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Mansfield Park - Educando

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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />

327<br />

CAPÍTULO XLVII<br />

Las tres personas que, de la familia, había en la casa formaban un<br />

grupo realmente triste, creyéndose cada una de ellas más desgraciada<br />

que las otras dos. Sin embargo, tía Norris, por ser la más afecta a María,<br />

era en realidad la que más sufría. María era su favorita, la más querida<br />

de todos; el casamiento había sido obra suya, como ella misma<br />

constantemente sentía y decía con tanto orgullo en el corazón, y aquel<br />

funesto resultado la dejó prácticamente anonadada.<br />

Era una criatura transformada, callada, estupefacta, indiferente a<br />

cuanto ocurría. La ventaja de quedarse con su hermana y su sobrino,<br />

con toda la casa bajo su cuidado, la había desaprovechado por completo;<br />

era incapaz de dirigir o mandar, y hasta de considerarse a sí misma útil<br />

para algo. Al acusar una auténtica aflicción, se habían entumecido todas<br />

sus energías activas; y ni lady Bertram ni el propio Tom habían recibido<br />

de ella la menor ayuda o intento de ayuda. No hizo por ellos más de lo<br />

que cada uno de ellos hiciera por los otros dos. Todos se habían sentido<br />

solitarios, abandonados, desamparados por igual; y ahora, la llegada de<br />

los otros no hacía más que poner de relieve su mayor desventura. Su<br />

hermana y su sobrino sintieron alivio, pero no lo hubo para ella.<br />

Edmund fue casi tan bien recibido por su hermano como Fanny por tía<br />

Bertram. Pero tía Norris, en vez de hallar consuelo en la presencia de<br />

alguno de los dos, se sintió aún más irritada a la vista de la persona a<br />

quien, en la ceguera de su cólera, hubiese sido capaz de acusar de<br />

espíritu maligno, culpable de la tragedia. Si Fanny hubiese aceptado a<br />

Henry Crawford, aquello no hubiera sucedido.<br />

La presencia de Susan era, también, un agravio. Tía Norris no tuvo<br />

ánimos para dedicarle más que unas miradas de reprobación, pero la<br />

consideró una espía, una intrusa, una sobrina indigente y todo cuanto<br />

pudiera haber de más odioso. Su otra tía recibió a Susan con suave<br />

amabilidad. Lady Bertram pudo no dedicarle mucho tiempo ni muchas<br />

palabras, pero apreciaba que, como hermana de Fanny, tenía unos<br />

derechos en <strong>Mansfield</strong> y se dispuso a besarla y a quererla; y Susan<br />

quedó más satisfecha, pues llegaba sabiendo perfectamente que de tía<br />

Norris no podía esperarse sino mal humor; e iba tan bien provista de<br />

felicidad, contaba tanto, dentro de aquella dicha suprema, la suerte de<br />

ahorrarse otros muchos males que tenía por ciertos, que hubiera podido<br />

soportar una cantidad de indiferencia mucho mayor de la que halló en<br />

los demás.<br />

La dejaban mucho tiempo sola, dándole ocasión de familiarizarse con la<br />

casa y sus alrededores como pudiera, y pasaba sus días felizmente<br />

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