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Hannah Arendt L o s o r í g e n e s d e l t o t a l i t a r i s m o 350nunca comunicada, pierde su realidad y asume la naturaleza de una simple pesadilla. Sólo aquel<strong>los</strong>que están en posesión <strong>del</strong> conocimiento estrictamente esotérico concerniente a las nuevas yeventuales categorías de indeseables y de <strong>los</strong> métodos operativos de <strong>los</strong> cuadros se hallan enposición de comunicarse entre sí acerca de lo que realmente constituye la realidad para todos. Sóloel<strong>los</strong> están en posición de creer en lo que saben que es cierto. Este es su secreto, y para guardar estesecreto quedan establcidos como una organización secreta. Siguen siendo miembros de ésta aunquela organización secreta les detenga, les obligue a hacer confesiones y, finalmente, les liquide.Mientras que guardan el secreto pertenecen a la élite, y, como regla, no lo traicionan aunque esténen prisión o en campos de concentración 121 .Ya hemos observado que una de las muchas paradojas que hieren al sentido común <strong>del</strong> mundono totalitario es el empleo aparentemente irracional que el <strong>totalitarismo</strong> hace de <strong>los</strong> métodosconspiradores. Los movimientos totalitarios, en apariencia perseguidos por la Policía, usan muyescasamente de <strong>los</strong> métodos de conspiración para el derrocamiento <strong>del</strong> Gobierno en su lucha por elpoder, mientras que el <strong>totalitarismo</strong> en el poder, tras haber sido reconocido por todos <strong>los</strong> Gobiernosy aparentemente evolucionado desde su fase revolucionaria, desarrolla una verdadera PolicíaSecreta como núcleo de su Gobierno y <strong>del</strong> poder. Parece que el reconocimiento oficial esconsiderado una amenaza mayor para el contenido conspirador <strong>del</strong> movimiento totalitario, unaamenaza de desintegración interna, que las frías medidas policíacas de <strong>los</strong> regímenes no totalitarios.La verdad de la cuestión es que <strong>los</strong> dirigentes totalitarios, aunque se hallan convencidos de quedeben seguir consecuentemente la ficción y las reglas <strong>del</strong> mundo ficticio que quedaron establecidasdurante su lucha por el poder, sólo gradualmente descubren las implicaciones totales de este mundoficticio y de sus reglas. Su fe en la omnipotencia humana, su convicción de que todo puede hacersea través de la organización, les lleva a experiencias que la imaginación humana puede haberesbozado, pero que la actividad humana ciertamente jamás realizó. Sus odiosos descubrimientos enel terreno de lo posible se hallan inspirados por un cientifismo ideológico que ha demostradohallarse menos controlado por la razón y menos inclinado a reconocer <strong>los</strong> hechos que las mássalvajes fantasías de la especulación precientífica y prefi<strong>los</strong>ófica. Establecen la sociedad secreta queya no opera a la luz <strong>del</strong> día, la sociedad de la Policía Secreta, <strong>del</strong> soldado político o <strong>del</strong> combatienteideológicamente preparado, para poder realizar la indecente investigación experimental sobre lo quees posible.La conspiración totalitaria contra el mundo no totalitario, por otra parte, su reivindicación dedominación total, prosiguen tan abiertas y patentes bajo condiciones de dominación totalitaria comoen <strong>los</strong> movimientos totalitarios. Se halla prácticamente impresa en la población coordinada de«simpatizantes» en la forma de una supuesta conspiración de todo el mundo contra su propio país.La dicotomía totalitaria es propagada haciendo deber de cada ciudadano en el exterior el informar asu país como si fuera un agente secreto y tratando a cada extranjero como a un espía de sucorrespondiente país 122 . Para la realización práctica de esta dicotomía, más que en razón de secretosespecíficos, militares y de otro tipo, es por lo que <strong>los</strong> telones de acero separan a <strong>los</strong> habitantes de unpaís totalitario <strong>del</strong> resto <strong>del</strong> mundo. Su verdadero secreto, <strong>los</strong> campos de concentración, esoslaboratorios en el experimento de dominación total, está protegido por <strong>los</strong> regímenes totalitarios de<strong>los</strong> ojos de su propio pueblo, tanto como de <strong>los</strong> demás.Durante un considerable lapso de tiempo la normalidad <strong>del</strong> mundo normal es la protección máseficaz contra la revelación de <strong>los</strong> crímenes masivos totalitarios. «Los hombres normales no sabenque todo es posible» 123 , se niegan a creer en lo monstruoso frente a sus ojos y oídos, de la mismamanera que el hombre-masa no confía en sus ojos y oídos ante una realidad normal en la que no hay121 BECK y GODIN, op. cit., p. 169, señalan cómo <strong>los</strong> funcionarios de la NKVD, cuando eran detenidos, «cuidabanmuy especialmente de no revelar ninguno de <strong>los</strong> secretos de la NKVD».122 Es típico el siguiente diálogo descrito en The Dark Side of the Moon: «Al reconocimiento de que uno había estadofuera de Polonia seguía invariablemente la siguiente pregunta: «¿Para quién estaba usted espiando...?» Un hombrepreguntó “Pero ustedes también tienen visitantes extranjeros. ¿Creen ustedes que son espías?” La respuesta fue: “¿Quées le que cree? ¿Tan necios nos supone como para no darnos cuenta de ello?”»123 DAVID ROUSSET, The Other Kingdom, Nueva York, 1947.

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