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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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interesado, no tardó sir Thomas en confiar también.<br />
Por su parte no omitió cortesía, cumplimiento o amabilidad que pudiera<br />
ayudar al proyecto. Honró la firmeza de Mr. Crawford, ensalzó a Fanny y<br />
puso de manifiesto que aquellas relaciones seguían siendo lo más<br />
deseable del mundo. En <strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong>, Mr. Crawford sería siempre bien<br />
recibido; no tenía más que consultar su propio juicio y sus sentimientos<br />
en cuanto a la frecuencia de las visitas, lo mismo ahora que para el<br />
futuro. En todos los familiares y amigos de su sobrina sólo podía caber<br />
una opinión, un deseo, con referencia al caso; la influencia de todos los<br />
que la querían había de inclinarla en aquel sentido.<br />
Dijo cuanto podía dar aliento, Henry lo acogió con agradecida<br />
satisfacción y los dos caballeros se separaron como los mejores amigos.<br />
Satisfecho de que la causa siguiera ahora un curso tan propio y<br />
prometedor, sir Thomas resolvió abstenerse de importunar más a su<br />
sobrina y de mostrar una clara ingerencia. Consideró que la benevolencia<br />
seria el mejor camino para influir en su ánimo. Las súplicas procederían<br />
de un solo sector. La abstención de la familia en un punto respecto del<br />
cual ella no podía dudar de los deseos que todos habían de sentir, sería<br />
el medio más seguro de conseguir algún progreso. De acuerdo con este<br />
principio, sir Thomas aprovechó la primera ocasión para decir a Fanny<br />
con indulgente gravedad, a propósito para dominarla:<br />
––Bueno, Fanny, he visto nuevamente a Mr. Crawford, y por él he<br />
sabido exactamente cómo están las cosas entre vosotros. Es el joven más<br />
extraordinario, y cualquiera que sea el resultado, debes darte cuenta de<br />
que has creado un afecto de carácter nada corriente; aunque, por ser tú<br />
tan joven y tener poco conocimiento de la pasajera, variable, inconstante<br />
naturaleza del amor, como generalmente se da, no puede sorprenderte,<br />
como a mí, cuanto hay de maravilloso en una perseverancia semejante<br />
contra el descorazonamiento. En su caso, todo es cuestión de<br />
sentimiento; él no pretende que se le reconozca ningún mérito por ello;<br />
acaso no tenga derecho a ninguno. No obstante, por haber elegido tan<br />
bien, su constancia tiene un carácter muy encomiable. De no haber sido<br />
tan intachable su elección, yo hubiera condenado su perseverancia.<br />
––Desde luego ––dijo Fanny––, siento mucho que Mr. Crawford continúe<br />
con... Ya sé que me hace un gran honor, y me considero<br />
inmerecidamente honrada; pero estoy tan convencida, y así se lo he<br />
dicho, de que jamás podré...<br />
––Querida ––la interrumpió sir Thomas––, no es ocasión para esto.<br />
Conozco tan bien tus sentimientos como tú debes conocer mis deseos y<br />
mi pena. No hay más que decir ni que hacer. A partir de este momento,<br />
el tema no habrá de renovarse entre nosotros. No tendrás nada que<br />
temer, ni que preocuparte por ello. No puedes suponerme capaz de<br />
intentar convencerte para que te cases contra tus inclinaciones. Tu<br />
felicidad y conveniencia es cuanto tengo presente, y nada se te pide fuera<br />
de que soportes los intentos de Mr. Crawford para convencerte de que<br />
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