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Mansfield Park - Educando

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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />

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aquello no significaba más que una interrupción temporal, un fracaso del<br />

plan para aquella noche, y hasta fue capaz de sugerir la posibilidad de<br />

que el ensayo se reanudase después del té, cuando hubiese cesado el<br />

revuelo consiguiente a la llegada de sir Thomas, y éste tuviera gusto en<br />

recrearse viendo la función. Los Crawford hubieron de reírse al escuchar<br />

tales pronósticos; no tardaron en convenir que lo más propio era que se<br />

retirasen quedamente a su casa y propusieron a Mr. Yates que les<br />

acompañase y pasara la velada con ellos en la rectoria, dejando a la<br />

familia Bertram en la intimidad de su hogar. Pero Mr. Yates, que nunca<br />

había sido de los que conceden mucha importancia a los derechos de<br />

parentesco o a la confianza familiar, no pudo comprender que nada de<br />

ello fuese necesario; y en consecuencia, dándoles las gracias, dijo que<br />

preferiría quedarse en donde estaba, que tendría ocasión de presentar<br />

sus respetos al viejo gentleman como era debido, puesto que había<br />

llegado y, además, que a su juicio no les pareceria muy bien a los otros<br />

encontrarse con que todos se habían fugado.<br />

Fanny empezaba a reponerse del susto y a pensar que si seguía<br />

manteniéndose oculta por más tiempo su actitud merecería la<br />

consideración de irrespetuosa, cuando se tomaron las antedichas<br />

resoluciones; y, quedando encargada de excusar a Henry y a Mary<br />

Crawford, vio que éstos se preparaban para marchar cuando ella<br />

abandonó la habitación para cumplir con el espantoso deber de<br />

comparecer ante su tío.<br />

Demasiado pronto se encontró ante la puerta del salón; y después de<br />

detenerse un momento para hacerse con lo que sabía que no llegaría a<br />

encontrar..., para cobrar un grado de valor que jamás había hallado<br />

detrás de ninguna puerta... dio vuelta a la empuñadura y ante ella<br />

aparecieron las luces del salón y toda la familia reunida. Al entrar, su<br />

propio nombre llegó a su oído.<br />

Sir Thomas estaba en aquel momento mirando en tomo suyo y<br />

diciendo:<br />

––Pero, ¿y dónde está Fanny? ¿Cómo no veo a mi pequeña Fanny?<br />

Y al descubrirla fue a su encuentro con una amabilidad que la asombró<br />

y emocionó a un tiempo, llamándola «mi querida Fanny», para besarla<br />

acto seguido afectuosamente y observar, con indudable satisfacción, lo<br />

mucho que se había desarrollado. Fanny no sabía qué sentir ni adónde<br />

mirar. Se sentía completamente anonadada. Él nunca había sido tan<br />

amable, tan amabilísimo, con ella. Su actitud parecía cambiada, hablaba<br />

con rapidez debido a la excitación producida por la alegría y todo lo que<br />

antes había de temible en su dignidad parecía diluido en ternura. La<br />

condujo más cerca de la luz y la miró de nuevo, preguntó especialmente<br />

por su salud y a continuación, corrigiéndose, afirmó que no le era<br />

necesario preguntar, ya que su aspecto hablaba con bastante elocuencia<br />

sobre este punto. Y, como un ligero rubor sucediera a la anterior palidez<br />

en el rostro de la niña, quedó justificada la creencia de sir Thomas de<br />

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