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Mansfield Park - Educando

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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />

260<br />

Lo consiguió. Se hallaba a seguro en el comedor para los desayunos<br />

con su tía, cuando llegó miss Crawford. Pasado el primer susto, y viendo<br />

que en la actitud y las palabras de Mary había una expresión mucho<br />

menos intencionada de lo que había esperado, Fanny empezó a concebir<br />

la esperanza de que no se vería en el caso de tener que soportar nada<br />

peor que una media hora de moderada inquietud. Pero con esto esperaba<br />

demasiado. Miss Crawford no era una esclava de la oportunidad. Estaba<br />

decidida a hablar con Fanny a solas, y en consecuencia le dijo, sin<br />

esperar más que lo prudente, en voz baja:<br />

––Necesito hablar unos minutos con usted, donde sea.<br />

Palabras que Fanny sintió correr por todo su cuerpo, en todos sus<br />

pulsos y en todos sus nervios. Negarse era imposible. Sus hábitos de<br />

pronta sumisión, por el contrario, la llevaron a ponerse en pie casi en el<br />

acto y a guiarla fuera de la habitación. Lo hizo con profundo disgusto,<br />

pero era inevitable.<br />

Apenas llegaron al vestíbulo cesó toda contención por parte de Mary<br />

Crawford. Agitó la cabeza mirando a Fanny con sutil, aunque afectuosa,<br />

expresión de reproche, le cogió una mano y parecía dispuesta a empezar<br />

allí mismo, casi incapaz de poderlo evitar. Sin embargo, dijo tan solo:<br />

––¡Perversa, más que perversa! No sé cuándo acabaré de reñirla.<br />

Y tuvo discreción bastante para reservarse lo demás hasta que<br />

pudieran estar seguras entre cuatro paredes para ellas solas. Fanny,<br />

naturalmente, subió la escalera y condujo a su invitada hasta el<br />

aposento que ahora estaba siempre dispuesto confortablemente; no<br />

obstante, abrió la puerta con el corazón afligido, sintiendo que la<br />

esperaba una escena más angustiosa que cuantas habían tenido por<br />

testigo aquel mismo lugar. Pero el ataque que iba a desencadenarse<br />

contra ella quedó al menos aplazado, gracias al súbito cambio de ideas<br />

en la mente de miss Crawford, gracias a la profunda impresión de su<br />

espíritu al encontrarse de nuevo en el cuarto del este.<br />

––¡Ah! ––exclamó, con pronta animación––. ¿Estoy otra vez aquí? ¡El<br />

cuarto del este! Sólo una vez había estado en esta habitación ––y después<br />

de una pausa para mirar en derredor y, a lo que parecía, rehacer<br />

mentalmente lo que había pasado allí, añadió––: sólo una vez. ¿Lo<br />

recuerda? Vine para ensayar. Su primo vino también. Y ensayamos.<br />

Usted era nuestro público y nuestro apuntador. Fue un ensayo delicioso.<br />

Nunca lo olvidaré. Aquí estábamos, precisamente en este lado de la<br />

habitación; aquí estaba su primo, aquí yo, aquí las sillas. ¡Ah! ¿Por qué<br />

esas cosas no pueden durar siempre?<br />

Afortunadamente para su compañera, no esperaba contestación<br />

alguna. Tenía la mente totalmente ocupada por sus propios recuerdos.<br />

Estaba entregada a un ensueño de dulces evocaciones.<br />

––¡La escena que ensayábamos era tan especial! El tema de la misma<br />

tan... tan... ¿cómo diría yo? Él tenía que hacerme la descripción del<br />

matrimonio y recomendármelo. Me parece verle ahora, procurando<br />

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