuevo hecho en la era imperialista es que estas dosfuerzas superfluas, el capital superfluo y la mano de obra superflua, se unieron y abandonaron elpaís al mismo tiempo. El concepto de expansión, la exportación <strong>del</strong> poder gubernamental y laanexión de cada territorio en el que <strong>los</strong> nacionales habían invertido, bien su riqueza, bien su trabajo,parecían la única alternativa ante las crecientes pérdidas en riqueza y en población. El imperialismo47 Por lo que a Francia respecta, véase, de GEORGE LACHAPELLE, Les Finances de la Troisième République, París,1937, y de D. W. BROGAN, The Development of Modern France, Nueva York, 1941. Respecto de Alemania, cotéjenseinteresantes testimonios contemporáneos, como <strong>los</strong> de MAX WIRTH, Geschichte der Han<strong>del</strong>skrisen, 1873, capítuloXV, y A. SCHAEFFLE, «Der 'grosse Boersenkrach' des Jahres 1873», en Zeitschrift für die gesamteStaatswissenschaft, 1874, vol. 30.48 J. A. HOBSON, «Capitalism and Imperialism», op. cit.49 Véase HILFERDING, op. cit., p. 406. «De aquí el grito en pro de un fuerte poder estatal lanzado por todos <strong>los</strong>capitalistas con inversiones en países extranjeros... El capital exportado se siente más seguro cuando el poder estatal desu propio país gobierna al nuevo dominio completamente... Si es posible sus beneficios deberían ser garantizados por elEstado. De esta manera, la exportación de capital favorece una política imperialista.» P. 423: «Es cosa corriente que laactitud de la burguesía hacia el Estado sufra un completo cambio cuando el poder político <strong>del</strong> Estado se tornainstrumento competitivo <strong>del</strong> capital financiero en el mercado mundial. La burguesía había sido hostil al Estado en sulucha contra el mercantilismo económico y el absolutismo político... Teóricamente al menos, la vida económica teníaque hallarse completamente libre de la intervención <strong>del</strong> Estado; el Estado tenía que autolimitarse políticamente a lasalvaguardia de la seguridad y al establecimiento de la igualdad civil.» P. 426: «Pero el deseo de una políticaexpansionista provoca un cambio revolucionario en la mentalidad de la burguesía. Cesa de ser pacifista Y humanista.»P. 470: «Socialmente, la expansión es una condición vital para la preservación de la sociedad capitalista;económicamente, es la condición para la preservación y para el aumento temporal <strong>del</strong> tipo de interés.»

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