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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />
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con la que la habían amenazado. En cuanto a si en su casa pasaban<br />
pena debido a su prolongada ausencia con semejante tiempo, no tenía<br />
necesidad de inquietarse lo más mínimo por ello; pues como tan sólo sus<br />
dos tías estaban enteradas de su salida, sabía muy bien que ni la una ni<br />
la otra iban a preocuparse y que, cualquiera que fuese la choza en que<br />
tía Norris la supusiera guarecida durante el chubasco, tía Bertram<br />
aceptaría como cosa indudable que su sobrina se hallaba en la tal choza.<br />
Empezaba a escampar cuando Fanny, observando que había un arpa<br />
en la habitación, hizo algunas preguntas con referencia a la misma que<br />
pronto condujeron a que quedasen de manifiesto sus grandes deseos de<br />
oírla tocar y a su confesión, que apenas pudieron llegar a creer, de que<br />
todavía no la había oído nunca desde que la habían traído a <strong>Mansfield</strong>.<br />
Para Fanny, esto parecía la cosa más natural y explicable. Apenas había<br />
estado en la rectoría desde la llegada del instrumento... ni había existido<br />
motivo para otra cosa; pero miss Crawford, recordando un antiguo deseo<br />
prontamente expresado sobre el particular, hubo de lamentar su gran<br />
descuido. Y enseguida, con el mejor deseo de complacer, formuló las<br />
preguntas.<br />
––¿Quiere que toque ahora para usted? ¿Qué prefiere escuchar?<br />
Inmediatamente inició la ejecución de la pieza elegida, contenta de<br />
tener una nueva oyente, una oyente que, además, parecía tan agradecida<br />
y admirada de su ejecución y que demostraba no carecer de gusto. Siguió<br />
tocando hasta que los ojos de Fanny, desviándose hacia la ventana ante<br />
el evidente despejo de la atmósfera, expresaron lo que ella consideraba<br />
su deber.<br />
––Otro cuarto de hora ––dijo Mary––, y veremos cómo se presenta la<br />
cosa. No se vaya apenas comienza a levantarse el tiempo. Aquellas nubes<br />
son amenazadoras.<br />
––Pero ya pasaron ––replicó Fanny––. Estuve observándolas. Toda esa<br />
borrasca nos llega del sur.<br />
––Venga del sur o del norte, yo conozco si una nube es negra cuando la<br />
veo; y usted no debe marcharse mientras aparezca tan amenazadora.<br />
Además, quiero tocar otra cosa aún para usted... una composición muy<br />
linda, la favorita de su primo Edmund. Tiene que quedarse y oír la pieza<br />
preferida de su primo.<br />
Fanny comprendió que debía acceder; y aunque no había esperado a<br />
que surgiera aquella alusión para pensar en Edmund, tal mención avivó<br />
en ella particularmente su recuerdo, y se lo imaginó sentado un día y<br />
otro en aquella habitación, acaso en el mismo sitio que ocupaba ahora<br />
ella, escuchando con deleite constante su aire favorito ejecutado, según<br />
ella encontró, con técnica y expresión superiores; y aunque también a<br />
ella le pareció bellísima la composición y le complació que le gustara lo<br />
mismo que le gustaba a él, sintió una más auténtica impaciencia por<br />
marcharse cuando terminó que la que había sentido antes; y al quedar<br />
esto evidenciado le rogaron con tanta amabilidad que repitiera la visita,<br />
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