You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
105<br />
vigilar los asuntos que están en manos de la juventud. A propósito, me<br />
olvidé de contarle a Tom algo que me sucedió hoy mismo. Estuve<br />
cuidando de mi gallinero y acababa de salir, cuando me tropecé con Dick<br />
Jackson, que se dirigía al pabellón de los criados con dos pedazos de<br />
carne para su padre, podéis estar seguros; la madre tuvo que mandarle a<br />
un recado cerca del padre, y éste aprovechó la ocasión para pedirle esos<br />
bocados, alegando que no podía pasarse sin ellos. Comprendí lo que<br />
aquello significaba, pues en aquel preciso instante sonaba la campana<br />
llamando al servicio a la mesa; y como aborrezco a las gentes interesadas<br />
(los Jackson son muy interesados, siempre lo dije... son de esa clase de<br />
personas que procuran sacar todo lo que pueden) me enfrenté con el<br />
muchacho (ya sabéis que es un muchachote grandullón, de diez años,<br />
que debería avergonzarse de sí mismo) y le dije: «Ya me encargaré yo de<br />
llevarle esa carne a tu padre, Dick; o sea que ya te estás volviendo a tu<br />
casa a toda prisa». El muchacho quedó como petrificado, y acto seguido<br />
se alejó sin decir esta boca es mía, pues creo que mis palabras fueron<br />
bastante tajantes; y yo diría que habrá escarmentado y no volverá a<br />
rondar la casa por una temporada larga. Me indigna ese afán de abuso...<br />
¡con lo bueno que es vuestro padre con esa familia, dando empleo al<br />
hombre durante todo el año!<br />
Nadie se tomó la molestia de contestar. Los que habían salido no<br />
tardaron en volver, y Edmund se dijo que el haber intentado que<br />
rectificasen habría de ser su única satisfacción.<br />
El almuerzo transcurrió pesadamente. Tía Norris refirió otra vez su<br />
triunfo sobre Dick Jackson; pero, por lo demás, poco se habló de la<br />
función ni de los preparativos, pues la desaprobación de Edmund pesaba<br />
incluso sobre el ánimo de su hermano, aunque éste hubiera deseado no<br />
acusarla. María, al carecer del alentador apoyo de Henry Crawford,<br />
prefirió soslayar el tema. Mr. Yates, que pretendía hacerse simpático a<br />
Julia, tropezó con su mal humor, menos impenetrable para cualquier<br />
tópico que para el de lo mucho que él sentía que quedase al margen del<br />
cuadro escénico; y Mr. Rushworth, que no tenía en la cabeza más que su<br />
papel y su vestuario, pronto agotó todo lo que uno y otro tema podían<br />
dar de sí.<br />
Sin embargo, el tema de la representación quedó sólo en suspenso por<br />
un par de horas. Quedaban todavía muchos cabos por atar; y como los<br />
espíritus del atardecer les infundieran nuevos alientos, Tom, María y Mr.<br />
Yates, apenas volvieron a reunirse todos en el sofá, fueron a sentarse en<br />
una mesa aparte y abrieron la obra, dispuestos a estudiar y solucionar<br />
sus posibles dificultades; y empezaban a entrar de lleno en el asunto<br />
cuando fueron agradablemente interrumpidos por la aparición de Mr. y<br />
miss Crawford, los cuales, a pesar de lo tarde, lo obscuro y lo brumoso<br />
de la hora y del tiempo, no pudieron pasarse sin ir y viéronse acogidos<br />
por la más cordial y alegre de las bienvenidas.<br />
«Bueno, ¿cómo va eso?» y «¿Qué nuevos acuerdos habéis tomado?» y<br />
105