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Mansfield Park - Educando

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<strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> Jane Austen<br />

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totalmente imposible de superar. ¡Causaría el efecto más desastroso!<br />

Sería un proceder tan sumamente descortés, tan rayano en falta de<br />

respeto para la señora Rushworth, cuyo modo de comportarse era<br />

precisamente ejemplo de hidalguía y buena educación, que ella no se<br />

veía capaz de afrontarlo. La señora Norris no le tenía ningún afecto a<br />

Fanny, ni jamás había sentido deseos de proporcionarle satisfacción<br />

alguna; pero la oposición que en este caso hacía a Edmund provenía más<br />

de un partidismo por su plan, porque era el que ella había concebido,<br />

que de otra cosa. Consideraba que lo había combinado todo<br />

magníficamente bien y que cualquier alteración sólo serviria para<br />

estropearlo. Por eso al replicarle Edmund, lo que hizo en cuanto ella tuvo<br />

a bien prestarle oídos, que no tenía por qué preocuparse de lo que diría<br />

la señora Rushworth, pues al cruzar con ella el vestíbulo había<br />

aprovechado la oportunidad para decirle que Fanny Price se uniría<br />

probablemente a la partida y había recibido en el acto una invitación<br />

más que suficiente para su prima, tía Norris se sintió demasiado<br />

humillada para rendirse con mucha elegancia y se limitó a decir:<br />

––Está bien, está bien, como tú quieras; combínalo a tu manera. Te<br />

aseguro que a mí tanto me importa.<br />

––Es de un efecto bastante raro ––dijo María–– que te quedes tú en casa<br />

en lugar de Fanny.<br />

––Creo que Fanny deberia agradecértelo muchísimo ––añadió Julia,<br />

apresurándose a abandonar la habitación apenas acabó de pronunciar<br />

estas palabras, al darse cuenta de que también pudiera ser ella quien se<br />

ofreciese para quedarse en casa.<br />

––Fanny sentirá toda la gratitud que pueda merecer una cosa así ––dijo<br />

Edmund por toda réplica, y quedó agotado el tema.<br />

La gratitud de Fanny al enterarse del plan fue, de hecho, muy superior<br />

a su satisfacción. Su sensibilidad vibró por la atención de Edmund, con<br />

toda, y aun más que con toda, la fuerza que él, ignorando los amorosos<br />

sentimientos de su prima, pudiera imaginar; pero le dolía que él tuviera<br />

que sacrificar su diversión por ella, y hasta su misma ilusión por conocer<br />

Sotherton se convertía en desencanto si no podía ir con él.<br />

La siguiente reunión de las dos familias de <strong>Mansfield</strong> introdujo en el<br />

plan otra modificación, que fue acogida con general aplauso. La señora<br />

Grant ofreció quedarse aquel día en <strong>Mansfield</strong> <strong>Park</strong> para acompañar a<br />

lady Bertram, en vez de Edmund; su esposo, el doctor Grant, se reuniría<br />

con ellas para comer. A lady Bertram le pareció muy bien que se hiciera<br />

así, y las damiselas recobraron su buen humor. También Edmund quedó<br />

muy agradecido por un arreglo que le permitía ocupar de nuevo su<br />

puesto en la expedición; y la señora Norris manifestó que era un plan<br />

excelente, que lo tenía en la punta de la lengua y que estaba a punto de<br />

proponerlo cuando la señora Grant se le anticipó.<br />

El jueves amaneció con un tiempo magnífico, y poco después del<br />

desayuno llegó Henry Crawford conduciendo a sus hermanas en el<br />

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