Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
188<br />
de conocer las de miss Crawford. Había puntos en los que no estaban<br />
totalmente de acuerdo, había momentos en que ella no parecía propicia;<br />
y aunque en el fondo confiaba en su afecto, tanto como para estar<br />
resuelto (casi resuelto) a obligarla a tomar una decisión en un plazo muy<br />
breve, tan pronto como se arreglaran los diversos asuntos que tenía para<br />
solucionar y supiera lo que podía ofrecerle, sentía no obstante muchas<br />
inquietudes y pasaba muchas horas dudando acerca del resultado. Su<br />
convicción de que ella le quería era a veces muy fuerte; podía recordar<br />
una larga serie de detalles alentadores, en la que ella aparecía tan<br />
perfecta por lo desinteresado de su afecto como en todo lo demás. Pero<br />
otras veces la duda y el temor se entremezclaban en sus esperanzas; y<br />
cuando pensaba en la reconocida falta de inclinación que ella sentía por<br />
la intimidad y el aislamiento, en su decidida preferencia por la vida de<br />
Londres, ¿qué podía esperar sino una negativa terminante? A menos que<br />
fuera una aceptación que debiera implorarse y exigiera tales sacrificios<br />
de ocupación y estado por parte de él, que su conciencia habría de<br />
prohibírsela.<br />
El resultado de todo dependía de una cuestión: ¿Le amaba ella<br />
bastante para prescindir de lo que solía considerar puntos esenciales?<br />
¿Le amaba lo bastante para dejar de considerar esenciales aquellos<br />
puntos? Y esta cuestión, que él se estaba repitiendo continuamente a sí<br />
mismo, aunque las más de las veces era contestada con un «sí», obtenía<br />
otras un «no».<br />
Miss Crawford iba a marcharse de <strong>Mansfield</strong> dentro de poco, y ante<br />
esta circunstancia el «no» y el «sí» habían alternado con gran frecuencia<br />
últimamente. Él había visto brillar sus ojos cuando hablaba de la carta<br />
de una amiga querida que la reclamaba en Londres para pasar con ella<br />
una larga temporada, y de la amabilidad de Henry al comprometerse a<br />
permanecer donde estaba hasta enero, a fin de poder acompañarla allá;<br />
la había oído hablar del placer de tal viaje con una animación que era un<br />
«no» en todos los tonos. Pero esto ocurrió el primer día en que así se<br />
acordó, en la primera explosión por la alegría recibida, cuando ante sí no<br />
tenía más que las amistades a quienes iba a visitar. Después, la había<br />
oído expresarse de un modo distinto, en otro tono... un tono más<br />
moderado. La había oído decir a la señora Grant que la dejaría con pena;<br />
que empezaba a creer que ni las amistades ni las diversiones que iba a<br />
buscar podrían compensarla de las que dejaba allí; y que, aunque<br />
comprendía que debía ir, y sabía que lo pasaría bien una vez se<br />
encontrara en Londres, estaba ya deseando volver de nuevo a <strong>Mansfield</strong>.<br />
En todo esto... ¿no había un «sí»?<br />
Con esta serie de cuestiones que sopesar, ordenar y coordinar, Edmund<br />
no podía, por su parte, pensar mucho en la velada que reclamaba la<br />
atención del resto de la familia, no esperarla con el mismo grado de<br />
fuerte interés. Aparte la alegría que proporcionase a sus primos, la<br />
velada no tenía para él más valor del que pudiera tener otro motivo<br />
188