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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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sin saber qué decir. Tom Bertram empezó de nuevo:<br />
––Miss Crawford tiene que ser nuestra Amelia. Será una Amelia<br />
excelente...<br />
––No temáis que yo quiera encargarme del personaje ––replicó Julia con<br />
airada precipitación––. Hemos quedado en que no haré el papel de<br />
Agatha, y os aseguro que no haré ninguno; y, en cuanto al de Amelia, no<br />
hay en el mundo personaje que pueda disgustarme más. Lo aborrezco.<br />
Es una muchacha detestable, ínfima, descarada, falsa, indecente.<br />
Siempre me pronuncié contra la comedia, y ésta es comedia del peor<br />
estilo.<br />
Diciendo esto abandonó precipitadamente la habitación, dejando una<br />
sensación de embarazo en más de una persona, pero sin despertar<br />
compasión en ninguna, excepto en Fanny, que fue una oyente pasiva de<br />
todo lo que allí se dijo, y que no podía hacerse la reflexión de que Julia se<br />
sentía torturada por los celos, sin apiadarse de ella.<br />
A su salida siguió un corto silencio, pero su hermano pronto volvió al<br />
tema del momento, a las «Promesas de Enamorados», dedicándose a<br />
hojear la obra con afán para decidir, con la ayuda de Mr. Yates, qué<br />
decorados podrían necesitar, mientras María y Henry Crawford<br />
conversaban aparte, a media voz; y la manifestación con que ella inició el<br />
diálogo, afirmando que «le cedería el papel a Julia con mucho gusto, se lo<br />
aseguro; pero, aunque es probable que yo lo haga muy mal, estoy<br />
convencida de que ella lo haría peor», estaba cosechando sin duda todas<br />
las galanterías a que aspiró.<br />
Así llevaban ya bastante tiempo, cuando la desintegración del grupo fue<br />
completada por Tom Bertram y Mr. Yates, que juntos abandonaron la<br />
habitación para estudiar mejor el caso sobre el terreno, o sea en la sala<br />
que ahora empezaban a denominar «el teatro», y por María Bertram, que<br />
decidió llegarse personalmente a la rectoría para ofrecer el papel de<br />
Amelia a miss Crawford. Y Fanny quedó sola.<br />
El primer uso que hizo de su soledad fue tomar el libro que habían<br />
dejado sobre la mesa y enterarse del contenido de la obra. Tenía<br />
despierta la curiosidad, y sus ojos recorrieron el texto con afán sólo<br />
contenido a intervalos por su asombro de que hubiesen podido elegir<br />
aquello para el caso..., ¡de que se hubiese tenido la osadía de proponerlo<br />
y aceptarlo para un teatro casero! Agatha y Amelia le parecieron, cada<br />
una en su estilo, unos personajes tan sumamente impropios para una<br />
representación en la intimidad del hogar... la situación de la una y el<br />
lenguaje de la otra tan inadecuados para toda mujer modesta, que se le<br />
hizo dificil admitir que sus primas supieran en lo que se estaban<br />
empeñando, y deseó de todo corazón que reaccionaran lo antes posible,<br />
atendiendo a la protesta de Edmund, a no dudarlo, habría de formular.<br />
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