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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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de la cabeza.<br />
Miss Crawford conocía demasiado bien a la señora Norris para que se le<br />
ocurriera complacerla alabando a Fanny; para ella eligió una frase<br />
adecuada al caso:<br />
––¡Ah, señora, cuánto echamos de menos a nuestra querida María<br />
Rushworth y a Julia esta noche!<br />
Y tía Norris correspondió con todas las sonrisas y palabras corteses<br />
para las que pudo hallar tiempo en medio de tantas ocupaciones como se<br />
había buscado, tales como organizar mesas de juego, hacer<br />
insinuaciones a sir Thomas y procurar que todas las acompañantas se<br />
trasladasen a un extremo más conveniente del salón.<br />
Miss Crawford erró por completo el tiro, en cambio, en sus intenciones<br />
de complacer a la misma Fanny. Pretendía infundir a su corazoncito un<br />
aleteo de emoción y llenarla de gratas sensaciones al hacerla consciente<br />
de su propia importancia; y dando una interpretación errónea al rubor<br />
de Fanny, persistió en la misma idea cuando se dirigió a ella al término<br />
de los dos primeros bailes y le dijo, con mirada significativa:<br />
––¿Acaso usted podría decirme por qué mi hermano se marcha mañana<br />
a Londres? Dice que tiene allí asuntos que resolver, pero no me dice<br />
cuáles. ¡Es la primera vez que me niega su confianza! Pero esto es lo que<br />
nos ocurre a todas. A todas nos suplantan, tarde o temprano. Ahora,<br />
para informarme, tengo que acudir a usted. Por favor, ¿qué va a buscar<br />
Henry en Londres?<br />
Fanny protestó, alegando su ignorancia, con toda la energía que le<br />
permitió su turbación.<br />
––Pues bien, entonces ––replicó Mary, riendo––, debo suponer que va<br />
por el placer de acompañar a su hermano y hablar de usted durante el<br />
camino.<br />
Fanny quedó confusa, pero con la confusión del disgusto; mientras,<br />
Mary se asombró de que no sonriera y la consideró excesivamente<br />
inquieta y muy rara, o cualquier cosa antes que insensible a las<br />
atenciones de su hermano. Fanny gozó mucho en el transcurso de la<br />
velada; pero las atenciones de Henry tuvieron muy poco que ver. Mucho<br />
más hubiera preferido no verse solicitada de nuevo por él tan pronto, así<br />
como hubiera deseado no verse obligada a sospechar que las preguntas<br />
que él había formulado previamente a tía Norris, relativas a la hora de la<br />
cena, tenían como único objetivo el asegurarse un puesto a su lado en<br />
aquella parte de la velada. Pero no podía evitarlo. Forzosamente tenía<br />
que notar que él la hacía objeto de todas sus preferencias, aunque no<br />
podía decir que resultara enfadoso, que hubiera indelicadeza ni jactancia<br />
en sus maneras; y a veces, cuando hablaba de William, no era en<br />
realidad desagradable, y mostraba un entusiasmo que le honraba. Pero,<br />
a pesar de todo, no contribuyeron esas atenciones de Henry a su<br />
satisfacción. Ella era feliz siempre que miraba a William y veía lo muy a<br />
gusto que se estaba divirtiendo, siempre que encontraba cinco minutos<br />
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