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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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María, teniendo sólo a Mr. Rushworth que se dedicara a ella, y<br />
condenada a los reiterados detalles que éste le daba sobre sus cotidianas<br />
actividades deportivas, lo mismo si ganaba que si perdía, las jactanciosas<br />
alabanzas que dedicaba a sus perros, los celos que le inspiraban los<br />
vecinos, sus recelos sobre la calidad de los mismos y sus inquietudes por<br />
si alguien se atrevía a robar caza o pesca en vedado (temas éstos que no<br />
pueden abrirse camino en los sentimientos femeninos sin algo de talento<br />
por una parte y algo de afecto por la otra), había echado de menos a<br />
Henry Crawford de una manera atroz; y Julia, sin compromiso ni<br />
ocupación, se consideró con todo el derecho a echarle de menos mucho<br />
más. Cada una e imaginaba ser ella la favorita. La creencia de Julia<br />
podía tener su justificación en las insinuaciones de la señora Grant, muy<br />
propensa a ver las cosas tal como las deseaba; y la de María, en las<br />
insinuaciones del propio Henry Crawford. Todo volvió a encauzarse lo<br />
mismo que antes de la partida de éste, que siguió mostrándose tan<br />
animado y simpático con la una como con la otra, a fin de no perder<br />
terreno con ninguna de las dos, deteniéndose justamente al borde de<br />
toda preferencia, de toda constancia, efusión o arrebato que pudiera<br />
llamar la atención general.<br />
Fanny era la única del grupo que veía algo que no le gustaba; ya desde<br />
el día que pararon en Sotherton no podía ver a Henry con cualquiera de<br />
las dos hermanas sin reparo; y si su confianza en el propio criterio<br />
hubiese sido igual a la aplicación que daba al mismo en todo lo demás, si<br />
hubiera tenido la seguridad de que estaba viendo claro y juzgando<br />
cándidamente, tal vez habría comunicado algunas cosas importantes a<br />
su confidente habitual. Pero, como no era así, sólo se permitía aventurar<br />
alguna insinuación; insinuación que, por lo demás, caía en el vacío.<br />
––Me sorprende bastante ––dijo una vez–– que Mr. Crawford haya<br />
vuelto tan pronto, después de haber pasado ya tanto tiempo aquí... nada<br />
menos que siete semanas; pues yo tenía entendido que le gustaba tanto<br />
la variación y trasladarse continuamente de un lado para otro, que me<br />
figuré que algo habría de mantenerle distanciado desde el momento en<br />
que partió. Está acostumbrado a otros lugares mucho más divertidos que<br />
<strong>Mansfield</strong>.<br />
––Esto de ahora habla en su favor ––contestó Edmund––, y afirmaria<br />
que satisface no poco a su hermana. A ella no le gustan sus hábitos tan<br />
poco estables.<br />
––¡Cuánto le miman mis primas!<br />
––Sí, tiene el carácter que agrada a las mujeres. La señora Grant, me<br />
parece, sospecha que siente alguna inclinación por Julia; yo nunca he<br />
apreciado síntoma alguno que pueda dar pie a esta suposición, pero<br />
desearía que fuese así. Henry no tiene más defectos que los que<br />
desaparecerían con un enamoramiento formal.<br />
––Si María no estuviese prometida ––dijo Fanny, prudentemente––, a<br />
veces casi llegaría a pensar que él siente más admiración por ella que por<br />
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