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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 287La propaganda totalitaria perfecciona las técnicas de la propaganda de masas, pero ni las inventani origina sus temas. Estos le fueron preparados durante <strong>los</strong> cincuenta años de auge <strong>del</strong>imperialismo y de la desintegración de la Nación-Estado, cuando el populacho penetró en la esferade la política europea. Como <strong>los</strong> primitivos líderes <strong>del</strong> populacho, <strong>los</strong> portavoces de <strong>los</strong>movimientos totalitarios poseyeron un firme instinto para todo lo que la propaganda partidistaordinaria o la opinión pública no prestaba atención o no se atrevía a tocar. Todo lo oculto, todo loque fluía en silencio, se convirtió en tema <strong>del</strong> más relevante significado, al margen de su propiaimportancia intrínseca. El populacho creía realmente que la verdad era todo lo que una sociedadrespetable hipócritamente había pasado por alto u ocultado con la corrupción.El misterio como tal se convirtió en el criterio principal para la elección de temas. No importabael origen <strong>del</strong> misterio; podía descansar en un deseo secreto, razonable y políticamentecomprensible, como en el caso <strong>del</strong> Servicio Secreto Británico o <strong>del</strong> Deuxième Bureau francés; o enla necesidad conspiratoria de <strong>los</strong> grupos revolucionarios, como en el caso de <strong>los</strong> anarquistas y deotras sectas terroristas; o en la estructura de sociedades cuyo contenido secreto originario habíallegado a ser muy bien conocido y donde sólo el ritual formal retenía todavía el antiguo misterio,como en el caso de <strong>los</strong> francmasones; o en las antiguas supersticiones que habían tejido leyendas entorno a ciertos grupos, como en el caso de <strong>los</strong> jesuitas y de <strong>los</strong> judíos. Los nazis fueronindudablemente superiores en la elección de tales temas para la propaganda de masas; pero <strong>los</strong>bolcheviques llegaron gradualmente a aprender la técnica, aunque se apoyaron menos en <strong>los</strong>misterios tradicionalmente aceptados y prefirieron sus propias invenciones: desde mediados de <strong>los</strong>años 30, en la propaganda bolchevique una misteriosa conspiración mundial ha seguido a otra,comenzando con la conspiración de <strong>los</strong> trotskystas y siguiendo con el dominio de las 300 familias,hasta llegar a las siniestras maquinaciones imperialistas (es decir, globales) de <strong>los</strong> servicios secretosbritánicos o americanos 29 .La eficacia de este tipo de propaganda demuestra una de las características principales de lasmasas modernas. No creen en nada visible, en la realidad de su propia experiencia; no confían ensus ojos ni en sus oídos, sino sólo en sus imaginaciones, que pueden ser atraídas por todo lo que esal mismo tiempo universal y consecuente en sí mismo. Lo que convence a las masas no son <strong>los</strong>hechos, ni siquiera <strong>los</strong> hechos inventados, sino sólo la consistencia <strong>del</strong> sistema <strong>del</strong> que sonpresumiblemente parte. La repetición, cuya importancia ha ido algo sobreestimada en razón de laextendida creencia en la capacidad inferior de las masas para captar y recordar, es importante sóloporque las convence de la consistencia <strong>del</strong> tiempo.Lo que las masas se niegan a reconocer es el carácter fortuito que penetra a la realidad. Estánpredispuestas a todas las ideologías porque éstas explican <strong>los</strong> hechos como simples ejemp<strong>los</strong> <strong>del</strong>eyes y eliminan las coincidencias inventando una omnipotencia que lo abarca todo y de la que secree que se halla en la raíz de cualquier accidente. La propaganda totalitaria medra en esta huida <strong>del</strong>a realidad a la ficción, de la coincidencia a la consistencia.La incapacidad principal de la propaganda totalitaria estriba en que no puede colmar este anhelode las masas por un mundo completamente consecuente, comprensible y previsible sin entrar en unserio conflicto con el sentido común. Si, por ejemplo, todas las «confesiones» de <strong>los</strong> oponentespolíticos en la Unión Soviética son formuladas en el mismo lenguaje y admiten <strong>los</strong> mismosmotivos, las masas hambrientas de consistencia aceptarán la ficción como prueba suprema de suveracidad; mientras que el sentido común nos dice que es precisamente su consistencia lo que sehalla fuera de este mundo y nos prueba que han sido previamente elaboradas. Figurativamentehablando, es como si las masas exigieran una constante repetición de la versión bíblica de <strong>los</strong>29 Es interesante advertir que durante la era de Stalin y de alguna forma <strong>los</strong> bolcheviques acumularon <strong>los</strong> complots, queel descubrimiento de uno nuevo no significaba que abandonaran el anterior. La conspiración trotskysta comenzó hacia1930; la conjura de las 300 familias se añadió durante el período <strong>del</strong> Frente Popular, a partir de 1935; el imperialismobritánico se convirtió en una conspiración durante la alianza Stalin-Hitler; el «Servicio Secreto Americano» siguió pocodespués de la terminación de la guerra; la última conspiración, el cosmopolitismo judío, tuvo una obvia e inquietantesemejanza con la propaganda nazi.

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