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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 144que interpreta a la Historia como una lucha económica de clases y la que interpreta a la Historiacomo una lucha natural de razas. El atractivo de ambas para las grandes masas resultó tan fuerte quefueron capaces de obtener el apoyo <strong>del</strong> Estado y establecerse por sí mismas como doctrinasoficiales nacionales. Pero mucho más allá de las fronteras dentro de las cuales el pensamiento deraza y el pensamiento de clase habían evolucionado hasta llegar a ser normas obligatorias depensamiento, la libre opinión pública las había adoptado hasta tal extremo que no sólo <strong>los</strong>intelectuales, sino las grandes masas de hombres ya no aceptaban una interpretación de <strong>los</strong> hechos<strong>del</strong> pasado o <strong>del</strong> presente que no se hallara de acuerdo con una de estas perspectivas.El tremendo poder de persuasión inherente a las principales ideologías de nuestros tiempos no esaccidental. La persuasión no es posible sin el atractivo para las experiencias o <strong>los</strong> deseos, en otraspalabras, para las inmediatas necesidades políticas. En estas cuestiones la plausibilidad no procedede <strong>los</strong> hechos científicos, como a <strong>los</strong> diferentes tipos de darwinistas les agradaría que creyéramos,ni de las leyes históricas, como pretenden <strong>los</strong> historiadores en sus esfuerzos por descubrir la leysegún la cual surgen y desaparecen civilizaciones. Cada ideología completa ha sido creada, continuaday mejorada como arma política y no como una doctrina teórica. Es cierto que a veces —ytal es el caso <strong>del</strong> racismo— una ideología ha cambiado su sentido político originario, pero sininmediato contacto con la vida política no cabría imaginar a ninguna de ellas. Su aspecto científicoes secundario y surge, en primer lugar, <strong>del</strong> deseo de proporcionar argumentos contundentes y ensegundo lugar porque su poder persuasivo también alcanza a <strong>los</strong> científicos que dejan de interesarseentonces por el resultado de sus investigaciones, abandonan sus laboratorios y corren a predicar a lamultitud sus nuevas interpretaciones de la vida y <strong>del</strong> mundo 5 . Debemos a estos predicadores«científicos» más que a cualquier descubrimiento científico el hecho de que hoy no quede ni unasola ciencia en la que no haya penetrado profundamente el sistema de categorías <strong>del</strong> pensamientoracial. Y este hecho ha determinado que <strong>los</strong> historiadores, algunos de <strong>los</strong> cuales han sentido latentación de hacer responsable a la ciencia <strong>del</strong> pensamiento racial, hayan tomado a resultados deinvestigaciones filológicas o biológicas como causas en vez de consecuencias <strong>del</strong> pensamientoracial 6 . Lo opuesto se hallaría más cerca de la verdad. En realidad, la doctrina según la cual quien5 «A partir de la década de <strong>los</strong> setenta Huxley abandonó su propia investigación científica, tan ocupado se hallaba consu papel de ‘perro de presa de Darwin', ladrando y mordiendo a <strong>los</strong> teólogos» (Hayes, op. cit., p. 126). La pasión deErnst Haeckel por la divulgación de <strong>los</strong> resultados científicos, que resultó por lo menos tan fuerte como su pasión por lamisma ciencia, fue destacada recientemente por un entusiasmado escritor nazi, H. BRUECHER, «Ernst Haeckel, EinWegbereiter biologischen Staatsdenkens». En Nationalsozialistiche Monatshefte, 1935, fascículo 69.Cabe citar dos ejemp<strong>los</strong> extremos para mostrar de lo que son capaces <strong>los</strong> científicos. Ambos corresponden a estudiososde excelente fama, que escribieron en la época de la primera guerra mundial El especialista alemán en Historia <strong>del</strong> Arte,JOSEF STRZYGOWSKY, en su Altai, Iran und Völkerwanderung (Leipzig, 1917) descubrió que la raza nórdica estabaconstituida por alemanes, ucranianos, armenios, persas, húngaros, búlgaros y turcos (pp. 306-307). La Sociedad deMedicina de París no sólo publicó un informe sobre el descubrimiento de «polychesia» (defecación excesiva) y de«bromidrosis» (olor corporal) en la raza alemana, sino que sugirió que se utilizara el análisis de orina para descubrir a<strong>los</strong> espías alemanes; se «descubrió» que la orina alemana contenía un 20 por 100 de nitrógeno no úrico mientras que enlas demás razas esta proporción era sólo <strong>del</strong> 15 por 100. Véase Race, de JACQUES BARZUN, Nueva York, 1937, p.239.6 Este quid pro quo fue parcialmente resultado <strong>del</strong> celo de <strong>los</strong> estudiosos que deseaban disminuir la importancia de cadaejemplo en el que hubiera sido mencionada la raza. Por eso tomaron como racistas declarados a inocuos autores paraquienes las explicaciones mediante la raza constituían una opinión posible y a veces fascinante. Tales opiniones, en símismas inofensivas, fueron formuladas por <strong>los</strong> primeros antropólogos como puntos de partida de sus investigaciones.Ejemplo típico es la ingenua hipótesis de Paul Broca, conocido antropólogo francés de mediados <strong>del</strong> siglo XIX, quiensupuso que «el cerebro tenía algo que ver con la raza» (cita de JACQUES BARZUN, op. cit., p. 162). Es obvio que estaafirmación, sin el apoyo de una concepción de la naturaleza humana, resulta simplemente ridícula.Por lo que se refiere a <strong>los</strong> filósofos de comienzos <strong>del</strong> siglo XIX, cuyo concepto <strong>del</strong> «arianismo» ha inducido a cadaestudioso <strong>del</strong> racismo a incluirles entre <strong>los</strong> protagonistas e incluso <strong>los</strong> inventores <strong>del</strong> pensamiento racial, son taninocentes como cabe serlo. Si superaron <strong>los</strong> límites de la pura investigación fue porque deseaba incluir en la mismahermandad cultural a tantas naciones como les fuera posible. En palabras de ERNEST SEILLIÈRE, en La Phi<strong>los</strong>ophiede l'impérialisme, 4 vols., 19031906: «Fue un género de intoxicación: la civilización moderna creyó haber recobrado sugenealogía... y nació un organismo que abarca en una sola fraternidad a todas las naciones cuyo lenguaje mostrabaalguna afinidad con el sánscrito» (Prólogo, tomo I, p. XXXV). En otras palabras, estos hombres todavía continuaban enla tradición humanista <strong>del</strong> siglo XVIII y compartían su entusiasmo por <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> extraños y las culturas exóticas.

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